¿El fin del papel higiénico? Podría estar más cerca de lo que crees
En un contexto marcado por la crisis económica, el cambio climático y una creciente conciencia sobre la sostenibilidad, un objeto cotidiano como el papel higiénico ha pasado al centro del debate

Rollo de papel higiénico / ED
Cada vez más personas están cuestionando el uso del papel higiénico, un producto que parecía indispensable en cualquier hogar moderno.
Lo que inicialmente podría sonar a excentricidad, está ganando legitimidad gracias a investigaciones científicas recientes y a un cambio de mentalidad orientado hacia prácticas más sostenibles y saludables.
Bajo la lupa
Investigadores de la Universidad de Florida han puesto el foco sobre los riesgos asociados al papel higiénico moderno. En un estudio publicado en Environmental Science & Technology Letters, revelaron que este producto contiene sustancias perfluoroalquiladas y polifluoroalquiladas (PFAS), compuestos químicos usados por su resistencia al agua y al aceite.
El problema es que estos químicos se han vinculado con trastornos hormonales, daños al sistema inmunológico, cáncer y problemas de desarrollo en la infancia.
Además del impacto en la salud, el uso de papel higiénico plantea serias implicaciones ecológicas. Solo en Estados Unidos, se estima que más de 27.000 árboles son talados cada día para su fabricación. A esto se suman procesos industriales que consumen grandes cantidades de agua, utilizan blanqueadores agresivos y generan residuos plásticos no reciclables.
Alternativas
Frente a esta realidad, emergen opciones que, si bien pueden parecer radicales para algunos, se presentan como soluciones más ecológicas y eficaces.
La más popular es el bidé, en cualquiera de sus versiones: desde el tradicional hasta los modelos de inodoro inteligente que integran chorros de agua y secado automático.
Además de reducir el uso de papel, el bidé ofrece una limpieza más completa y respetuosa con la piel.
Lo más innovador
Otra alternativa que está ganando adeptos es el uso de pañuelos de tela reutilizables, fabricados con algodón suave y lavables tras cada uso. Aunque el cambio exige un ajuste en la rutina doméstica y superar ciertas barreras culturales, quienes lo adoptan aseguran que se trata solo de acostumbrarse, como ya ocurre con los pañales de tela o las toallas sanitarias reutilizables.
Algunas personas incluso combinan ambas estrategias, agua para la limpieza y paños de tela para el secado, eliminando completamente la exposición a los químicos presentes en el papel higiénico convencional.
Cambio cultural
La resistencia al cambio es comprensible. El papel higiénico ha estado presente durante generaciones y muchas personas lo asocian con higiene y modernidad.
Sin embargo, el momento actual, donde cada acción personal puede tener un impacto colectivo, ofrece la oportunidad de replantear incluso nuestros hábitos más arraigados.
El debate en torno al papel higiénico no solo abre la puerta a mejorar la salud y reducir el impacto ambiental. También invita a una reflexión más profunda sobre la manera en que consumimos, sobre qué hábitos damos por sentados y cómo pequeñas decisiones individuales pueden, sumadas, convertirse en poderosos agentes de cambio.
La sostenibilidad también se construye desde el baño.
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