Las Fuentes en Guía de Isora: la resistencia al olvido
El caserío, que fue el granero de la comarca, cuenta con una activa asociación de vecinos que quiere revitalizar y dinamizar al núcleo

María Pisaca
Nada hace imaginar que detrás del monumento natural de la Montaña de Tejina, en Guía de Isora, se encuentre un caserío, Las Fuentes. Y viéndolo en la actualidad, tampoco parece que en algún momento de su historia fuera un nido de bullicio por centralizar la recogida de agua y los cultivos en el sur de Tenerife. El padrón municipal registró más de un centenar de habitantes a principios del siglo XX. Actualmente, cuenta con cinco vecinos de manera estable. Dos de ellos forman un matrimonio: una holandesa y un palmero que apenas llevan dos años viviendo en Las Fuentes, tras comprar y rehabilitar una de las casas.
Un guía turístico exclusivo
Al conocer a Félix Álvarez Vargas, presidente de la asociación de vecinos del lugar, se intuye que Las Fuentes esconde mucha historia y recuerdos. Es el responsable de que la memoria de sus bisabuelos, abuelos, padres y gran parte de los habitantes del lugar no caiga en el olvido. Se baja de su coche, se enfunda la gorra en la que aparece serigrafiado el nombre completo del colectivo vecinal y se ajusta con el cinturón su pantalón técnico. Todo apunta a que el recorrido por el territorio va a ser un auténtico tour turístico, con guía incluido. Una verdadera suerte.
Previamente, una pareja aparcó su vehículo todoterreno junto al de Félix Álvarez Vargas. No son de allí, pero les gusta ir de vez en cuando para visitar la zona. Antonio Morales Mora y Dori Álvarez Rodríguez se unen al inicio del tour y atienden de manera interesada a la explicación introductoria del presidente, quien cuenta que él no llegó a vivir allí. Pero señala las casas de toda su familia.
Álvarez, Morales y Álvarez, otra vez
Morales y Álvarez tienen un trocito de tierra en El Choro, un caserío que se encuentra justo en frente de Las Fuentes, aunque son de Acojeja. "No entiendo cómo la gente puede abandonar lo nuestro. A mí me gusta saber de lo de aquí", dice triste Morales mientras se coloca la gorra. Tiene un hijo, del que duda que asuma las tareas del campo en las tierras que heredó de sus padres. Esta es una de las razones por las que núcleos como Las Fuentes se vacían de vida: la falta de relevo generacional.

La vida en Las Fuentes (Guía de Isora) / María Pisaca
Vías para la vida
Pero también influyen las vías de comunicación. En este caso, el acceso de Las Fuentes está pavimentado, aunque cuenta con pendientes muy acusadas y curvas cerradas. Fue en 2019 cuando el Cabildo de Tenerife remodeló por completo la carretera con más de un millón de euros. Hasta entonces, si no se tenía un vehículo cuatro por cuatro era muy difícil llegar hasta allí. "Recuerdo que si llovía, la pista quedaba hecha un desastre y teníamos que acondicionarla nosotros como pudiéramos", comenta el presidente de la asociación vecinal. "Podíamos tardar casi una hora en subir hasta aquí cuando la distancia es de apenas cuatro kilómetros", describe aliviado por la situación actual de la vía. Eso sí, más vale que el encuentro de dos coches en sentidos opuestos no ocurra. Es un tanto estrecha.
Comienza la ruta
Félix Álvarez Vargas se metió en el papel de guía turístico y creó una ruta. El siguiente paso fue visitar a Clemente García Reyes. Compró una pequeña parcela en 1991 y la convirtió en un verdadero paraíso donde celebrar: parrales, árboles frutales, un pequeño columpio, un brasero, una bodega, las colmenas de su hijo y un horno hecho por ellos son algunos de los elementos que preceden a un balcón con una vista impresionante al barranco de Guaría. Actualmente jubilado, García Reyes es originario de Tegueste, pero la vida lo llevó hasta el sur de Tenerife. Allí se instaló y al adquirir esa casa-cueva en Las Fuentes no ha dejado de ir para cuidar lo que tiene. Es un hombre curtido por el tesón y el trabajo. Su camisa de cuadros y su vaquero, enfundado en su delgado cuerpo, denota cierta preparación estilística.
Afortunadamente, el hijo de Clemente García Reyes le sigue los pasos. Tiene varias huertas de papas, fuera de la casa-cueva, que destacan en medio del paraje: en un balcón ocre y poroso cuelga el verde y la imaginación invade el pensamiento. ¿Cómo sería este caserío con todos sus bancales cultivados y llenos de color esmeralda? Un auténtico paraíso para la vista, el olfato y el gusto.
El silencio aplastante
El oído quizá percibiera algunos decibelios de más con el trajín propio de la jornada del campo. Cuenta Félix, recuperando su rol de guía turístico, que de las últimas veces que su madre estuvo en Las Fuentes notó cómo sus ojos se inundaban del brillo de las lágrimas. "¿Qué le pasa madre?", le preguntó y ella sentenció: "Ahora aquí hay mucho silencio. Antes se escuchaba a la gente, la alegría de los vecinos, cuando venían a buscar agua, los niños jugando en la calle... Pero ahora, esto está tan triste". Gracias al tesón de Félix Álvarez los recuerdos de su madre perviven en él y, ahora, queda por escrito que en Las Fuentes hubo un tiempo del que su manantial no brotaba solo agua, sino también la vida cotidiana.
Objetivo: la revitalización
El presidente de la asociación de vecinos de Las Fuentes tiene claro cuál es su objetivo y su hoja de ruta para recuperar la vida del caserío. Habla de resucitar el pastoreo de cabras, tal y como hacía su familia. También quiere que las tierras se cultiven, ya que el jable (terreno sobre el que se encuentra Las Fuentes) retiene muy bien el agua y la humedad. Los bubangos de Clemente García son una buena muestra de lo agradecido que es el terreno allí. Además, puede presumir de vino.
Álvarez Vargas quiere promover el turismo rural y sostenible. No existen casas de alquiler vacacional ni otro tipo de alojamiento que revitalice de manera puntual el caserío.Y aunque el presente pinte algo desolador, Las Fuentes está bien conservado. Es la sensación que da, tanto a nivel material como inmaterial. El abandono no parece parte de su esencia y el entusiasmo del particular guía turístico lo pone de relieve. Cada diez minutos alza el brazo, adornado por su reloj de plata, para indicar algún elemento diferenciador o recordar alguna página de la historia del núcleo isorano.
La ermita de San José
Es el caso de la ermita de San José. Corona el monumento natural de la Montaña de Tejina. Su tío José contrajo lo que parecía tuberculosis. Entonces, el abuelo de Félix prometió a San José que si curaba a su hijo le rendiría tributo con un nicho. Esa voluntad se transformó, finalmente, en una ermita debido al empuje de todos los vecinos de Las Fuentes. Para acceder hasta el templo hay que subir una escarpada vertiente y el grado de protección no permite grandes actuaciones. Otro de los pasos que quiere dar el líder fuentero es conseguir un acceso digno a esa iglesia que antes albergaba la imagen del santo. Actualmente, y para su conservación, está en Tejina de Isora.
La familia de Álvarez Vargas impregna todo el caserío. Al igual que el agua, que está presente en muchos rincones del lugar. El principal manantial y el lugar de ocio al que se acudía a lavar está justo debajo de la casa de Clemente García. Se puede visitar por un sendero escarpado y lleno de maleza. El presidente de la asociación de vecinos quiere que se recupere este camino de suma importancia en el pasado. En la década de los 30 del siglo XX, el manantial comenzó a tener menos protagonismo debido a la proliferación de las galerías. Ahora es un vestigio de lo que supuso el agua, un elemento del que bebió el caserío. Tanto, que lo lleva hasta en el nombre.
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