El Toscal se queda huérfano con la retirada de ‘Julio, el de la farmacia’

Julio Fuentes se jubila después de trabajar 50 años en la botica ubicada en la esquina de las calles Méndez Núñez y La Tolerancia

Julio Fuentes en 'El rincón de Julio' de la Farmacia Peláez

Julio Fuentes en 'El rincón de Julio' de la Farmacia Peláez / María Pisaca

Santa Cruz de Tenerife

El santacrucero barrio de El Toscal se queda huérfano con la inminente y merecida jubilación de Julio el de la Farmacia como lo conoce todo el mundo. Pero también un poco la Isla toda e incluso otras como La Palma. Porque en sus 50 años de trabajo en la botica ubicada en la esquina de las calles Méndez Núñez y La Tolerancia –para él será siempre García Morato– ha ayudado a gente de todas partes, pero, sobre todo a los más vulnerables de su amado Toscal.

Jubilación

Julio se va en julio. En concreto, el 23, un día de alegría para él por cumplir con creces su trayectoria laboral, pero de tristeza para el barrio en el que ha ejercido como empleado de la emblemática Farmacia Peláez 50 años. En la confluencia entre Méndez Núñez y la calle de los tres nombres- García Morato, por el as de la aviación franquista en la Guerra Civil, La Tolerancia a instancias del alcalde Miguel Zerolo y Arquitectos Saavedra y Díaz-Llanos, la más reciente-. Misterio sin resolver. 

Orígenes

Julio no se llama en realidad Julio, sino Julián Antonio Fuentes Hernández. Lo explica: «Todo el mundo me conoce por Julio porque yo tenía una compañera aquí, cuando empecé a trabajar, a la que no le gustaba el nombre de Julián y me puso Julio. Y hasta el día de hoy». Nació en el barrio de Santa Clara, en Ofra en 1960, pero se considera toscalero cien por cien. Su padre, Felipe, ya lo era, de la calle San Martín, y su madre, Consuelo, Chelo, procedía del Valle de San Lorenzo, en Arona. Tiene un único hermano, Felipe, tres años mayor. Julio cumple 65 el mismo día que se jubila, el próximo 23 de julio.

En pantalón corto

Julio Fuentes rememora su llegada a la farmacia «en pantalón corto» y sin haber cumplido todavía 15 años: «El primer dueño, el primer farmacéutico fue don Gabino Dorta Gorrín. También tenía el Bazar Alaska, enfrente de la Casa Sindical (a cien metros en Méndez Núñez). Mi madre era clienta, vino a pagar un jueves por la tarde la factura una tele, y el entonces encargado de la farmacia, Jesús Mata, le preguntó si yo ni trabajaba ni estudiaba. Le contestó que no y entonces le dijo a mi madre que viniera el lunes. Eso hice y hasta la fecha». Era el 1 de febrero de 1975. Franco ni siquiera había muerto todavía.

Recuerdos

El diálogo se desarrolla entre el despacho del farmacéutico ya fallecido, Ramón Peláez, y el rincón de Julio, donde nuestro protagonista guarda sus recuerdos, sobre todo futbolísticos y de su querido CD Tenerife. También del Muebles Yanes, el equipo de aficionados donde estuvo muchos años junto a Antonio Méndez y en el que «hice de todo, hasta de utillero». Pero, básicamente, de jugador, ya que llegó al Real Unión y al Campitos en regionales. Dicen las crónicas que era un defensa de bastante buen nivel.

Un recuerdo entrañable para su primo Cantudo, ex jugador del CDTenerife, Sevilla FC y Deportivo de La Coruña, ya fallecido. Por él lo apodaron así, Cantudo, lo cual le gusta y le honra «por un caballero como deportista y como persona».. Cono Julio «ayudó a mucha gente y el representativo no le correspondió ni en vida ni tampoco una vez fallecido».

En blanco y negro

.Julio se jubilará con 50 años y 5 meses de labor diaria. Había que preguntar cómo era el barrio del Toscal en 1975. Responde que «muy familiar, se conocía todo el mundo de La Rambla a San Francisco y del Parque (García Sanabria) a la Muralla (Almeida), había muchas ciudadelas y pasajes. Y mucha humildad también. Era un barrio encantador». Apunta enseguida que «lo sigue siendo pero de otra manera porque mucha gente se ha muerto o se ha ido». La forma que representan nuevas generaciones y maneras de entender la vecindad y lo que es el barrio. Algunos lo llaman gentrificación. Le parece «triste» que solo se hable del barrio por cosas negativas como la reciente okupación de casas.

Pasión

Lo tiene claro: «El Toscal es mi vida. He visto pasar tres generaciones: padres, hijos, nietos.. Y gente muy buena irse o quedarse en el camino demasiado jóvenes», Se emociona al recordar una época «durísima» que «marcó mucho», sobre todo por la influencia de las drogas. En su opinión «personas maravillosas, pero muy débiles. Se fue gente muy valiosa».

Experiencia

Nunca tuvo una mala experiencia en todos estos años. A pesar de que «venía mucha gente a pedirme pastillas y otras cositas. Pero no hubo ni un problema». Se sentía querido y respetado entonces como ahora y «uno más en el barrio». Considera que hoy existen «menos diferencias sociales porque hay de todo y de todos lados, mucha gente de fuera que ha conprado y El Toscal ha crecido bastante. Le duele el cierto abandono actual y la única situación crítica vivida en estos años: «Cuando quisieron colocar delante de nuestra entrada un muro de la vergüenza. Una lucha que terminamos ganado entre todos».

Anécdotas

No podía faltar la anécdota. Julio la cuenta: «Un señor me pide preservativos Durex y le doy la cajita. Se queda traspuesto y casi sin habla. Me explica que no ha pedido eso sino Diurex, un diurético. Solo queda pedir perdón y darle lo que quiere al cliente». También recuerda algún cambio de pareja que dio lugar a situaciones que califica, discreto como siempre, de «embarazosa». Julio tiene «muchos secretos» pero «me los llevaré conmigo». «Soy una tumba» sentencia.

Aficiones

Sus grandes aficiones han sido el fútbol y su familia, la que ha formado junto a Santina, «mi compañera de vida» de origen italiano que, apunta, «me quiere y me cuida» para recalcar que «no camino sin ella». Tienen tres hijos. Alberto, el mayor, «trabaja aquí conmigo desde hace nueve años». Añade: «Tengo, además, dos hijas maravillosas». Paula, la mediana, es enfermera de una ginecóloga y Claudia, la pequeña, terminó Medicina y reside en Málaga. Y, por supuesto, Valentina, la nieta de diez años, hija de Alberto y la niña de sus ojos.

Vida

Julio se conserva muy bien a sus casi 65 años.Cree «fundamental» seguir haciendo deporte «como toda mi vida». Va al gimnasio a entrenar con regularidad y participa en carreras populares.El protagonista valora que «hay vida después del trabajo, por supuesto» pero se le va a hacer extraño y será «doloroso» dejar atrás tantos años. Se considera un «obrero de la farmacia» con el concepto de «ayudar siempre a los demás» porque «me han educado así».

Emoción

No olvida mencionar a sus compañeros. A los jefes «que no lo son sino amigos», Gonzalo y Alberto Peláez, con un especial recuerdo para don Ramón «que fue mi segundo padre». Y a Jorge, Lourdes y Amanda, «lo mejor que he tenido en muchísimos años». Julio Fuentes tiene claro que el 23 del mes que viene «voy a llorar seguro». El Toscal también porque se queda huérfano de julio el de la farmacia. Julio se va en julio.

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