La carrera por dar con una vacuna efectiva y segura contra el covid-19 avanza a un ritmo sin precedentes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) dibuja el siguiente panorama. Actualmente hay 200 vacunas experimentales en marcha. 155 de estas siguen testándose en los laboratorios. 45 más ya se están probando en humanos. Y entre estas, ya hay 10 que se enfilan en la última fase de los ensayos clínicos a gran escala.

Nunca antes en la historia de la humanidad se había logrado algo así. En circunstancias normales, el desarrollo de una vacuna suele demorarse una media de 10 años. Ahora, en cambio, los plazos de investigación se han comprimido a menos de un año. El objetivo, esgrimen los expertos, es acelerar el proceso sin poner en riesgo la efectividad y seguridad de los compuestos. Porque sí, estas inyecciones solo lograrán la luz verde de las autoridades sanitarias si logran garantizar estos dos objetivos.

El reto de forjar una fórmula capaz de evitar infecciones debe lidiar con varios obstáculos antes de llegar a la meta. Por un lado, cada una de las vacunas tiene que superar el escrutinio de los ensayos clínicos a gran escala; donde se pone a prueba su efectividad y seguridad en miles de pacientes de todo el mundo. Por otro lado, hay que lograr la aprobación de los organismos regulatorios nacionales e internacionales. Y, finalmente, toca ver cómo se fabrican y distribuyen a gran escala. Los expertos prevén que el año que viene podría haber no una, sino varias vacunas en circulación.

Las vacunas más prometedoras

Actualmente hay una decena de vacunas experimentales que se están testando a gran escala. Sobre el papel, los ensayos clínicos en marcha acabarán oficialmente entre el 2021 y el 2023. Pero vista la gravedad con la avanza la pandemia de covid-19 en todo el mundo, las farmacéuticas prevén pedir una "autorización de emergencia" en cuanto reúnan una evidencia mínimamente sólida sobre la efectividad y seguridad de sus fórmulas. Esto, en la práctica, supondría que las compañías podrían empezar a suministrar las primeras inmunizaciones en cuestión de unos meses.

Entre las vacunas más avanzadas hasta la fecha destacan la vacuna de Oxford y Astrazeneca, la de Pfizer y BioNTech, la de Moderna, la de Janssen y la de Novavax. Al otro lado del globo, el ansia por dar con una vacuna ha otorgado a las vacunas experimentales más avanzadas una "aprobación limitada" que permite, hoy por hoy, el suministro de estas fórmulas a algunos colectivos. Las vacunas chinas de Cansino, las dos Sinopharm y la de Sinovac ya se están repartiendo entre "trabajadores de primera línea" como los sanitarios, los militares y los funcionarios. Asimismo, las vacunas rusas de Gamaleya y Bektop ya han sido patentadas y próximamente podrían empezar a repartirse entre la población.

Todas las fórmulas más prometedoras hasta la fecha se suministran a través de una inyección intravenosa. Y prácticamente todas (menos la rusa) requieren dos dosis para forjar un cierto grado de inmunidad. El tiempo de espera entre la primera y la segunda dosis varía entre los 14 y los 56 días, tras los cuales hay que esperar unas semanas más para consolidar los anticuerpos contra el virus. Así que, incluso cuando las primeras vacunas lleguen a los ambulatorios, la esperada 'inmunidad de rebaño' tardará un tiempo en llegar.

¿Cuándo llegarán las primeras vacunas?

Todavía no está claro cuándo llegarán las primeras vacunas. La Organización Mundial de la Salud estima que para el verano del año que viene ya se podrá empezar con la vacunación de los colectivos de riesgo. Pero habrá que esperar un año más, hasta el 2022, para que estas inyecciones lleguen a la mayoría de la población. Esta previsión choca con el baile de fechas que plantean farmacéuticas y gobiernos de todo el mundo. Algunos, los más optimistas, hablan de que las primeras dosis podrían empezar a repartirse a finales de este año. Otros, más cautos, aplazan la llegada de las primeras dosis a mediados del año que viene.

Tampoco está claro quiénes serán los primeros en recibir una vacuna. El plan de "asignación estratégica" de Naciones Unidas prevé el siguiente reparto. Los primeros en vacunarse serían los profesionales sanitarios. A continuación, los adultos mayores de 65 años. Después, los adultos con enfermedades de riesgo como problemas cardiovasculares, cáncer, diabetes, obesidad o trastornos respiratorios crónicos. Este reparto, sin embargo, dependerá de la vacuna. Las vacunas que no se han testado en personas mayores, por ejemplo, no podrán suministrarse a este colectivo hasta que garanticen su seguridad en los ensayos clínicos.

Harán falta unos 8.000 millones de viales de vacuna para proporcionar al menos una dosis a toda la población global. Para forjar la inmunidad global, se necesitarán un total de 16.000 millones de inyecciones. O más, dado que hay que tener en cuenta el porcentaje de las dosis que se podrían echar a perder por el camino (un 15%, según algunas estimaciones). Los gobiernos de todo el mundo, así como las autoridades sanitarias internacionales, se han comprometido a luchar para el reparto justo de estas fórmulas. El lema está claro. Si la futura vacuna contra el covid-19 no llega a todo el mundo, nadie estará realmente protegido.