La boda más sangrienta de la historia de Tenerife: un crimen nunca resuelto entre lloros y reproches

Lo que empezaba como una fiesta terminó convertido en masacre: cuatro hombres cayeron muertos en un duelo provocado por la vieja costumbre de “los lloros”

Pareja enseña sus anillos en una boda

Pareja enseña sus anillos en una boda / Pixabay

No todas las tragedias permanecen en la memoria colectiva, pero algunas estremecen a un pueblo durante generaciones.

Una de las más cruentas, hoy casi olvidada, sacudió Tenerife en 1904: los llamados crímenes de la Cruz Grande. Aquel suceso, a medio camino entre las vendettas de Puerto Hurraco y la pasión sangrienta de las Bodas de sangre de Lorca, se desencadenó el día de una boda en la ladera del Púlpito, frente al actual aeropuerto de Los Rodeos.

Lo que empezaba como una fiesta terminó convertido en masacre: cuatro hombres cayeron muertos en un duelo provocado por la vieja costumbre de “los lloros”, una rivalidad que aquel mediodía saltó de la tradición al puñal.

Lloros

Las cencerradas o lloros, normalmente acompañadas por el sonido de un bucio, eran prácticas habituales en Canarias. Consistían en subir a las montañas durante la noche para llamar la atención de los vecinos, criticando mediante ruidos estridentes, canciones y frases ofensivas. 

Los lloros buscaban humillar y provocar, y, en este caso, se convirtieron en el detonante de una tragedia irreparable.

Los hechos

María del Carmen Hernández y José Lugo se casaron en la parroquia de La Concepción de La Laguna. La ceremonia fue modesta, según el relato recogido por Leoncio Rodríguez, fundador del periódico La Prensa-EL DÍA. 

Esa noche, unas hogueras encendidas en lo alto de la montaña llamaron la atención de los vecinos, acompañadas por el sonido de un bucio y el ruido de cacharros. Se había organizado un lloro para humillar a los novios.

Desde su casa, Gregoria, la hermana de la novia, observó las llamas y escuchó los improperios. El padre de María, Antonio, no pudo soportar la afrenta y, junto a sus hijos y al novio, actuó. Lo que comenzó como un acto de provocación escaló rápidamente hacia un enfrentamiento mortal.

Tras la cencerrada los llorones bajaron a tomar unas copas a la casa de Felipe Martín, alias “el Gato” y, mientras tanto, los perseguidores trataban de identificar a los responsables tocando de puerta en puerta y revisando quién faltaba en sus hogares. 

Cuatro muertos

Sospechando de los hermanos Martín, se dirigieron a los pajares donde dormían habitualmente, alborotando a los animales y alertando a Martín.

Con un palo que pidió a un vecino Felipe se enfrentó al grupo y su hija, al ver la situación, alertó a los demás miembros de la familia. En el enfrentamiento, Nicolás, uno de los hijos de Felipe, resultó herido y murió poco después de revelar los nombres de los agresores.

Gonzalo Martín, otro hijo de Felipe, y un amigo de la familia, Cristóbal Rodríguez, también fueron asesinados, mientras que su madre y su hermana Jacinta sufrieron heridas leves.

Como sucede casi siempre, este episodio de violencia se explica por las rencillas que provocaba la tradición de los lloros, que en esta ocasión fueron motivados por deshonras hacia la novia y conflictos previos entre las familias implicadas.

Reacciones

La tragedia fue cubierta por medios nacionales, como el periódico ABC, que tituló: “Boda trágica: Cuatro muertos en Tenerife”. La noticia causó una gran impresión en todo el país. 

Los cadáveres fueron trasladados en una carreta al cementerio de San Juan para realizar las autopsias, mientras los vecinos, incrédulos, observaban desde sus casas.

La investigación policial llevó a la detención de seis personas, pero un año después, durante el juicio celebrado en la Audiencia de Las Palmas, solo el padre de la novia fue condenado. Asumió toda la responsabilidad por las muertes, aunque los motivos exactos de los hechos nunca quedaron del todo claros.

Aunque el crimen causó gran conmoción en la isla, la tradición de las cencerradas no desapareció y continuó practicándose en años posteriores, a pesar de su trágico desenlace en este caso.

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