Lo de Carlos III de Inglaterra está claro que no son las plumas. Sólo tres días después de que su gesto de desdén con uno de sus súbditos, al exigirle de malas maneras que retirara de una mesa el tintero en el que el monarca mojaba la pluma con la que iba a firmar su proclamación como rey, le valiera un aluvión de críticas en medios de comunicación y redes sociales, ha vuelto a protagonizar otro momento embarazoso con uno de esos "malditos" aparatos llenos de tinta.

En su visita a Hillsborough todo marchaba bien hasta que, durante una ceremonia de firma de libros, Carlos III se quejó de la estilográfica que estaba usando."Oh Dios, odio esto". "¡No puedo soportar esta maldita cosa! Lo que hacen cada maldito momento", exclamaba ante sus asistentes reales que, rápidamente y visiblemente preocupados, socorrieron a su rey.

Manchado de tinta y, después de haber cedido la desquiciante pluma a su esposa, el rey de Inglaterra abandonaba la estancia visiblemente enojado y nervioso, frustrado y dando señales evidentes de que quizá la paciencia no sea una de sus mayores virtudes.