Un grupo de profesionales del cine entra en un plató para, a lo largo de un solo día, leer, ensayar, contar y vivir la historia de Los tontos y los estúpidos. Sentados alrededor de una mesa y siguiendo las indicaciones del director, los actores nos presentan el proceso de creación de los personajes y de cómo mediante los ensayos, las indicaciones, la iluminación, el sonido o el atrezzo, lo que al principio no era más que una historia plasmada en un guión se convierte en una película, en cine, esa gran ilusión óptica, ese engaño visual que nos permite disfrutar de las historias que vemos en la pantalla. Mario, Paula, Miguel, Lourdes y su madre fingen, representan, aparentan, esconden sus defectos y carencias, engañan y se autoengañan. Unos, para que todo cambie y al final todo siga igual. Otros, se hartan en el camino de tanta mentira y actuación y apuestan su felicidad a una sola carta. Y es que no es lo mismo ser tonto que ser estúpido.