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La paradoja de Arona desvela que el ‘paraíso’ turístico puede ser pobre

El municipio se encuentra en el vagón de cola de Tenerife en renta per cápita, con 11.184 euros, pese al músculo de su oferta alojativa

La playa de Las Vistas, en Los Cristianos, en el municipio de Arona.

La playa de Las Vistas, en Los Cristianos, en el municipio de Arona. / María Pisaca

Arona

«No hace falta ser ningún lumbreras para darse cuenta de que aquí pocos van sobrados de dinero». La frase es de Raúl García, un camarero de origen murciano que a media mañana del viernes se preparaba para el fin de semana haciendo algo de compra en la calle Fuerteventura, una especie de avenida principal de El Fraile, en Arona. «Tú solo mira alrededor; vete hasta el final y date una vuelta por alguna calle al azar», expresó sobre una de las zonas más deprimidas de un municipio al que han puesto en el punto de mira las cifras del Atlas de distribución de las rentas de los hogares, publicado esta semana por el Instituto Nacional de Estadística (INE) y que contiene datos para el ejercicio 2023.

Arona tiene registrados más de 86.000 habitantes y su presupuesto municipal supera los 127 millones de euros. Pero, si algo define a este municipio, es que está considerado uno de los grandes epicentros turísticos de Tenerife. Según cifras de Exceltur-Alianza para la excelencia turística en su Atlas municipal de la contribución social del turismo en España 2024, cuenta con 60.212 plazas alojativas que lo posicionan como undécimo destino de todo el territorio español y segundo de Tenerife por detrás de Adeje, que alcanza las 72.634. Se trata de números respetables, pero que, al mismo tiempo, no son directamente proporcionales a la renta media de los vecinos. Y no es que los aroneros no sean de los más ricos de Tenerife, sino que casi son los más pobres.

11.184 euros

La renta neta media anual por persona en este enclave sureño es de 11.184 euros, muy lejos de los 17.109 de El Rosario, que lidera con holgura el listado. Tal es la situación que Arona solo se encuentra por encima de La Victoria de Acentejo (11.153), Icod de los Vinos (11.084), Los Silos (11.053) y El Tanque (10.932). Es un ejemplo diáfano de la paradoja tinerfeña y canaria del municipio turístico en cuya población no se ve reflejada una mayor concentración de la riqueza. Arona aparece ahora en el quinto puesto por la cola, pero previamente la situación fue incluso peor. En 2021 y 2022 obtuvo los registros más bajos de la Isla: 8.741 y 9.914 euros.

La población local es consciente de esa realidad. No tiene los datos en la cabeza, pero lo palpa en la calle. «Mira los locutorios, las tiendas pequeñitas, los estancos… Fíjate en las casas. ¡¿Cómo va a ser esto un municipio rico?!», reflexionaba el viernes el camarero que compraba en la calle Fuerteventura. El Fraile es consecuencia de la Arona contemporánea, que nació al calor del boom turístico de la segunda mitad del siglo pasado. El cambio de paradigma llevó al desarrollo de núcleos tan pujantes como Los Cristianos y Las Américas. Hubo inicialmente oportunidades para que vecinos de aquella antigua Arona dejasen atrás una época de terratenientes y pobreza. Sin embargo, el despegue definitivo se convirtió en un problema. Son tantos los que han acudido hasta allí en busca de su particular ‘sueño turístico’ que la situación se ha ido descontrolando.

«Municipio de aluvión»

Parte del contexto anterior lo pone sobre la mesa Antonio Álvarez. Es diplomado en Turismo por la Universidad de La Laguna y su profesión lo ha llevado durante décadas por casi cualquier esquina del Sur. «Se podría decir que este es un municipio de aluvión al que viene gente de todo Tenerife, de España, de Europa, de Sudamérica... Hay mucha población no empadronada y economía sumergida». La opinión de Álvarez es que la baja renta está más relacionada con los factores anteriormente mencionados que con que la actividad turística no tenga un verdadero efecto tractor sobre las economías domésticas. «Hay una realidad muy compleja», sintetizó.

La Arona que no aparece en las postales no solo está en El Fraile, sino también en Guaza y en lugares ubicados de la autopista hacia arriba, como Cabo Blanco. Las realidades son, si cabe, peores en el asentamiento de Lomo Negro, que se desarrolló ajeno al planeamiento urbanístico junto a El Fraile, o detrás de las plataneras de Guaza. Otro de esos núcleos se encuentra entre Los Cristianos y Montaña de Guaza. Después está el chabolismo; la ‘okupación’ a gran escala, como ocurre en el edificio Chasna, y la gente que malvive en furgonetas camperizadas y vehículos convencionales para ir a trabajar.

Viviendo en el coche

Precisamente en ese último fenómeno se detuvo Antonio Rodríguez, un jubilado de Santa Cruz que cuenta con una segunda residencia en Las Galletas y que se encontraba el viernes en el exterior de la Urbanización Alborada, en TenBel. «Mi hijo tiene un amigo de treinta y pico años que trabaja con él en un hotel y que, como no tiene dónde quedarse aquí en el Sur, duerme en el coche muchos de los días en que le toca trabajar para no hacer tantas veces el recorrido hasta Tacoronte, donde vive con los padres, y ahorrarse la gasolina», indicó. «Mi opinión general es que esto está cada vez peor», manifestó.

Al otro lado de la calle, en Las Galletas, Tatiana González también aportó su opinión. Tiene 39 años y reside con su pareja y su hijo en un piso alquilado que les cuesta 800 euros. Ella trabaja en un comercio y él, en un restaurante. «Dentro de lo que cabe nos va bien, porque con el sueldo de los dos nos da para pagar la vivienda, comer, comprar ropa para el niño… No nos podemos quejar. Pero al mismo tiempo no es normal que a lo máximo que puedas aspirar sea a esto. Es verdad que ese es un problema general y no de Arona; pero la realidad es que aquí hay muchísima gente que lo está pasando muy mal», relató.

El contraste que cabría esperar a unos kilómetros de allí, en Los Cristianos y Las Américas, es más estético que real. Cambia el paisaje, pero no los discursos. Al menos eso se desprende al pulsar varios testimonios en la zona de la famosa Milla de Oro. Santiago Reyes cargaba sillas en un establecimiento hostelero el pasado viernes por la mañana. Lleva tres décadas en Tenerife, a donde llegó en busca de trabajo. «A mí no me sorprende eso que me estás diciendo. Es normal que la gente tenga ingresos bajos. Aquí todos somos currantes», opinó este valenciano en la cincuentena. «Quienes único tienen dinero son algunos turistas, y no todos. Y supongo que también los dueños de los grandes hoteles y empresas. Ni siquiera el que abre un negocio pequeño se enriquece con esto, sino que va tirando como puede», añadió.

Efecto en otras zonas

Las explicaciones de un joven que prefirió no decir su nombre también tienen interés. Aseguró que es vecino de El Tanque y que cada día se desplaza a trabajar hasta Las Américas. «El Anillo Insular ha facilitado tanto la conexión con el Sur que en un momento estás aquí», dijo. Su reflexión rápida es que lo que genera Arona y su actividad turística no solo se queda en el municipio, sino que llega a muchas otras zonas de la Isla. «Un ejemplo es el mío, que lo que yo gano no se cuenta aquí, sino en El Tanque, que es donde estoy empadronado», planteó, antes de admitir que no deja de ser llamativo que los índices de ingresos en un lugar con tanto músculo turístico sean de los más bajos.

Otro testimonio es el de Rubén González, que es aronero y trabaja en el servicio de mantenimiento de la piscina de un hotel. «Que se ganen 11.000 y pico euros por persona al año me parece normal. Casi todo el mundo con un trabajo de los de aquí a jornada completa gana un poco más de 1.000 al mes y después está la gente que no trabaja ni tiene ingreso ninguno, que es un montón. Hasta alto me parece 11.000 euros». Y agregó: «Seguro que estará el que diga que deberían pagar más, pero por limpiar una piscina tampoco puedo pretender cobrar 3.000 euros».

Más realidades tinerfeñas

  • Los bajos resultados que presentan La Victoria de Acentejo (11.153 euros), Icod de los Vinos (11.084), Los Silos (11.053) y El Tanque (10.932) invitan a una reflexión sobre las medianías norteñas. San Juan de la Rambla (11.614) y Buenavista del Norte (11.531) también están cerca del vagón de cola.
  • El de Arona no es un caso aislado. Hay más municipios con fuerte presencia turística y malos resultados en la renta media per cápita. Adeje, en el que se contabilizan más plazas turísticas de Tenerife (72.634, según cifras de Exceltur correspondientes a 2024), está a media tabla, con 12.060 euros. Guía de Isora aparece algo más abajo, con 11.649. En peor situación se encuentran Granadilla de Abona y Santiago del Teide (11.489 y 11.280).
  • Santa Cruz de Tenerife ocupa la cuarta posición, con 15.110 euros. La Laguna, que es el segundo municipio en población de la Isla y que cuenta con un casco histórico que ha estado de moda durante años, aparece en octavo puesto (13.863).
  • En una mirada más amplia, la renta neta media por persona de Tenerife es más baja que la de Gran Canaria. La primera registró 12.173 y 13.288 euros en 2022 y 2023, en contraposición a 12.957 y 13.978 de la segunda. Esos datos traen por un momento a la memoria la afirmación que realizase la presidenta del Cabildo de Tenerife, Rosa Dávila, el pasado mes de julio, cuando dijo que la Isla se había vuelto a convertir en «la locomotora económica de Canarias».

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