Saltar al contenido principalSaltar al pie de página

Tenerife honra la tradición: la historia detrás de los cementerios y sus primeros enterrados

Desde el primer enterramiento hasta la actualidad, los camposantos tinerfeños conservan la memoria de sus pioneros

Cementerio de Santa Lastenia, en Santa Cruz.

Cementerio de Santa Lastenia, en Santa Cruz. / t

M. Plasencia

M. Plasencia

Santa Cruz de Tenerife

Durante el puente de Todos Los Santos, coincidiendo con el Día de Difuntos, los cementerios de Tenerife se llenan de visitantes que acuden a honrar a sus seres queridos. Con flores en las manos y emociones a flor de piel, los ciudadanos recorren los pasillos entre tumbas y nichos, muchas veces sin notar que entre todas las lápidas hay una muy especial: la que da nombre al propio camposanto.

La tradición de nombrar un cementerio a partir del primer fallecido enterrado en él se ha mantenido a lo largo de los siglos en la Isla. En muchas localidades pequeñas, los cementerios llevan el nombre del pueblo, pero en otras ocasiones se conserva este pequeño homenaje al primer inhumado.

San Rafael y San Roque – Santa Cruz de Tenerife (1810)

El primer cementerio civil de la capital tinerfeña surgió por la epidemia de fiebre amarilla que azotó Tenerife en 1810, con decenas de miles de contagios y entre seis y nueve mil muertos. Ubicado en el barrio de Cuatro Torres, se construyó alejado del pueblo y fue bendecido el 5 de noviembre de ese mismo año.

El primer enterramiento, como era costumbre, dio nombre al camposanto: San Rafael, el arcángel que aleja las enfermedades, y San Roque, patrón contra la peste. A lo largo de los años, las sucesivas epidemias de fiebre amarilla obligaron a ampliar el cementerio hasta 3.205 metros cuadrados en 1886. San Rafael y San Roque dejó de utilizarse en 1916 tras abrirse el cementerio de Santa Lastenia.

Cientos de personas acuden a Santa Lastenia a enramar a sus muertos

Familiares de fallecidos enterrados en Santa Lastenia. / Andrés Gutiérrez

Santa Lastenia – Santa Cruz de Tenerife (1910)

Actualmente, Santa Lastenia es el cementerio más grande y usado de Tenerife. Tras comprobar la falta de espacio en el antiguo camposanto, se adquirieron 40.000 metros cuadrados en la Montaña de Hoya Fría, terreno ventilado y alejado de la ciudad.

El cementerio fue inaugurado en 1916 y bautizado con el nombre de María Lastenia de la Concepción del Pino Rodríguez, una joven de 16 años fallecida de tuberculosis pulmonar en 1916. Este homenaje se mantiene vivo, y en 2016 se celebraron los actos conmemorativos del centenario del cementerio.

San Juan Bautista – La Laguna (1814)

El segundo cementerio de Tenerife, tras San Rafael y San Roque, se estableció en La Laguna. El primer enterrado fue Juan Rodríguez Toste, un vecino de 41 años de la ciudad de Aguere, quien falleció sin bienes ni testamento.

El cementerio permaneció activo hasta 1983, cuando alcanzó su capacidad máxima. Entre sus inhumaciones destacadas se encuentra la de Anselmo Pardo Hernández, último enterrado en la necrópolis histórica.

Cementerio de San Luis – La Laguna (1983)

Siguiendo la tradición, el cementerio de San Luis tomó el nombre de la primera persona inhumada en 1983, llamada Luis. Este camposanto se creó tras el cierre del antiguo San Juan y en el año 2000 fue declarado Bien de Interés Cultural con categoría de Monumento Histórico. Entre sus tumbas más destacadas está el reciente traslado de las cenizas del científico tinerfeño Blas Cabrera.

Tracking Pixel Contents