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Opinión de expertos

"Hay que huir de todos aquellos alimentos que estén dirigidos al público infantil"

Los nutricionistas Lucía Martínez y Aitor Sánchez publican '¿Qué le doy de comer?', donde echan por tierra el empleo de productos específicos en la dieta

Obligar a comer genera una vinculación hostil con la comida. SHUTTERSTOCK

Es el sino de todos los padres y madres, sobre todo los primerizos. Las preguntas sobre la alimentación de los más pequeños de la casa se agolpan desde el minuto uno y no es nada extraño. A todos les pasa. En los últimos tiempos el cambio en las dietas infantiles ha sido más que evidente y se trata de volver a lo original, a lo más primigenio, o lo que es lo mismo, a la comida sana y natural. De ahí, que especialistas en el área de la nutrición y la dietética infantil hayan decidido divulgar sus conocimientos en pro de un estilo de vida más sano y para prevenir la obesidad infantil, uno de los problemas, según la propia Organización Mundial de la Salud, más acusado de este siglo XXI. Según sus datos, en 2016, más de 41 millones de niños menores de cinco años en todo el mundo tenían sobrepeso o eran obesos. En este sentido, se teme que el 57% de lo niños de hoy tendrán sobrepeso cuando cuenten con 35 años. Un dato más que alarmante.

¿QUÉ LE DOY DE COMER?

Leche de continuación, mi primer yogur, crema de cacao sin azúcar... son términos que se asocian a una buena alimentación infantil, a una dieta saludable y sensata elegida por padres y madres abnegados. ¿Pero de verdad es esa la comida que hay que ofrecerles a los pequeños de la casa? ¿Son esos productos rodeados de mensajes publicitarios realmente sanos? ¿Más sanos que una simple pieza de fruta? (Págs. 232 | P.V.P 17,95€)

Así pues, Lucía Martínez y Aitor Sánchez, dietistas, nutricionistas y fundadores de la famosa clínica Aledis, han decidido plasmar sus conocimientos en un tomo práctico, '¿Qué le doy de comer?', donde ofrecen sus consejos desde los primeros año de vida e incluso añaden una serie de recetas para animar a los padres. Temas educacionales más allá de la propia comida en sí y situaciones cotidianas en torno a la mesa también forman parte de este tomo."Hay muchos miedo en los padres y también muchos mitos sobre la alimentación infantil", concretan los profesionales. "El mayor miedo, aparte del atragantamiento en los bebés, es si el niño come lo suficiente. Hay una tendencia a sobrealimentar y no respetamos el apetito de los niños. Nos creemos que sabemos mejor que ellos lo que necesitan. A nadie nos gusta que nos obliguen a comer. Hay que respetar su independencia y saciedad", concreta Sánchez. "Otro miedo es sí los alimentos son aptos o no para niños, en este sentido, en el supermercado siempre encuentras que estos alimentos son mal sanos. Lo peor es que todo eso tiene etiqueta de niños, que no la encuentras en las alcachofas, berenjenas... a la familia les da incertidumbre. ¿Pueden tomar almendras? Nadie se lo pregunta con el Danonino. Un niño puede tomar col lombarda, pero no tiene esa estrategia de marketing detrás", añade.

Según ambos nutricionistas, "nos movemos entre recomendaciones sanitarias obsoletas (¡esos calendarios de introducción de alimentos!, ¡esas papillas a los cuatro meses!), intereses de la industria alimentaria (mi primer [insertar aquí cualquier alimento azucarado]), creencias populares (a partir del sexto mes la leche materna no alimenta), costumbres gastronómicas (¿Come lo mismo un bebé de una familia mexicana que uno de Burgos?), la educación (la comida forma parte de la socialización del niño), el estrato socioeconómico (la clase social condiciona la dieta), la publicidad (los niños ven de media 25 anuncios de comida al día) y, como no, la nutrición". así, a través de sus pautas dan un paso más allá en el mundo de la alimentación infantil sin quedarse solo en la superficie.

"Hay un montón de leyendas urbanas en torno a la alimentación infantil, como que hay que dar de mamar cada tres horas y diez minutos de cada pecho. ¡No!, hay que dar a demanda. O que a partir de los seis meses la leche no alimenta; o que las que tienen los pechos pequeños no dan suficiente leche...", asevera Martínez, que además agrega que "también está el mito de que los niños necesitan azúcar. El ser humano no necesita azúcar añadido, si fuera así nos habríamos extinguido, ya que el azúcar no se consume hasta el siglo XIX y solo en algunas partes del mundo. Necesitamos carbohidratos que se convierten en glucosa, que están en los cereales, frutas y verduras".

Alimentos infantiles

Porque estos especialistas tienen muy claro que hay ciertas tendencias que se han convertido en moda, y que lo más sencillo a la hora de tratar con los niños es ofrecerles todos aquellos productos que también come un adulto y nunca presionarles. "Hay que huir de todos aquellos alimentos que estén dirigidos al público infantil ya que el 90% de los mismos no son saludables, pero eso no quiere decir que no podamos encontrar alternativas sanas. Un bote de garbanzos está procesado, pero es sano. Podemos ofrecer a los niños recetas tradicionales de casa, o cocina actual, simplemente alimentos, basando su alimentación en esto y menos en productos infantiles y superfluos. No es que todo tenga que ser natural, hay muchísimos recursos", concreta Sánchez.

"En las familias nos empeñamos por el bien de los niños en obligarles a comer sano y lo que hacemos es abrir una puerta de mala relación con la comida"

Aitor Sánchez - Dietista-nutricionista

"No hace falta que coman de todo, hay muchas cosas que si no las comen mejor, lo importante es que lo que coman sea saludable. Es un error dar dulce cuando el niño ha comido poco porque igual simplemente no tiene más hambre. Mientras esté bien y no esté enfermo podemos respetar su apetito y saciedad. Que coma cuando tenga hambre, y si algo no les gusta no pasa nada, podemos darle otra cosa, buscar alternativas. Hay tal variedad de frutas y verduras y tantas formas de prepararlo que es irreal que no les guste algo de ninguna manera", agrega Martínez.

"Con el 'baby led weaning' los bebés agarran los alimentos y las madres deberían saber que todavía no ha habido un bebé en el mundo que no se haya atragantado"

Lucía Martínez - Dietista-nutricionista

En este sentido, estos dos nutricionistas hacen hincapié en que "obligar a comer genera una vinculación bastante hostil en la comida". "En las familias nos empeñamos por el bien de los niños en obligarles a comer sano y lo que hacemos es abrir una puerta de mala relación con la comida, porque además siempre les obligamos a comer cosas sanas y les prohibimos comer lo que más les gusta. Es súper contradictorio para ellos", concreta Sánchez, que además dice que "el enfoque que se recomienda ahora es intentar que la comida no sea un castigo, ni una recompensa. Si el niño no quiere algo ya comerá más adelante, pero las familias no solemos respetar su apetito y la solemos liar porque como no quieren lentejas, les damos galletas, un helado, un bollo... ni ofrecer lentejas al fallo y dárselas todo el rato, ni hacer eso en la merienda".

'Baby Led Weaning'

Por otro lado, tanto Martínez como Sánchez también se encargan de ofrecer pautas y consejos a los padres y madres que están en las primeras etapas de vida de los bebés. Así, son partidarios de la famosa técnica 'baby led weaning', una forma de incorporar los alimentos sólidos en la dieta de los bebés. Según la web oficial, "como su nombre indica, es una alimentación complementaria, no sustituye a la lactancia materna (o leche de fórmula). Al principio, hasta el año, es más un método para educar que para alimentar, ya que su principal fuente de alimento sigue siendo la leche materna". En concreto, esta forma de alimentar a los bebés les permite descubrir sabores, texturas, colores y olores en la comida y les ayuda a desarrollar la coordinación ojo-mano y la masticación".

'Baby Led Weaning'

El baby led weaning (blw), podría traducirse como alimentación complementaria autorregulada o alimentación complementaria a demanda y es una manera de incorporar los sólidos en la alimentación del bebé sin pasar por la fase de purés y papillas, siendo el propio bebé quien se alimenta por sí mismo usando las manos.

"Esta técnica se debe hacer siguiendo las recomendaciones. Los bebés tienen que poder agarrar los alimentos y las madres deberían saber que todavía no ha habido un bebé en el mundo que nunca se haya atragantado, su hijo se va a atragantar coma sólido o papilla porque aprender a tragar conlleva esto. Todavía no hay humanos que hayan aprendido a andar sin caerse", sentencia Martínez, que además agrega que "eso se gestiona fácil, se tose, un poco de agua y se sigue aprendiendo. Dar papillas no nos salva. Lo que más atragantamientos causa en el mundo son las salchichas de Frankfurt. Y si aun así no están tranquilos que le den papilla, es mejor un niño comiendo esto con una madre y un padre feliz que un niño haciendo 'baby led weaning' con unos padres estresadísimos hasta la muerte y sufriendo en todas las comidas".

Aunque más allá de todo esto, ambos nutricionistas tienen claro que lo que ofrecen "no es una moda, sinouna alimentación sana que no bebe de ninguna marca" y que en general hay que empezar a educar en una forma de vida saludable en cuanto a la alimentación de los niños. "No solemos dar nuestra opinión sobre ciertos temas, siempre hablamos con base científica, así que creemos que una tasa a los alimentos superfluos, insanos, está bien pero no es suficiente. Está claro que si pones más cara la comida basura la gente que menos dinero tiene no la compra", comentan para poner el foco en los comedores escolares, una de las especialidades de Sánchez, "muchas veces mandan el menú a los padres indicando todos los nutrientes de cada plato, pero es que eso no quiere decir que sea bueno ni sano. Algunas familias ni siquiera saben identificar lo que es un menú saludable".

Porque la educación en la mesa para los más pequeños pasa por educar a los padres y enseñarles cuáles son las formas correctas de llevar a cabo una etapa en la vida que, para muchos, se puede convertir en un infierno. Ni productos infantiles, que "provocan consumo infundado, miedo a ser el peor padre", ni obligar a comer. "Es comprensible que, al hacer la compra, tengamos ese resquicio de duda y que cuando nos encontremos dándole a nuestro hijo una simple zanahoria cocida, pueda venirnos a la cabeza esa inseguridad y nos preguntemos: ¿Seguro que con esto basta? ¿Seguro que es lo que necesita?. Hay que reconocer que se lo han currado mucho sembrando incertidumbre en las familias".

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