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El eco del 'pan por Dios' suena con fuerza en las calles de Garachico

Más de un centenar de niños de la Villa y Puerto buscan la caridad de sus vecinos en el Día de Todos los Santos

Pan por Dios, la tradición del Día de Difuntos en Tenerife

María Pisaca

Leticia Dorta Lemus

Leticia Dorta Lemus

Santa Cruz de Tenerife

Es día uno de noviembre en Garachico. Se oye el timbre, aunque no son aún las nueve de la mañana. "¿Quién es?", pregunta un vecino. Al unísono, un grupo niños grita: "¡Pan por Dios!". Esta tradición, arraigada en el noroeste de Tenerife, suena con fuerza en las calles garachiquenses.

Hasta las 12:00 horas

Más de un centenar de niños de la Villa y Puerto, la gran mayoría acompañados por sus padres, buscan la caridad de sus vecinos en el Día de Todos los Santos. Concretamente, el barrio de El Volcán concentra, en las primeras horas de la mañana del sábado, a una extensa tropa de niños, y no tan niños, que van puerta por puerta entonando tres palabras. Con algo de prisa, recorren el municipio, ya que hay una hora límite para pedir 'pan por Dios': las 12:00, el momento del mediodía.

La alegre costumbre precede al recuerdo de los difuntos, que se celebra al día siguiente. Por ello, hay quienes establecen cierta relación con las ánimas y el recuerdo de los que ya no están.

Posible origen portugués

El libro 'Apuntes generales sobre la historia de Garachico', del historiador local Carlos Acosta, hace referencia al origen portugués de esta tradición: "Las familias portuguesas llegaron a constituir el 80% de los habitantes. Seguro que la costumbre obedeció a la situación de pobreza que se vivió en épocas de epidemias, lo que llevaría a los niños a acudir a los domicilios de las personas de superior nivel económico solicitando ayuda para mitigar el hambre".

Un día esperado

Luisa León León tiene 85 años. La garachiquense alude, precisamente, a esa situación de escasez y hambruna al recordar los años en los que, siendo una niña, salía a pedir 'pan por Dios'. "No veíamos la hora de que llegara este día por el hambre que había. Íbamos a casa de Conrado Brier y los marqueses de Villafuerte. Había sitios especiales y tenías que ir corriendo para que no se te adelantara otro", recuerda.

La tradición del 'pan por Dios' vivió cierta decadencia, pero ahora está en plena efervescencia en Garachico. "A algunos niños les da vergüenza pedir y no vienen solos, como hacíamos antes. Vienen con los padres", explica. Reconoce que ahora hay muchos coches, "antes no había nada y uno corría para abajo y para arriba sin problema".

Tiempo de verdura

Aunque la costumbre se mantiene desde hace muchas décadas, lo que sí cambia son las maneras: "Antes nos daban calabaza, chayotas, bubangos, coles, naranjas, manzanas, castañas... de todo. Compartíamos, porque íbamos pocos. Ahora es demasiado. Tocan en la puerta y son hasta 70", explica.

Al día siguiente del 'pan por Dios', la madre de Luisa León "hacía un puchero. Uno se volvía loco, porque era un guiso con todo. Mis padres tenían corrales con animales. Mataban a una gallina y con toda la verdura hacían la comida. No olvido lo bueno que era eso", rememora. Además, habla de la tradición gastronómica de este día en el barrio en el que ha vivido siempre: "Ese día se comen batatas, papas, plátanos guisados, calabaza con pescado salado con mojo de azafrán", enumera la receta para el Día de los Santos Difuntos.

Pan por Dios, el Halloween de la Isla Baja, en Tenerife

Pan por Dios, el Halloween de la Isla Baja, en Tenerife / María Pisaca Gámez / ELD

Golosinas

El presente endulza la caridad y los vecinos suelen entregar a los niños golosinas. "Ahora, con lo cara que está la verdura, lo que dan son chucherías. Yo hace unos años que hago rosquillas o rosquetes, saco la bandeja a la puerta y empiezan a coger", comenta esta vecina de El Volcán a la que no le hace mucha gracia que "los niños vengan con mochilas. Lo bonito eran los cestos de mimbre", presume.

El membrillo de Sayo

Unas casas más allá , en la principal calle de El Volcán, Sayo Gutiérrez reparte membrillo elaborado por ella. Lo tiene de manzana y todas las frutas que le da su finca en El Tanque. Sobre una coqueta mesa de una antigua máquina de coser Singer, Gutiérrez tiene muy bien colocados los pequeños tarros de plástico que entrega a los niños que se le acercan. Se respira tradición en todo lo que rodea a la vecina. "¡Esto está más bueno!", suspira uno de los adolescentes que acude todos los años a por la mermelada de esta garachiquense.

Gutiérrez también recuerda, a sus 79 años, el 'pan por Dios' de su infancia. Su testimonio es fiel al de su vecina, aunque el goteo incesante de niños interrumpe su narración sin importar demasiado. Es lo que toca.

Llenar las mochilas

Unas calles más arriba, y con el sol prometiendo un día precioso, un numeroso grupo de niños de entre cinco meses y seis años comienza el recorrido. Prometen llenar sus mochilas hasta llegar a la costa de Garachico y parece que no habrá nada que los detenga, al grito acompasado y entonado de "¡pan por Dios!"

Ellas también lo dan

Las monjas de clausura concepcionistas franciscanas de la Villa y Puerto también están preparadas para repartir sus tradicionales pañuelitos, unos dulces artesanales que llevan su sello. Tocan el timbre, dicen las tres palabras mágicas y entonces el torno de madera gira con una bolsa de papel con los dulces dentro.

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