La velocidad a la que avanzan estas amenazas está demostrando ser superior a la que tanto empresas como usuarios es capaz de adaptarse. Desde las fake news que han protagonizado el análisis de las campañas electorales en EE.UU, Argentina y Brasil, siendo tachadas de inclinar la balanza del resultado. También en el aún pendiente de definir Brexit.

El desarrollo de herramientas de inteligencia artificial capaces de aprender de las publicaciones que creamos miles de millones de personas todos los días en internet está empezando a convertirse en un serio problema que va más allá de las ya problemáticas fake news, o el secuestro de ordenadores con técnicas de encriptación.

‘Deepfake’ es la palabra que se está incorporando en nuestro vocabulario que añade una nueva vuelta de tuerca a la capacidad de engañar e influir en la sociedad. Consiste en aprovechar la capacidad de los programas de inteligencia artificial en aprender cómo actúa el ser humano con el fin de imitarlo y, en el caso de juegos competitivos, ganarle. La inteligencia artificial aporta grandes beneficios a la sociedad, genera imágenes realistas de personas que nunca han existido, o capaces de pintar cuadros originales con el mismo estilo de los clásicos más aclamados.

Jugar, pintar, escribir textos originales, imaginar e incluso modificar un vídeo y clonar la voz de una persona conocida con el fin de presentar un discurso que nunca se dio, como el que presentaba un siniestro mensaje de Mark Zuckerberg para dominar el mundo pueden resultar divertidos, pero abren la puerta a posibilidades mucho más peligrosas.

El uso de la tecnología de la voz falsa está en aumento, prácticamente al alcance de cualquiera, y está ocasionando más de un problema. En españa la Policía bloqueó hace dos meses 39 páginas web que utilizaban llamadas telefónicas para lograr que sus víctimas revelen información de carácter financiero y personal.

El vishing ha dado un paso más allá, produciéndose el primer caso de fraude de voz utilizando inteligencia artificial, según indica el Wall Street Journal. En la estafa realizada en marzo de 220.000 euros (243.000 dólares), los delincuentes utilizaron esta tecnología para hacerse pasar por el jefe de una empresa de energía en el Reino Unido. El engaño consistía en realizar una transferencia de dinero a un proveedor en Hungría de forma urgente. Según indica, la publicación, el jefe le indicó que era una situación eventual ya que se reembolsará esos fondos en una hora. La estafa se produjo y el dinero acabó en México y otros lugares. Tras comprobar el resultado, la voz cibernética intentó una segunda transferencia, aunque esta vez sin éxito. Afortunadamente para el empleado de la empresa de energía, el seguro de la empresa cubrió el coste del pago.

Los ataques con suplantación de identidad son desgraciadamente una amplia realidad en el ámbito digital. El phishing utiliza el correo electrónico y la falsificación de páginas web para obtener datos financieros y personales generando cientos, sino miles, de millones de euros al año en pérdidas. Esta nueva oleada criminal apoyada con inteligencia artificial y deeplearning supone un nuevo avance en el que en lugar de personas con habilidad para el engaño, son los programas informáticos los que se encargan de crear sonidos e imágenes interactuando en tiempo real con personas con el fin de engañarlas, romper las medidas de seguridad y conseguir la estafa. En la primera estafa realizada de esta forma fue el acento alemán y la forma de hablar parecida a la que tiene el jefe la determinante para conseguir que un directivo realice una importante transferencia de dinero.