Buscaba en Tenerife un oasis en el que desconectar de un fatídico diagnóstico y acabó en espejismo. Una mujer de 42 años llamada Sue Connor, después de un sufrir un derrame cerebral, fue conocedora de que tenía un tumor que, más pronto que tarde, la dejaría sin vista. Ante ello, optó por reservar un paquete de vacaciones con ‘Teletext Holidays’ que incluía el hospedaje en el Hotel Marino, en Arona. A su llegada, se percató de que estaba cerrado. “Mis vacaciones fueron un infierno; regresé a Reino Unido con más estrés del que fui”, declaró a The Mirror.

La oriunda de Bexley, ciudad situada en el sureste de Londres, quería algo de sol y playa antes de someterse al tratamiento que le iban a aplicar; no obstante, acabó encerrada en otro apartamento que le supuso el quedarse sin los ahorros de los que disponía.

El Hotel Tenerife Marino, cerrado desde el 25 de junio de 2020. The Mirror

Desde su llegada al aeropuerto isleño ya sabía que algo no iba bien. El guía que debía llevarlos hasta el complejo turístico no estaba allí, por lo que tuvo que coger un taxi. Eso no fue lo peor, y es que Connor, al bajarse del vehículo, se encontró con un Hotel Marino completamente precintado.

Y es que tal y como se emerge en su página web, "el hotel está cerrado desde el 25 de junio (de 2020). Incluso en este momento, estamos trabajando en la mejora de los servicios prestados y el entorno del hotel. ¡Hasta pronto!”, apostilla el alojamiento ubicado en Costa del Silencio.

La londinense se vio abocada a quedarse prácticamente sin efectivo al tener que pagar otro hotel. “De los 200 euros que llevaba, me gasté 180 en un alojamiento del que no salí. Tenía ganas de regresar a casa. Que te vendan un hotel que está cerrado, es inaceptable, pero el tener un problema de salud hizo que fuera diez veces peor”, comenta.