Una psicóloga ofrece el truco definitivo para que los niños no interrumpan
Se trata de un código no verbal consensuado con el menor

Una madre lleva a sus hijos al colegio / EFE
Los padres saben bien que, en medio de una conversación importante, ya sea con la pareja, con un compañero de trabajo o incluso por teléfono, no hay nada más habitual que un niño necesitado irrumpa solicitando atención.
Para evitar esos discos rayados de “mamá, mamá” o “papá, papá”, pedagogos y educadores recomiendan implantar la llamada señal del toque: un gesto pactado que, con un simple roce en el brazo o la mano, avisa al niño de que ese no es el momento de hablar, como explica en redes sociales la psicóloga (y madre) Irina Soldevila.
¿En qué consiste?
Se trata de un código no verbal consensuado con el menor. El niño o niña, si ve que el adulto está concentrado en una conversación o tarea y necesita atención, apoya suavemente su mano en el antebrazo, la palma de la mano o el hombro del progenitor.
A ello el padre o madre debe corresponderle con el mismo gesto, como una forma de decirle: "te veo". Al terminar de hablar le miras y le dices que "muchas gracias por haber esperado, ahora te escucho".
Esta estrategia fortalece la paciencia del niño al enseñarle que en ocasiones debe esperar, además de ofrecer una comunicación clara y coherente gracias al uso constante del mismo gesto.
A su vez fomenta el respeto mutuo al hacerle sentir valorado sabiendo que pronto será atendido y reduce los conflictos al evitar regaños y gritos que tensionan el ambiente familiar.
Pasos para implantarla con éxito
- Presentación del código: explica al niño en un momento tranquilo qué significa la señal y por qué se usa.
- Ensayo previo: practiquen juntos el gesto y la palabra de refuerzo, jugando a “cuando yo te toque, tú me miras y me das palmadita cuando termine”.
- Consistencia: úsalo siempre ante las interrupciones y no caigas en excepciones confusas.
- Recompensa de la espera: cuando finalices la conversación, reconoce su comportamiento con elogios (“gracias por esperarme tan bien”) o con un pequeño premio (un abrazo, un juego breve).
- Paciencia y refuerzo positivo: al principio costará memorizar, pero con refuerzos verbales y gestuales el niño captará el código en pocos días.
Alternativas y complementos
- El semáforo familiar: un semáforo de colores en la pared indica “verde” (puedes interrumpir), “amarillo” (prepara tu pregunta) y “rojo” (espera).
- El temporizador de arena: un reloj de arena de dos minutos marca cuánto debe aguardar el niño antes de volver a intentarlo.
- La libreta de urgencias: el pequeño anota en un cuadernillo lo que quiere contar y se lo lee al adulto cuando acabe la charla.
En resumen, al combinar un gesto claro, un refuerzo verbal y elogios por la espera, se fomenta la comunicación asertiva y el respeto mutuo en la familia. Con perseverancia y coherencia, tanto padres como hijos ganan en tranquilidad y en calidad del tiempo compartido.
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