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La historia del muflón en Canarias: de especie invasora a amenaza ambiental

El muflón, introducido en Tenerife en 1971 durante la dictadura de Franco, se ha convertido en una de las mayores amenazas para la flora endémica del Parque Nacional del Teide y La Palma

Un ejemplar de muflón.

Un ejemplar de muflón.

Santa Cruz de Tenerife

El muflón (ovis gmelini musimon) llegó a las cumbres de Tenerife en 1971, cuando el régimen franquista decidió introducir a este animal silvestre con el objetivo de fomentar la caza mayor en el Parque Nacional del Teide. En aquel momento, no se valoraron las consecuencias que tendría su presencia en un ecosistema tan frágil como el de las islas Canarias.

Los primeros once ejemplares, procedentes de Córcega, fueron trasladados en un avión militar alemán y liberados en el Teide. La idea de introducir en Tenerife a una especie invasora que carece por completo de depredadores no deja de sorprender más de medio siglo después de que se tomara esta decisión. ¿Por qué? Porque los más de 189 kilómetros cuadrados que abarcan este parque están protegidos desde 1954.

Una rápida adaptación

El muflón, un herbívoro de montaña acostumbrado a los terrenos rocosos y secos, se adaptó sin dificultad al entorno volcánico del Teide. Su dieta se basa en hierbas, brotes y hojas de arbustos, lo que supuso un problema inmediato: comenzó a alimentarse de especies endémicas, muchas de ellas exclusivas de las cumbres tinerfeñas.

En la actualidad, se estima que el muflón consume al menos 14 especies vegetales autóctonas, 12 de ellas únicas del Teide, algunas en peligro de extinción. Su presencia impide la regeneración natural de muchas plantas, lo que pone en riesgo la biodiversidad de uno de los ecosistemas más valiosos del Archipiélago. Por este motivo, la Agencia Canaria de Protección del Medio Natural considera al muflón una de las especies exóticas invasoras más dañinas para el medio ambiente insular.

Expansión hacia La Palma

Tras su introducción en Tenerife, el muflón también fue liberado en La Palma, donde se adaptó a las zonas altas del Parque Nacional de la Caldera de Taburiente y la Reserva Natural de Garafía. Igual que en el Teide, su impacto sobre la vegetación autóctona ha sido notable, afectando a especies que solo existen en el Archipiélago canario.

Plan de erradicación: adiós definitivo en cinco años

El Cabildo de Tenerife ha fijado un plazo máximo de cinco años para eliminar por completo los ejemplares de muflón que aún permanecen en el Parque Nacional del Teide. La medida está contemplada en el nuevo Plan Rector de Uso y Gestión (PRUG), aprobado recientemente por el Patronato del Parque Nacional.

El documento obliga a la corporación insular a diseñar un plan específico de erradicación durante los 12 meses posteriores a su aprobación, con el objetivo de que no quede ni un solo ejemplar antes de 2030. Para ello, se mantienen las dos campañas anuales de control, en primavera y otoño, en las que participan cuadrillas de cazadores autorizados bajo estricta supervisión.

Una especie sin depredadores naturales

En Canarias, el muflón no tiene enemigos naturales, lo que ha facilitado su reproducción descontrolada. Las hembras pueden tener una o dos crías cada año, y los ejemplares llegan a vivir hasta 20 años en condiciones favorables. Este ritmo de crecimiento obliga a mantener un control constante para evitar que su población se dispare.

Durante las campañas de control, las cuadrillas deben cumplir una normativa estricta:

  • No pueden usar munición con plomo.
  • Los grupos no pueden superar los 15 cazadores.
  • Solo se permite participar a quienes demuestren eficacia y cumplan los protocolos ambientales.

El año pasado se abatieron alrededor de 150 ejemplares, una cifra que el Cabildo espera aumentar en las próximas campañas para cumplir el objetivo de erradicación total.

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