Una marabunta de quads, coches y guaguas al atardecer: así es un operativo en el parque nacional de Tenerife
Basta con subir al Teide cualquier día y recorrer la cara sur en la puesta de sol para toparse con una marea de turistas que colapsan los miradores y las carreteras y llegan a bloquear las carreteras

El Día

El turista eligió un mal momento para la pedida de mano. Acompañado de su pareja y de familiares y amigos, se salieron de los caminos reglamentarios en el entorno del mirador de Las Narices del Teide en busca de un rincón íntimo. El escenario es idílico, con el Teide y Pico Viejo de fondo y el sol poniéndose en el otro extremo, detrás de las cimas de La Gomera, pintando la ceremonia sorpresa de naranja.
Pero justo en ese instante aparecen los vehículos de un operativo preventivo de seguridad. Varios agentes de la Policía Canaria los ven a lo lejos. Se acercan para advertirles que no pueden estar ahí. Lo hacen, eso sí, con delicadeza al verlo a él arrodillado y reconcentrado. Dejan que la novia dé el ‘sí’… o el ‘no’.
Fue solo una anécdota. No son las cosas del amor, ni mucho menos, las que amenazan la rica biodiversidad del Parque Nacional del Teide. Es la falta de consciencia, la marabunta de caravanas de quads –muchos piratas– que suben para la puesta de sol desde los principales núcleos turísticos, los cientos de vehículos particulares -muchos de alquiler- que colapsan los miradores y aparcan en plena vía, las excursiones sin permiso, los visitantes que se salen de los caminos... Y no precisamente para una pedida de mano, sino para hacerse la mejor foto. El síndrome del postureo.
Antonio Barro, jefe de los agentes de medio ambiente del Cabildo de Tenerife de la zona centro, coordina un nuevo despliegue de seguridad como los que se vienen desarrollando varias veces a la semana en los últimos dos años.
Las advertencias de estos propios agentes y los continuos vídeos que denuncian en las redes sociales el caos y la saturación que reinan en la naturaleza isleña han llevado al Gobierno insular a extremar la vigilancia.
Nunca se habían visto tantos dispositivos y de tal envergadura: cuatro agentes medioambientales, cuatro guardas rurales, cinco agentes de la Policía Canaria, cinco guardias civiles... Un total de 17 miembros de los cuerpos de seguridad y de los equipos de control de los espacios naturales se han reunido, con sus vehículos, en el mirador de Juan Évora.
Algunos turistas saludan desde sus quad con júbilo para al instante bajar el brazo y apagar la sonrisa cuando se percatan de que aquellos vehículos no son de otros excursionistas. Son la autoridad. Entonces, cuando falta solo una hora para el crepúsculo, previsto para las 19:59 horas, llegan las instrucciones definitivas de Antonio Barro.
Es mejor dividirse en grupos y que cada uno vaya a un mirador para jugar con el factor sorpresa. «Es una marea muy difícil de contener pero al menos así jugamos con el efecto disuasorio que generan estos despliegues preventivos», comenta.
El equipo en el que está incrustado EL DÍA se dirige a Las Narices del Teide, uno de los lugares que más se rebosan. Llega a las 19:31. No está tan repleto como otros días pero aún así hay mucha gente, demasiada.

Controles del operativo de seguridad en el mirador de Las Narices del Teide. / Arturo Jiménez / t
Los dos guardias civiles de la unidad de Tráfico paran a una primera caravana de cinco quads. «¿Es usted el guía?», pregunta uno de los agentes al conductor de la cuatrimoto que va delante, de mayor tamaño que las demás. «No soy guía, simplemente vengo a enseñarles el atardecer», contesta con un acento que denota claramente que es italiano.
«Muéstreme los permisos de la excursión». «Los tiene la empresa». «Pero, ¿no los lleva encima?». «No». «Deme sus datos y su carné». «Sí, espere...». «Y los documentos de cada vehículo». «Sí, aquí están». «Pero no aparece ningún documento de este quad». «¿Cómo que no?». «No, de este quad no». «Espere…». «Bueno, lo revisaremos todo y llamaremos a la empresa». «Pero todo está en orden...». «Los llamaremos...».
La historia se repite con otro grupo de quads más numeroso liderado por un coche desvencijado. Su responsable, también italiano como los demás ‘guías’, tiene todavía menos documentos que el anterior. Su cara transmite preocupación, mientras los turistas parecen incómodos: corre el reloj y se va el sol.
«Pero, ¿no tiene permisos, ni botiquín, ni las ITV, ni nada?», se sorprende el guardia. «Los tiene la empresa». Es una respuesta común en las personas que lideran estas excursiones por las que se llega a cobrar 160 euros por persona. Muchas veces, sin embargo, la empresa o la gestoría no tienen todos los papeles que se precisan para ejercer esta actividad lucrativa.
La consejera de Medio Natural del Cabildo de Tenerife, Blanca Pérez, que se ha unido al control junto al director insular del área, Pedro Millán, admite que los quads se han convertido en un verdadero quebradero de cabeza.

Un agente de la Guardia Civil de Tráfico revisa la documentación de una caravana de quads en el Teide. / Arturo Jiménez / t
Se han multiplicado, como el propio número de visitantes, después de la pandemia del covid y se han detectado muchas irregularidades en estas agencias que ofrecen salidas al aire libre. De hecho, Pérez explica que «se no se les han renovado los permisos para circular por las pistas». No hay más que ir cualquier día a la cara sur del Teide y la Corona Forestal al atardecer para percatarse del continuo ir y venir de cuatrimotos.
«Queremos regular el uso de estos descapotables en los espacios naturales porque se han convertido en un verdadero problema», reconoce la consejera. Los incumplimientos son habituales y de todo tipo: desde los que tienen que ver con los documentos obligados para la circulación hasta los permisos para la actividad turística.
Algunos incitan a los turistas a sacarse fotos en plena carretera, los cogen en las zonas de hoteles sin explicarles bien que van a un clima de alta montaña, invaden las vías y hasta ha llegado a detectarse la falsificación de seguros, de modo que con uno intentan cubrir varios quads.
De las autorizaciones administrativas relacionadas con el turismo se encargan los agentes de la Policía Canaria
De las autorizaciones administrativas relacionadas con el turismo se encargan los agentes de la Policía Canaria. Uno de sus mandos aclara que cualquiera que haga de guía en el parque nacional debe estar habilitado y tener un permiso especial, además de hablar bien castellano.
Pero no todos cumplen. Ocurre por ejemplo con los que se dedican a las observaciones astronómicas, que los hay y en un número importante. En el mismo mirador de Las Narices del Teide, mientras alrededor de un centenar de visitantes se apoyan en la valla de madera de la carretera para disfrutar de la puesta de sol, un ciudadano checo tiene montado un telescopio en el aparcamiento. Uno de los agentes le requiere las autorizaciones pero apenas habla español. Se salva porque va acompañado de otro guía que aunque también es extranjero al menos tiene un castellano decente.
Pietro Spirelli, también italiano, ha colocado dos telescopios en el mirador de Lomo Retamar para mostrar las manchas solares o Saturno a un grupo de jóvenes
Pietro Spirelli, también italiano, ha colocado dos telescopios en el mirador de Lomo Retamar para mostrar las manchas solares o Saturno a un grupo de jóvenes que se hospedan en Playa de Las Américas. «Yo no tengo problema pues nuestro permiso es diferente: miramos al cielo, no a la tierra», asegura.
El agente que se acercó para pedirle las autorizaciones –le contesta algo parecido a los que llevan los quads: «Las tiene la gestoría»– hace un amago de sonrisa irónica. Se contiene pero cuando ya ha acabado el control aclara que no sabe si es picaresca o desinformación.

Turistas fotografíandose en el atardecer en el Parque Nacional del Teide. / Arturo Jiménez / t
El permiso es el mismo, mire al firmamento o a las coladas de lava. Al menos Spinelli asume que estos controles son «necesarios». Él mismo conoce de primera mano el porqué: «Viene demasiada gente, que deja basura, sobre todo cigarros, por todos lados. Encima aparcan mal al invadir la carretera».
Ya cuando la oscuridad es total, los vehículos regresan al mirador de Juan Évora. Los representantes de los diferentes cuerpos de seguridad tendrán ahora que revisar todos los datos recabados. Pero prevén que habrá bastantes sanciones, como en operativos anteriores. Aprovechan para repasar los chascarrillos. El más comentado es el de la pedida de mano. «Pero ¿ella dijo ‘sí’ o ‘no’?», le preguntan a uno de los agentes intervinientes. «Pues no lo sé. Estaba más centrado en ser correcto y molestar lo justo», responde.
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