Eduardo es solitario, eficiente en su trabajo y vive ajeno a cualquier tipo de emoción. Parece haber archivado sus sentimientos en uno de los cuartos de la casa en la que habita. Su rutina se ve alterada cuando es invitado a trasladarse unos días hasta la ciudad argentina de Ushuaia. El reencuentro con un viejo amigo y su familia hacen que algo en él renazca, lo que le permite reconstruir su pasado, su presente y quizá su futuro.