Zahra, la joven que murió en el tranvía de Tenerife tras cumplir su sueño de viajar a Asia
Zahra Hajlouti López, madrileña de 21 años que llevaba tres viviendo en la Isla, acababa de llegar de un largo viaje a Sri Lanka cuando perdió la vida arrollada por el tren ligero el 30 de septiembre en la avenida Islas Canarias

Andrés Gutiérrez

La joven que murió el 30 de septiembre atropellada por el tranvía en Santa Cruz de Tenerife tenía nombre, apellidos, familia, amigos, trabajo, dramas, sueños, muchos sueños. También tenía despistes, sobre todo cuando escuchaba la música que tanto le gustaba: el flamenco, el tecno, el rap... Aquel día por la mañana, Zahra Hajlouti López, nacida en 2003 en Madrid, morena, pelo rizado, de nariz achatada, ojos negros encendidos, tenía más razones que nunca para estar distraída. Acababa de aterrizar en Tenerife tras pasar casi 40 horas en tres aviones sin apenas dormir.
Acababa de llegar de un largo viaje
No veía la hora de irse a la cama pero debía renovar la matrícula de la autoescuela para hacer el examen práctico y, de paso, acercarse al supermercado a comprar algunos alimentos básicos pues tenía la nevera vacía. Acababa de cumplir un sueño: viajar a Asia. El mismo viaje que tanto quiso hacer con su madre cuando, de niña, veían por la tele el concurso Pekín Express. Con ella no pudo hacerlo porque murió en 2020 por el covid nada más desatarse la pandemia. Un duro golpe que Zahra siempre llevó a cuestas.
Pero el 12 de septiembre pudo partir a Colombo, capital de Sri Lanka, con un amigo. En los vídeos que colgó en su perfil de Instagram aparece siempre con una sonrisa entusiasta. Se le ve alongándose al famoso tren que recorre la ruta de Kandy a Ella, considerado uno de los trayectos más pintorescos del mundo; o contemplando un atardecer en medio de la selva, o bañándose en una catarata...
El pasado 30 de septiembre, los dos amigos que vivían con ella en la misma avenida Islas Canarias por donde pasaba el tranvía, la madrileña de 28 años Paula Sánchez y el novio de esta, el tinerfeño de la misma edad Brian Nuez, la vieron llegar a eso de las nueve de la mañana. Había volado de Colombo a Estambul, capital de Turquía, y de Estambul a Madrid, donde hizo noche en los pasillos del aeropuerto de Barajas, descansando cómo pudo, pues no llegó a tiempo de coger el último enlace con Tenerife. Se subió en el primer avión de la mañana que venía a la Isla. Y de ahí, agotada y con jet lag, se fue para su casa en Santa Cruz.
Aquel fatídico día
"Me ofrecí a acompañarla pero no quiso", recuerda Brian. "Quería bajar, hacerlo todo lo más rápido posible y volver para descansar al fin". Entonces la vio irse tras poner una lavadora con parte de la ropa que traía del viaje. Ya en ese momento llevaba los auriculares puestos. Al día siguiente tenía que trabajar.
Zahra Hajlouti no volvió más. Según revelaron varios testigos a Paula y Brian, Zahra, que seguía con los auriculares puestos escuchando música, cruzaba el mismo paso de peatones de la Avenida Islas Canarias, a la altura de la calle Poggi Borsoto, que tantas veces había transitado cuando el tranvía, que descendía hacia el puente Zurita, se la llevó por delante. Ella se confió al ver a otras dos jóvenes cruzar el paso de cebra. Los mismos testigos comentaron que el tranvía tocó varias veces la pita. Zahra no miró ni escuchó los avisos. Iba ensimismada con sus cascos y su agotamiento. Una distracción de unos segundos.

Zahra Hajlouti López, la joven de 21 años que falleció arrollada por el tranvía el pasado 30 de septiembre. / E. D.
Es paradójico que la misma isla que le dio la vida fue donde la perdió. Y es que Zahra Hajlouti, de madre española y padre marroquí, y cuyo nombre significa en árabe flor, brillante, resplandeciente, había encontrado en Tenerife su mejor versión. Paula, Brian y otra amiga, la murciana de 25 años María López, enfermera del Hospital Universitario de Canarias (HUC), lo corroboran: "Estaba enamorada de la Isla. Aquí se le veía más feliz, sonriente y extrovertida que nunca, nada que ver con aquella Zahra de Madrid que era más tímida y reservada".
Así se gestó su traslado a Tenerife
Zahra residió en Leganés, a las afueras de Madrid, con su madre. Cuando esta murió en 2020, sus abuelos fueron a Leganés a hacerse cargo de ella. Estudió el grado superior de márketing. Luego trabajó, pero por poco tiempo, en un restaurante de la capital. Paula Sánchez la conoció a través de una prima. En 2021, Paula viajó por primera vez a Tenerife para encontrarse con otra prima. En la Isla conoció al tinerfeño Brian. Se gustaron y comenzaron una amistad que terminó en relación.
"En Tenerife me sentí liberada", rememora. Solo fue una semana. "Tras regresar a Madrid, un día me encontré con Zahra y hablamos de la isla, de lo maravillosa que era. Le dije: '¿por qué no nos vamos juntas, de aventura? Te vas a querer quedar como me pasó a mí". Dicho y hecho. Vinieron en septiembre de 2021. Se quedaron en casa de la prima de Paula que residía en Santa Cruz, en concreto en el histórico barrio de El Toscal. "Fue un amor a primera vista. Como predije, se quería quedar. En la isla, Zahra era otra: risueña, activa, más cariñosa que nunca, vital...".

María López, Paula Sánchez y Brian Nuez, amigos de Zahra y quienes han iniciado una recogida de firmas para mejorar la seguridad en el paso de peatones en el que murió la joven madrileña. / Andrés Gutiérrez / t
Al volver a Madrid a la semana, Zahra recuperó aquella imagen de niña rota, esquiva, aislada. El fin de año de 2021 a 2022 lo pasaron juntas en casa de la familia de Paula. "¿Nos vamos a Tenerife a emprender un nuevo camino?", le dijo Paula. Le contestó al instante: "¡Sí!". En enero de 2022, después de pasarse seis meses de 'airbnb' en 'airbnb' por la crisis del alquiler, que las llevó del sur al norte, del Puerto de la Cruz a La Cuesta, ambas al fin consiguieron un piso estable en la capital tinerfeña, empleo, amistades, cierta estabilidad...
Amaba Tenerife
Zahra trabajó en el Panaria de la plaza de España, en la discoteca Bongó de la avenida de Anaga, en el bar Cinco Estrellas de José Murphy... No había cosa que más le gustara que recorrer toda la geografía insular, pero sobre todo ver atardecer en el mirador de Chipeque, con sus privilegiadas vistas al Teide y el valle de La Orotava, o bañarse en la playa de Benijo, en Anaga.

Zahra durante su viaje a Sri Lanka, justo días antes de perder la vida al ser arrollada por el tranvía en Santa Cruz de Tenerife. / E. D.
Le gustaba tanto Tenerife y Benijo que llevaba la playa tatuada en un brazo. En los ratos de asueto escuchaba música y veía series. Sus favoritas: 'Breaking Bad' y 'Alice in Borderland'. Y cuando llegaba el Carnaval chicharrero, era la primera que se apuntaba a hacerse un disfraz y lanzarse a la calle. En la última edición se disfrazó de un personaje del manga 'Dragon Ball'.
Una joven generosa, cariñosa...
Paula y Brian veían a Zahra como una hermana. "A mí me contaba los secretos", confiesa Brian. "Era generosa, muy amorosa, siempre nos apoyaba". Aquella fatídica mañana del martes 30 de septiembre, ambos se enteraron de que el tranvía había atropellado a alguien. Estaban tan unidos que usaban una aplicación de geolocalización por seguridad a través de la cual sabían dónde estaba cada uno. "Miramos el teléfono por curiosidad y salía que Zahra estaba en la avenida Tres de Mayo. Pensamos, '¿y qué hace en Tres de Mayo?'", rememora Paula.

Operativo de atención tras el atropello de Zahra en la línea 1 del tranvía en la avenida Islas Canarias el 30 de septiembre. / María Pisaca
Empezaron a llamar de forma insistente. No cogía el móvil. "Qué raro", pensaron. Fue entonces cuando sonó el teléfono de Paula. Era un policía. El agente le preguntó si conocía a Zahra, pues aparecía en el mismo domicilio de la ficha del empadronamiento. Tras la respuesta afirmativa de Paula y la insistencia de Brian, que comenzó a tener serias sospechas de que podía ser Zahra, el policía se limitó a decirles que iba a ir a la casa con una psicóloga.
Así se enteraron
Fue así como se enteraron de que aquella persona que había fallecido arrollada por el tranvía era Zahra. Y fue entonces cuando entendieron por qué la aplicación situaba su móvil en Tres de Mayo: era la comisaría de Policía a donde el agente había llevado el teléfono.
El pasado 28 de octubre, Paula Sánchez, con el apoyo entre otros de Brian Nuez y María López, iniciaron una recogida de firmas para solicitar mayores medidas de seguridad en el paso de peatones de la avenida Islas Canarias. Vecinos de la zona llevan años reclamándolo al considerar que es un punto de mucho riesgo. Piden las firmas de forma presencial o a través de Change.org, la plataforma digital de participación ciudadana.
Un punto que necesita más seguridad
Advierten que en este punto de alta densidad de tráfico hay un semáforo pero solo para los vehículos y el tranvía, no para los peatones. "La colocación de un semáforo en este cruce es necesaria para evitar futuros accidentes e incluso para salvar vidas", se lee en Change.org. "Solo buscamos que nadie más tenga que pasar por lo que estamos pasando nosotros", deja claro Paula. El día que iniciaron la campaña, ella y los otros amigos de Zahra pusieron flores en un poste del dichoso paso de peatones, así como fotos y otros recuerdos de la fallecida.
A raíz de este trágico accidente, el tranvía del área metropolitana tinerfeña puso en marcha la campaña 'Desconecta, mira y cruza'. "Un recordatorio sencillo pero vital: levantar la vista del móvil antes de cruzar puede salvar vidas", recuerda uno de los vídeos colgados en las redes de Metrotenerife, la empresa pública de este transporte. Y concluye: "Porque un segundo de distracción puede marcar la diferencia".

Imagen de Zahra colocada, junto con flores y otros recuerdos, en el paso de peatones donde perdió la vida el 30 de septiembre. / María Pisaca / MARIA PISACA
El pasado 19 de octubre, Zahra Hajlouti López habría cumplido 22 años. El sábado 3 de octubre, su cuerpo fue trasladado a Madrid, donde la velaron su padre, sus abuelos y el resto de familiares y amigos. Paula, Brian y María viajaron a la capital expresamente para coger las cenizas de Zahra y traerlas a Tenerife. Al entierro llevaron una corona de rosas rojas con forma de corazón con una cinta en la que se leía: "De Tenerife al cielo, tus amigos no te olvidan".
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