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El Teide trabaja para mitigar los efectos del cambio climático

La ciencia y la conservación trabajan juntas para garantizar un futuro sostenible en el Parque Nacional más emblemático de Canarias

Imagen general del Teide.

Imagen general del Teide. / ED

El Día

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Santa Cruz de Tenerife

El cambio climático se ha convertido en el mayor desafío que afronta la naturaleza en el Parque Nacional del Teide. Los datos son claros y arrojan que las temperaturas están subiendo por encima de lo que pueden tolerar especies emblemáticas como, por ejemplo, la conocida retama del Teide.

El año 2024 los termómetros marcaron un nuevo récord de calor. La temperatura media anual superó los 12 grados, un umbral que muchas plantas del parque no son capaces de resistir. Una situación que para los científicos se trata de una tendencia que va a transformar profundamente el ecosistema de Las Cañadas del Teide.

A pesar de todo, el Teide florece y demuestra cómo la naturaleza se adapta y resiste en las cumbres de Tenerife, en algunos casos ayudado por la ciencia.

Un futuro más cálido y seco

Los modelos climáticos indican que, hacia finales de este siglo, la base de Las Cañadas —entre los 2.000 y 2.400 metros de altitud— experimentará un cambio radical. Tanto si se cumplen los objetivos del Acuerdo de París como si no, el sector suroeste del parque vivirá un clima más cálido y seco que cualquier otro registrado en el último siglo.

Operario realizando trabajos de recuperación de retamas.|   | ED / LOT

Operario realizando trabajos de recuperación de retamas.| | ED / LOT

El sector noreste, en cambio, podría conservar condiciones más benignas para la supervivencia del retamar. En el peor escenario, estas plantas quedarían relegadas a las cumbres por encima de los 2.700 metros, mientras que en las zonas bajas surgirían comunidades vegetales nuevas, con aquellas especies actuales más resistentes al calor y algunos componentes del pinar que rodea el Parque Nacional.

Plantas que escapan hacia las alturas

Algunas especies han iniciado su propio proceso de adaptación al cambio climático. La violeta del Teide, que en 1799 Alexander von Humboldt observó a unos 3.320 metros, crece hoy en el mismo pico del Teide, a 3.715 metros.

Los estudios botánicos, desde los realizados por Leopold von Buch y Christen Smith en 1815, muestran que muchas especies ascienden 3 o 4 metros por año buscando temperaturas más frescas. Pero el calentamiento actual avanza tan rápido que no todas las especies pueden seguirle el ritmo.

Trabajos de recuperación de retamas.|  | ED/LOT

Trabajos de recuperación de retamas.| | ED/LOT

Ante esta situación, los responsables del Parque Nacional han decidido ayudar directamente a las plantas más vulnerables. Un ejemplo es el del cardo de plata, una especie exclusiva de las cumbres del Tenerife que no puede ascender lo suficientemente rápido por sí sola.

Para garantizar su supervivencia, se están creando nuevas poblaciones a media ladera del edificio volcánico, donde el microclima es más favorable y las condiciones de aridez son menos extremas. Este esfuerzo busca asegurar el futuro de una de las plantas más singulares del Teide, reconocible por el brillo plateado de sus flores y su extraordinaria adaptación a la alta montaña.

Varias de las especies más amenazadas, como el rosal del guanche o la jarilla de cumbre, ya han perdido algunos ejemplares al sur y otros sobreviven a duras penas. En cambio, las nuevas poblaciones creadas en el noreste del parque resisten bien, confirmando el éxito de las estrategias de conservación que se aplican desde hace años.

Violeta de Guajara. |  | ED / LOT

Violeta de Guajara. | | ED / LOT

Proteger los últimos retamares

La conservación del retamar del Teide pasa por preservar los núcleos más resistentes del sector noroeste. En esta línea, se prevén vallados selectivos para evitar la presión herbívora de los conejos, que impide el rebrote de las plantas jóvenes.

Aunque en los últimos dos años las poblaciones de conejos han disminuido por efecto de la aridez, siguen perjudicando a la regeneración natural de la vegetación.

La mayoría de las retamas actuales son ya ejemplares viejos, muchos de ellos visibles en fotografías aéreas de los años sesenta. Proteger grandes parcelas podría asegurar la supervivencia de los últimos retamares en la base de Las Cañadas.

El cedro canario, una señal del pasado

Estudios recientes han descubierto cedros canarios milenarios en los riscos que rodean Las Cañadas. El análisis del polen fósil, las relaciones ecológicas con aves y los registros del uso de su madera por las antiguas poblaciones aborígenes confirman que el cedro canario era en el pasado más común que en la actualidad.

Hoy, apenas quedan un millar de ejemplares en el parque. Los cronistas desde el siglo XVI ya hablaban de su coexistencia con las retamas, como prueban los restos de tocones antiguos entre las lavas del Pico Viejo y Pico Cabras.

El cedro, más resistente al calor y la sequía, podría desempeñar un papel clave en la adaptación del ecosistema del Teide al nuevo clima. Recuperar sus antiguos bosques ayudaría a compensar el retroceso de los retamares y reforzaría la conservación de esta especie también amenazada.

Un paisaje que ya está cambiando

El paisaje vegetal de la cumbre está transformándose ante nuestros ojos. El blanco de las retamas, que dominaba la primavera hace apenas unas décadas, ha sido sustituido por los tonos amarillos de las pajoneras y los rosados del rosalillo de cumbre, una especie que el calor parece favorecer.

Los gestores del Parque Nacional insisten en que una gestión adecuada puede evitar la pérdida de las especies más frágiles y garantizar que el Teide siga siendo un laboratorio natural único en el mundo.

Quizás en el paisaje futuro convivan los cedros y las retamas, testigos de la capacidad de la naturaleza para adaptarse si el ser humano actúa con responsabilidad.

El cambio climático nos coloca ante una decisión crucial que no es otro sino proteger hoy el Teide o perder, mañana, el ecosistema de cumbres que ha definido la identidad natural de Tenerife durante más de setenta años.

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