Desde el Mirador de la Degollada de las Yeguas, Gran Canaria se divide en dos. A un lado, Maspalomas y sus dunas. Al otro, bordeado por riscos, el barranco de Fataga, el valle de las mil palmeras. El pueblo al que nos dirigimos es famoso por las flores que siempre adornan las ventanas de las casas, blancas y con tejas, que se alzan sobre sus calles empedradas. Cuando brilla el sol todo reluce perfecto en esta aldea con una única iglesia, la de San José, y un parque temático cultural en sus inmediaciones, Mundo Aborigen, sobre los antiguos pobladores de la isla. Parte de las laderas de las montañas están cubiertas con bosques de pino. No te lo pierdas. Finca Canarias y sus plantaciones de aloe vera (fincacanarias.es).

Homenaje al gran árbol Vilaflor, Tenerife

Hay tres cipreses de más de doscientos años frente a la iglesia de San Pedro Apóstol, un magnolio centenario en la Casa de los Soler, hacienda de arquitectura tradicional canaria del siglo XVII, y pinos casi por todas partes. Algunos, como el denominado Gordo, son verdaderos monumentos: hasta nueve personas se necesitan para poder abrazarlo. Situado en la parte más alta de la isla, a 1.500 metros de altitud, Vilaflor es eminentemente rural. De sus inmediaciones parte un sendero que conduce hasta el Sombrero de Chasna, peculiar cumbre que culmina en una planicie desde la que se obtienen unas fantásticas vistas del Teide y el mar. Dónde dormir. Hotel Spa Villalba (hotelvillalba. com), todo en madera y piedra.

Vida con Laurisilva Valle de Hermigua, La Gomera

Paraíso de bancales verdes, plataneras, tranquilidad y sosiego. Bajo el influjo de los vientos alisios ya 20 kilómetros de la capital, San Sebastián de La Gomera, el municipio de La Hermigua crece alrededor del convento de Santo Domingo de Guzmán. Forma parte del valle del mismo nombre y constituía, con Agulo, el territorio aborigen de Mulagua. Laurisilva, laureles y plataneros dan vida a este mágico entorno que nace en Garajonay y muere a orillas del Atlántico. Desde los roques gemelos de Pedro y Petra se contempla la mejor panorámica. No te lo pierdas. La Boca del Chorro, con una impresionante cascada.

Teguise, Lanzarote

El pueblo de Teguise, en Lanzarote, se transforma los domingos para ofrecer un excelente y completo mercadillo, uno de los más populares de las islas. Artesanía, productos ecológicos, gastronomía... Es una de las principales atracciones de esta tranquila y pintoresca villa, antigua capital de la isla, que se despliega a los pies del castillo de Santa Bárbara, en la cima del volcán de Guanapay. Hoy acoge el Museo de la Piratería, que, junto a la Casa del Timple, instrumento musical canario, es visita obligada. También lo es la Fundación César Manrique, en la cercana Tahíche, que ahora conmemora el centenario del nacimiento de su fundador. Dónde dormir. Hotel Palacio Ico (hotelpalacioico.com), en un edificio del XVII.

Con aire colonial Betancuria, Fuerteventura

Capital histórica del archipiélago canario, esta villa de aires coloniales, situada en la parte central del Macizo de Betancuria, fue fundada en 1404 por el caballero normando Juan de Bethencourt, conquistador de las islas, que prefirió establecerse en el interior, lejos de los piratas. Dos siglos después arrasarían con todo, incluida la iglesia, hoy reconstruida, que ostentó el título de Catedral. Para llegar hasta aquí la carretera deja atrás pueblos como Los Llanos de la Concepción, que aún conserva sus molinos de viento, y serpentea entre barrancos, con miradores como el de Guise y Ayose, dedicado a los dos reyes guanches. No te lo pierdas. El Museo Arqueológico y Etnográfico, con la cultura aborigen.