Las contundentes comidas y cenas de estas fechas navideñas se suceden una tras otra. Los manjares de todo tipo pueblan las mesas de las familias y los restaurantes de toda España, con la carne y los mariscos como principales protagonistas.

Uno de los crustáceos más frecuentes en estas celebraciones son las gambas. La mayoría de las veces, no falta un plato o una bandeja de ellas en la celebración. Y quizá tú o tus familiares y amigos más cercanos tengáis vuestras costumbres y hábitos a la hora de comerlas.

Muy extendida está la práctica de chupar la cabeza de la gamba después de separarla del resto del cuerpo. Si lo haces, quizá no seas consciente del potencial peligro que conlleva, y que podría cambiar radicalmente tu visión de este alimento.

El cadmio, la clave de la recomendación

La Agencia Española de Consumo, Seguridad alimentaria y Nutrición (AECOSAN) lo deja claro: la cabeza de las gambas contiene cantidades de cadmio superiores a lo recomendado. Y el consumidor debe ser consciente de que un consumo excesivo de este elemento puede causar problemas renales.

El cadmio es un metal presente en importantes cantidades en las aguas marinas, que se filtra y 'contamina' las cabezas de este tipo de animales, lo cual tiene sus efectos en el consumo, al tratarse de algo de eliminación muy lenta en el organismo humano.

Una nota informativa de la mencionada agencia emitida en el año 2011 recomienda una serie de prácticas en el consumo de crustáceos para intentar minimizar el potencial problema en los consumidores.