La pandemia de covid-19 también ha dejado huella en la salud mental de la población. En los momentos más duros de la crisis, psicólogos y psiquiatras empezaron a atender a un goteo creciente de pacientes angustiados por la situación. Ahora, en una nueva normalidad marcada por los rebrotes, las consultas antienden entre un 20% y un 40% de pacientes más, según relatan varios sanitarios a este diario. Predomina la sensación de miedo, ansiedad, angustia; de un malestar inespecífico. Los mismos problemas que impregnaron el aire durante el primer confinamiento ahora resurgen ante el miedo a que se vuelva a repetir la misma situación. Los expertos confían en que, si hubiera otro encierro, la población lo aguantaría. Pero también recuerdan que hay que proteger a los colectivos más vulnerables.

"Nunca podemos estar preparados para hacer frente a una crisis. Pero cuando llega, no queda otra que lidiar con ello", comenta Pedro Rodríguez, psicólogo clínico y miembro de la junta del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid. La clave, argumenta, es el concepto de resiliencia que, acuñado desde la física y la ingeniería, hace referencia no tanto a la capacidad de ser fuerte, sino a la de ser flexible. "Las personas somos más resilientes de lo que creemos. Y si nos volvieran a confinar, creo que la mayoría entendería que está en juego la vida de muchas personas. Aguantaríamos otro confinamiento porque ya hemos visto el daño que puede hacer este virus. Y porque no queda otra", reflexiona el psicólogo.

La fortaleza que aporta la resiliencia, sin embargo, podría quebrarse en situaciones de angustia generalizada como las que hemos vivido en los últimos meses el virus. Por eso mismo, los expertos en salud mental piden reforzar la atención psicológica y psiquiátrica. En una carta abierta acuñada desde el Instituto de Psiquiatría y Salud Mental del Hospital General Universitario Gregorio Marañón y publicada en la revista 'The Lancet', científicos y sanitarios pide mejorar la cobertura de este servicio esencial, que nunca ha dejado de brindar atención. Y garantizar que ningún grupo quede desprotegido.

Los colectivos más afectados

En España, la crisis del covid-19 ha afectado a la salud mental de hasta el 46% de la población, según calcula un estudio de la Universitat Oberta de Catalunya. La investigación apunta a que la mayoría de la población se ha sentido "triste, deprimida o desesperada" durante este periodo. Entre estos, las personas en una situación económica precaria destacan como los que más han sufrido durante esta crisis. Así lo ratifica otro análisis publicado en 'The Lancet', en el que también se señala como colectivos vulnerables a aquellos que arrastran desigualdades previas. Es el caso de las mujeres, las minorías étnicas, los hogares monoparentales o aquellos sin ingresos. "El confinamiento no afecta igual a todo el mundo. Muchas personas lo han tenido que pasar en hogares precarios y sin ningún tipo de red de apoyo. Este tipo de circunstancias son clave para entender el impacto de estas medidas. Y también tienen que tenerse en cuenta de cara a al futuro", comenta Constanza Vázquez Vera, psicóloga y salubrista.

Un repaso de los estudios publicados hasta la fecha dibuja el siguiente panorama. Los sanitarios presentan peores niveles de bienestar mental que el resto de la sociedad. Muchos pacientes covid-19 muestran, incluso tras superar la enfermedad, síntomas de estrés postraumático y mayores niveles de depresión. Y, en general, en estos meses la población ha experimentado una disminución de su bienestar psicológico. "La mayoría del malestar que detectamos, de tipo leve, no es un signo de enfermedad. Es un síntoma de la época que nos ha tocado vivir. Tiene que ver con el miedo a enfrentarse a un futuro incierto", explica Oscar Pino, coordinador del centro de salud mental de l'Hospitalet de Llobregat del Benito Menni. En la mayoría de casos, se estima que este malestar sea pasajero. En otros, podría cronificarse.

"Como sociedad, estamos muy cansados. Y solo la posibilidad de un segundo confinamiento asusta mucho. No preocupa tanto el 'ahora', sino el no poder descansar antes de la siguiente crisis", comenta Pino, también miembro de la junta del Collegi Oficial de Psicologia de Catalunya. Preocupa la situación de los sanitarios que lucharon en primera línea contra el virus y que ahora, ante un eventual rebrote, no han tenido tiempo de recuperarse ni física ni mentalmente. También inquieta la situación de aquellas personas que llevan arrastrando una situación económica precaria desde hace ya meses y que, dada la situación, no vislumbran una salida. Y, en general, que los rebrotes trunquen esas ansiadas vacaciones con las que se quería desconectar de una etapa de dolor y duelo colectivo.

Inquietud ante un futuro incierto

La amenaza de nuevos confinamiento, pues, hace temer que la salud mental de la población empeore. Aunque, según recalcan los expertos, puede que el impacto de los futuros encierros no sea tan catastrófico como podríamos creer. Primero, porque "muchos ya sabemos cómo gestionar este tipo de situaciones y vemos, más o menos, qué nos puede servir y qué no", comenta Vázquez-Vera. Y, segundo, porque "la angustia que muchos sienten ahora se puede explicar por un fenómeno que conocemos como ansiedad anticipatoria. Produce más malestar imaginar lo que pasará que el suceso en sí", explica Pino. La ansiedad que produce pensar en un nuevo encierro, pues, tiene más que ver con la incertidumbre que con el encierro en sí.

"El trasfondo de este malestar es un profundo sentimiento de frustración. La gente se sacrificó mucho durante el primer confinamiento y al ver que volvemos atrás se pregunta de qué habrá servido tanto esfuerzo", reflexiona Rodríguez. Este malestar también se canaliza en estos días en las calles. Mientras algunos culpan a los dirigentes políticos por una gestión ineficiente, otros apuntan contra determinados colectivos como los únicos responsables de los rebrotes. Y, ante el aumento de los casos y la amenaza de nuevas restricciones, no son pocas las voces que afirman que no acatarán un nuevo confinamiento.

"Al principio de esta crisis actuamos según la imposición del encierro. Pero ahora que lo que se plantea son recomendaciones, la responsabilidad queda tan diluida que nadie se hace cargo", comenta Vázquez-Vera. "La clave es recordar que estamos ante un problema individual y colectivo. Y que nuestras acciones también repercuten en los demás", zanja la psicóloga. El curso de la pandemia, pues, dependerá del comportamiento de todos y cada uno de nosotros.