Leo tiene 16 años. Para él la vida solo tiene dos colores: blanco y rojo. Nunca se peina, juega al fútbol y escucha música a todo volumen para evita pensar. Detesta hacer deberes, pero le da igual porque sabe que va a copiarlos. El colegio está bien, pero solo por la tarde, cuando los profesores ya se han marchado. El blanco es el vacío absoluto, el silencio, el aburrimiento y el miedo. Mejor evitarlo. El rojo es la sangre latiendo en sus venas antes de un partido, es el color de pelo de Beatrice, la chica de sus sueños. Hay que potenciarlo. Él haría cualquier cosa por ella, porque está enamorado, locamente enamorado de Beatrice. Aunque ella todavía no lo sabe. Cuando finalmente encuentra el valor de acercarse a la chica, descubre que Beatrice está atravesando por un momento de mucho dolor. Frente a su sufrimiento, Leo es capaz de crecer y tomar decisiones en su pequeño mundo, que le mira y le anima a seguir adelante: en él están sus padres, sus compañeros, un profesor realmente especi