Radiografía de la caza en la Isla
Tenerife pierde la mitad de cazadores durante los últimos cinco años
La veda de conejo, perdiz y codorniz se abre el 3 de agosto para la regulación anual de una actividad clave en el equilibrio de la biodiversidad

Un cazador con sus perros en las medianías de Tenerife. / CARSTEN W. LAURITSEN
Las licencias de caza han descendido a la mitad en Tenerife los últimos cinco años, a partir de la pandemia, hasta alcanzar hoy las 4.400, a causa de la expansión urbanística, la proliferación del cultivo en invernaderos, la reducción de especies y la falta de relevo generacional. Esta actividad milenaria juega en la Isla un papel fundamental para el equilibrio medioambiental y la biodiversidad, además de ser un factor en la combinación con el sector primario y el mundo rural.
El próximo 3 de agosto se abre la veda en la Isla. Según la Orden Canaria de Caza 2025, ese comenzará la caza del conejo con perro y hurón durante 29 jornadas, hasta el 9 de noviembre; también de la perdiz moruna con perro (11 jornadas, hasta el 11 de septiembre) y de la codorniz (29 jornadas, sin escopeta y sin capturas), hasta el 9 de noviembre. El documento recuerda la baja densidad de las poblaciones de conejo y perdiz, para cuyo equilibrio es clave la actividad cinegética.
Antonio Porras Gómez es el presidente de la Federación de Asociaciones para la Gestión Cinegética de Tenerife. Entiende que «esta situación tiene varias lecturas». Una sería «la disminución de terrenos cinegéticos» por la expansión de las urbanizaciones, la agricultura en invernaderos, las carreteras.... También, en cierto modo, «el aburrimiento, a causa de la desaparición de espacies cinegéticas».
Porras sentencia: «La caza y el cazador son actores fundamentales en la conservación de nuestra riqueza ambiental». Lo es como elemento esencial para el control de poblaciones de especies silvestres calificadas como cinegéticas, caso el conejo, la perdiz moruna y la paloma bravía. Deben permanecer siempre en una cantidad muy controlada y realizar con ellas «una caza sostenible» que permita «recuperar la población para seguir con la actividad».
El propio cazador, desde su control, «puede sostener esta actividad», considera Porras, quien sostiene que la actividad genera cerca de 30 millones de euros anuales en Tenerife y más de 10.000 millones a nivel nacional.
Conseguir esta subsistencia en equilibrio motivó la firma del convenio entre el Cabildo y la Federación de Asociaciones, que gestiona 139.000 hectáreas de caza controlada. Hay que añadir los cotos privados y otros terrenos de espacios protegidos, en los que se permite la caza para preservarlos.
La Federación ejecuta acciones para «ayudar a la supervivencia de las especies silvestres». Destaca la colocación de bebederos artificiales, mantenidos por su personal de campo, los guardas rurales, en puntos distribuidos por toda la geografía insular, en fincas tanto públicas como privadas, donde las precipitaciones son casi nulas. Hay colocados unos 150 de hormigón y sobre 300 de bidones de plástico. Allí beben desde palomas a las especies protegidas de la avifauna.
Otra actividad clave es la de la siembra de cereales con medios mecánicos y personal propio, en zonas muy necesitadas por el abandono de la agricultura, situadas sobre todo en las medianías y entornos costeros.
Los propios cazadores sufragan la colocación de bebederos que ayudan a preservar las especies
Sin olvidar la vigilancia que ejercen los guardas rurales sobre las infracciones en materia de caza y medio ambiente, a través del convenio con el Gobierno de Canarias sobre Seguridad y Emergencias. Su contribución es muy importante en acciones de apoyo. Por su conocimiento del terreno son artífices de la recuperación de senderistas extraviados o accidentados en conexión directa con la Sala del 112 y el Cecopín. Cuentan con perros especializados en la detección de cebos envenenados, personas heridas, fallecidas e, incluso, drogas. Recientemente se ha incorporado el uso de drones.
Todas estas actividades son costeadas por los cazadores, aunque el Cabildo contribuye con su apoyo para preservar la caza. Antonio Porras valora que «la llegada al Área de Medio Ambiente de la actual consejera, Blanca Pérez, ha supuesto un vuelco positivo». Lo argumenta: «Cuestiones que llevaban años anquilosadas se han solucionado en dos de gestión». Resalta que «escucha a los cazadores y encuentra soluciones».
Porras explica que «las temporadas de caza se organizan siempre en función de los estudios sobre la situación real, con informaciones de campo y la toma de muestras biológicas analizadas por expertos prestigiosos». Previamente, se llevan a cabo propuestas en las asambleas hasta llegar al Consejo Insular y al Consejo de Canarias.
No olvida mencionar el control de la población del muflón, en el que participan 47 cuadrillas de cazadores formadas por entre 20 y 23 componentes. Animal introducido en Tenerife en los años 70, se vigila su población en siete sectores del Parque Nacional del Teide y de la Corona Forestal.
Otra opinión autorizada es la de Jonathan Valentín, presidente de la Federación Canaria de Caza. El principal problema, en su opinión, es «la falta de relevo generacional», porque «la juventud no mantiene la afición», la actividad queda en el ámbito familiar «como una herencia». En su caso, puede remontarse a cuatro generaciones en San Miguel de Abona. Incide en la idea del cuidado del campo y en la labor de los guardas rurales «que paga íntegramente el colectivo». Recuerda que «también vigilan que el cazador no se pase en el número de piezas». Reconoce que «como en todos los grupos, siempre hay picaresca».
En el caso de los bebederos colocados en las zonas rurales, realza la labor de los guardias al abastecerlos para que todos los animales tengan agua, incluso en sitios escarpados o en altura, porque conocemos el problema de la sequía en Canarias».
El dirigente federativo apunta que «no se trata de erradicar lo que hay, sino de protegerlo y conservarlo a través de esta afición o deporte». Valora «el placer de salir al campo y poder disfrutar de tus perros». Señala que «el propio cazador de conejos decidió hace unos dos años dejar la escopeta en casa y cazar solo con el perro».
Una reflexión para concluir: «Se trata de impedir que haya un exceso de especies que puedan arrasar los sembrado y destruir una cosecha». Como la perdiz, «una especialista que se come casi todo, especialmente la viña».
Patricia León: mujer, joven y cazadora
«Nieta e hija de ratones». La frase para ilustrar que supone la tercera generación de cazadores en su familia es de Patricia León, adejera y directora insular de Igualdad y Diversidad en el Cabildo de Tenerife. Embarazada de siete meses de Abril, no alardea de su afición, pero tampoco la niega en ningún foro. Cree que el debate «enriquece», aunque persiste «cierto estigma» sobre el cazador con «una imagen antigua, pese a su evolución». En parte «es responsabilidad nuestra por no explicar lo que hacemos, incluido el respeto y la sensibilidad con los animales (en su caso, Luther)». Una tradición que empezó muy pequeña: «Salía muy temprano con mi padre y recuerdo la emoción de la noche anterior con mi trenza ya hecha». Su sentido de la caza es el de «equilibrio de la biodiversidad» y entiende que el descenso de licencias se debe en buena medida, a «la falta de relevo generacional». | J. D. M.
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