De la cárcel a la libertad en Europa: absueltos cinco migrantes acusados de patronear un cayuco que llegó a Tenerife con tres muertos
El 30 de octubre de 2023 llegaron a Tenerife 210 personas en un cayuco. Los cuerpos de dos de sus ocupantes yacían sin vida en la barcaza; otro más murió a pie de muelle. Cinco migrantes fueron detenidos y enjuiciados como patrones. Ayer fueron absueltos y ya sueñan con una vida mejor en la Península.

Los migrantes absueltos junto a sus abogadas Sara Rodríguez (i) y Davinia San Millán, ayer en el Palacio de Justicia. / M. Á. A.

A mediados de octubre de 2023 un grupo de 210 senegaleses y gambianos pusieron rumbo a Canarias en un enorme cayuco. Para subirse a la barquilla, muchos de ellos pagaron entre 35.000 y 40.000 dalasis -unos 500 euros al cambio-. Atrás dejaban a sus familias con la promesa de que, una vez en el destino soñado, Europa, encontrarían un trabajo con un sueldo suficiente para ayudarles a mejorar su vida precaria en el continente africano.
Poco antes de llegar a las costas de Tenerife, fueron rescatados por una embarcación de Salvamento Marítimo, a 17 kilómetros de Punta Rasca. La comida y el agua escaseó días antes de ser rescatados y eso provocó que tres de los migrantes murieran.
El grupo zarpó del puerto gambiano de Bakau y enfilaron la proa hacia las Islas Canarias sin saber cuantas jornadas iban a navegar antes de llegar a tierra firme. Al final fueron once días de dura travesía, con comida y agua racionada. Los 210 ocupantes que se subieron a bordo viajaron apretados en una barcaza de 21 metros de eslora y cuatro de manga, de madera y fibra de vidrio, y con el nombre Maimouna Ngom pintado en un lateral; en la popa, la bandera de Senegal.
Cinco de los migrantes fueron señalados por otros cuatro ocupantes de la enorme patera como los presuntos responsables de organizar el viaje, patronear la embarcación, dar órdenes a los pasajeros o racionar la comida y el agua.
Puesta en libertad
Elhadj, Alassane, Abdoulaye, Khalifa y Abdu fueron puestos a disposición judicial e ingresaron en prisión hasta que el pasado jueves salieron a la calle tras un auto dictado por los magistrados de la misma Sección Sexta de la Audiencia Provincial que ayer les notificaron su sentencia absolutoria.
Casi dos años después de ingresar en prisión y tras celebrarse el juicio a finales de mayo donde se les acusaba de delitos tan graves por los que la Fiscalía pedía 21 años de prisión, quedan desde ayer en libertad. «No hay pruebas suficientes para condenarles», sentencian los magistrados.
Ahora, a estos cinco jóvenes les queda continuar su viaje, el que soñaban cuando decidieron embarcarse para llegar a Canarias y dar el salto luego al continente europeo. Por el camino han sufrido el duro trance de vivir en una prisión durante casi dos años mientras se enteraban de que sus compañeros de expedición llegaban a la Península y se reunían con familiares o amigos que lo habían logrado antes que ellos y ya estaban establecidos trabajando en distintas ciudades.
Sara Rodríguez, una de las abogadas que asistió a la defensa de estos jóvenes comenta que «la mayoría de estos cinco chicos, muy jóvenes, padecen secuelas psicológicas importantes por el trance de estar presos, por no poderse comunicar con sus familias y porque no sabían si iban a tener que cumplir muchos años más en prisión antes de volver a reunirse con ellas». «El estado de desconcierto que han vivido es muy grande, no entendían el idioma, no tienen un perfil violento y han vivido una situación de vulnerabilidad casi total. Son migrantes que se jugaron la vida como el resto de compatriotas que viajó con ellos y no entendían por qué se les detuvo y fueron a prisión mientras el resto quedaron en libertad», afirma.
La abogada relata que los cinco jóvenes, como los otros que viajaron con ellos, provienen de zonas muy deprimidas de Senegal o Gambia y que de hecho uno de ellos, de los que estaban siendo acusados como presunto patrón, «vendió unas ovejas de la familia para poder costearse un asiento en el cayuco».
No es habitual leer una sentencia absolutoria en este tipo de casos, pero tampoco es habitual asistir a un juicio en el que se produjo un retraso de cerca de dos horas en la primera jornada de la vista oral. ¿El motivo? Una discusión entre los cinco acusados para saber si aceptaban un acuerdo con la Fiscalía para obtener una sentencia de conformidad. Aquel acuerdo, que no se alcanzó porque dos de los acusados se negaron en redondo, hubiera supuesto aceptar siete años de prisión en lugar de los 21 que el Ministerio Público pedía inicialmente.
Sin embargo, esos dos chicos defendieron con uñas y dientes su inocencia y no quisieron pactar. Hoy, aquella decisión les ha permitido volver a sentir en la cara el aire fresco fuera de los muros de la prisión. Ahora tienen un camino largo por recorrer: primero recuperarse del trauma de la propia ruta, pero también del sufrido en la prisión.
La próxima semana tienen pensado viajar a Andalucía y Cataluña, donde les esperan algunos de sus familiares que viajaron antes que ellos. Quizás luego vayan a otros países de Europa. Aunque aún les quedará un largo camino hasta que puedan regularizar su situación.
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