¿Cómo se enterraba a los aborígenes canarios? Esta es la razón por la que la momia guanche del Museo Arqueológico Nacional está 'en buen estado'

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Un tinerfeño que vivió hace 500 años es noticia porque en Madrid lo han echado de la casa en la que ha estado en la última década. Esto podría parecer una noticia cualquiera, pero se trata de la momia guanche de Erques, uno de los tesoros mejor conservados de la cultura aborigen canaria que ha tenido que ser guardada en el almacén del Museo Arqueológico Nacional (MAN) como consecuencia de la aplicación de una nueva política museística promovida por el ministro de cultura Ernest Urtasun, que prohíbe la exhibición de restos humanos "salvo que sea estrictamente necesario". Polémicas aparte, ¿cómo ha llegado en tan buen estado hasta nuestros días?

La momia guanche de Erques es una de las más emblemáticas y mejor conservadas que se han encontrado en las Islas Canarias. Tiene sus orígenes en la cultura prehispánica de los guanches, pero su descubrimiento se remonta hasta los años 1763 o 1764, cuando un grupo de exploradores que buscaba restos arqueológicos se adentró en una cueva ubicada en el Barranco de Herques, en la costa suroriental de la isla.

Durante esta expedición, se encontraron numerosos cuerpos momificados, dispuestos de manera cuidadosa en andamios de madera y envueltos en pieles cosidas. Este hallazgo no solo reveló la práctica de la momificación entre los guanches, sino que también proporcionó valiosa información sobre sus costumbres funerarias.

El cuerpo más destacado de este descubrimiento fue enviado a Madrid, donde se conservó y se exhibió en el Museo Nacional de Antropología, hasta que en diciembre de 2015, la momia guanche fue trasladada al Museo Arqueológico Nacional, donde continúa siendo objeto de estudio y de exposición hasta ayer, cuando se guardó en los almacenes de este edificio estatal.

Así se enterraban a los guanches

Las prácticas funerarias de los guanches revelan, según los arqueólogos, que los difuntos eran tratados un profundo respeto. Las tumbas se ubican en cuevas y utilizaban estos lugares como sitios de sepultura. Estos espacios se consideraban sagrados por ser un espacio protegido y simbólico para el descanso eterno de los difuntos. Las cuevas se consideraban un puente entre el mundo terrenal y el espiritual, ofreciendo un espacio ideal para rendir homenaje a los ancestros.

Para poder momificar los cuerpos, antes del entierro los cadáveres eran sometidos a un estricto proceso de momificación. Este procedimiento incluía la aplicación de ungüentos y técnicas específicas para preservar los restos. A diferencia de otras culturas, en ciertos casos, la momificación se llevaba a cabo sin extraer los órganos internos. Este método particular demuestra un conocimiento avanzado sobre la conservación del difunto para la vida después de la muerte. Este es un aspecto clave para entender por qué las momias han llegado tan bien hasta nuestros días.

Los guanches disponían los cuerpos de sus difuntos en andamios de madera o sobre plataformas en posición fetal. Esta postura simbolizaba un regreso al estado de origen, sugiriendo una conexión con el ciclo de la vida.

Los guanches cuidaban muy bien a sus difuntos

Las cuidadosas prácticas funerarias de los guanches ayudaban a la preservación de los cuerpos modificados. Las cuevas ofrecen un entorno natural con temperatura y humedad relativamente constantes, lo que ayuda a minimizar la descomposición. Al estar ubicadas en espacios cerrados y protegidos, estas tumbas evitan la exposición a elementos externos, como la luz solar y la contaminación, que pueden acelerar el deterioro.

La aplicación de bálsamos y resinas durante el proceso de momificación también ayudaba a deshidratar los tejidos y a prevenir el crecimiento de bacterias y hongos, factores clave en la descomposición. También, al no extraer los órganos internos, se preservan y se conservan mejor la mayor parte de las partes del cuerpo.

Por último, al colocar las momias en posición fetal no solo tiene un significado simbólico, sino que también puede ayudar a reducir el espacio y la exposición al aire, lo que puede limitar la descomposición. Utilizar andamios o plataformas para sostener los cuerpos evita el contacto directo con el suelo, que podría retener humedad y contribuir a la degradación.

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