Alexandre Taillard de Vorms, ministro de Asuntos Exteriores de Francia, es un hombre con brío que gusta a las mujeres. Pasea su melena plateada y su cuerpo atlético desde la tribuna de Naciones Unidas en Nueva York hasta el polvorín de Ubanga. Interpela a los poderosos e invoca a los espíritus más magnánimos para que vuelva la paz, calmando a los que quieren apretar el gatillo y cuidando su aura de futuro Premio Nobel de la Paz. Alexandre Taillard de Vorms es una mente poderosa que se apoya en la santísima trinidad de los conceptos diplomáticos: legitimidad, unidad y eficacia. Ataca a los estadounidenses neoconservadores, a los rusos corruptos y a los chinos codiciosos. El mundo no se merece la grandeza de espíritu de Francia, pero aun así, parece que el país le queda pequeño. El Ministerio de Asuntos Exteriores contrata al joven Arthur Vlaminck como encargado del lenguaje para que redacte los discursos del ministro. Pero Arthur todavía tiene que aprender a hacerse con la susceptibilid