Durante las fiestas navideñas todos comemos y bebemos más. Cambiamos nuestros hábitos alimenticios: duplicamos el número de calorías que consumimos, así como de sal y alcohol sin preocuparnos de compensar este desequilibrio con una mejor hidratación, una adecuada reposición energética y más ejercicio y descanso. Todo esto no sólo hace que lleguemos al 7 de enero con dos o tres kilos más, sino que en muchos casos acabamos dañando a nuestra salud. El síndrome de intestino irritable, la dispepsia o el reflujo son algunas de las patologías que empeoran cuando eliminamos la moderación de nuestra mesa, pero no sólo se agravan las molestias gastrointestinales, también aumenta el índice de problemas cardiovasculares, sobre todo infartos de miocardio. También aumentan las pancreatitis, los accidentes de tráfico y la muerte súbita. Para evitar perjudicar nuestra salud digestiva y porque es posible divertirse y comer bien sin extralimitarnos, médicos y nutricionistas suelen ofrecer las siguientes pautas. Son apenas seis y resultan fáciles de seguir y de recordar:

Diseña los menús teniendo en cuenta tu salud y la de tu familia. Sólo así podrás saber qué excesos te puedes permitir y cuáles no.

Limita la ingesta de sal, grasas y azúcar. Sustituye estos alimentos por platos ricos en verduras, fibra y frutas.

Si bebes alcohol, trata de evitar la embriaguez. Limita las cantidades, ingiere alimentos antes y después de beber alcohol y bebe suficiente agua. Y, por supuesto, no conduzcas.

Aumenta la actividad física.

Respeta el descanso y los horarios todo lo que sea posible.

Si tienes un tratamiento pautado por un médico, mantenlo y ten en cuenta que puede interactuar negativamente con el alcohol.