El hambre como tal es un mecanismo de supervivencia. Lamentablemente, y por diversas causas, nuestro apetito muchas veces es voraz, y generalmente excede esa necesidad primaria. Llegamos a comer de más por ansiedad, porque vemos comida delante, porque trabajamos desde casa, o porque por ejemplo nos ponemos cantidades enormes de comida en el plato y, al fin y al cabo, llegamos a comer con los ojos, en lugar de con el estómago.

¿Cómo podemos evitar esto y calmar ese apetito que nos lleva a comer de más?

La sensación de hambre es algo fisiológico, se siente en el estómago, y hay que responder a estos estímulos físicos.

Por otro lado, la ansiedad por la comida no responde tanto a este tipo de estímulo, sino a la apetencia por algún alimento concreto, asociado generalmente a personas con ansiedad que mitigan la misma a través de la comida.

Así pues, el apetito está regulado a nivel cerebral por una serie de hormonas. En concreto, se controla en el cerebro desde el hipotálamo, donde están los centros del hambre y la saciedad, y las hormonas que regulan esa sensación de hambre.

Hay muchas hormonas que controlan el proceso, pero la principal es la grelina, encargada de estimular la sensación de hambre, y que en el caso concreto de las personas con sobrepeso o obesidad se segrega más. Luego encontramos las hormonas leptina, encargada de generar la sensación de saciedad en el cerebro, y la insulina, que también disminuye esa sensación de hambre.

¿Cómo se evitan los atracones?

¿Cómo se evitan los atracones?Una de las principales premisas a la hora de no tener hambre a todas horas es tener una buena calidad de sueño y dormir las horas que se necesiten. Evitar tóxicos y estimulantes, el deporte muy intenso o las pantallas de dispositivos móviles es esencial para dormir plácidamente y el tiempo necesario. Cuando las horas de sueño escasean se produce un desequilibrio en la producción de las hormonas, estimulando la sensanción de hambre y provocando la ansiedad por alimentos con muchas calorías.

Por otro lado, el estrés es otro de los principales motivos por los que se dan los atracones. También provoca que el cortisol y la grelina se descontrolen. Algo que también ocurre con la falta de movimiento en el día a día y el sedentarismo.

Además, hacer varias comidas al día es indispensable para evitar la sensación del estómago vacío. Contar con unos horarios regulares y hacer unas cinco comidas al día, siempre saludables, ayuda mucho al control de la ansiedad por la comida.

De ahí que otro de los factores a tener en cuenta sea ingerir alimentos de todos los grupos, tanto hidratos como proteínas y frutas, y consumir grasas sanas y no trans. Los productos procesados, cargados de glutamato, hacen el efecto llamada para seguir comiendo comida basura.

En todo caso, el uso de vitaminas y suplmentos alimenticios también puede ser una ayuda para intentar controlarse, al igual que evitar dietas restrictivas o ayunos intermitentes. Estos dos últimos son el peor enemmigo de la salud alimentaria.