Testimonios de dentro y fuera

Rostros y voces de la migración del mundo con Tenerife como referente

Cuatro personas que llegaron a Tenerife o proceden de otras culturas dialogan sobre cómo es su experiencia diaria en la convivencia cotidiana

De izquierda a derecha: Manuel Tavares, Jonathan Fuentes Corridan, Abdu Sidibé y Rebeca Quintero Zalamea hace unos días en el Campus de Guajara de la ULL.

De izquierda a derecha: Manuel Tavares, Jonathan Fuentes Corridan, Abdu Sidibé y Rebeca Quintero Zalamea hace unos días en el Campus de Guajara de la ULL. / Arturo Jiménez

La Laguna

Las redes sociales muestran a diario cientos de enfoques respecto a la migración pero los propios protagonistas del fenómeno lo reducen a tres miradas: condescendencia, ignorancia y racismo, la peor de todas. El Día reúne en un diálogo abierto a cuatro personas cuyos destinos se unen en Tenerife. Rebeca Quintero Zalamea – «sí, como el alcalde»– , ecuatoriana, la más veterana, con casi cuatro décadas de residencia en el sur; Manuel Tavares, caboverdiano de 49 años, estudiante Erasmus; Abdoulaye, Abdu, Sidibé, maliense de 23 años que llegó hace dos meses en patera a El Hierro, y Jonathan Fuentes Corridan, canario-irlandés de 43. Rasgos y color les identifican y distinguen, pero encuentran puntos en común con fondo insular.

Rebeca abre el fuego: «Llevo 36 años viviendo en Adeje y la gente me dice que ya me pueden llamar canaria y así me siento yo». Pasó antes por varios lugares de la Península debido al trabajo de su esposo, motivo por el cual se establecieron también aquí. Recuerda que lleva 42 años fuera de su país al que ha vuelto puntualmente pero aquí ha montado su familia junto a su marido y sus dos hijos que «ya tienen su vida encaminada».

Jonathan nació en Irlanda, de madre irlandesa y padre de Granadilla. Se crió en San Miguel de Abona, es técnico del Observatorio de la Migración de Tenerife y se considera también producto de la emigración tan habitual en los sures de las islas. Recuerda que «hace 35 años había muchos compañeros y compañeras en el colegio medio alemanes, medio franceses o medio ingleses». Señala que «mi madre estuvo trabajando un verano, conoció a mi padre y aquí estoy yo». Vivieron primero en Irlanda y luego volvieron a la Isla. «Nací allí, me crié aquí y me siento con algo de las dos nacionalidades, pero sobre todo soy canario» resume.

He notado algunos comentarios sobre mí, pero ahora me siento una tinerfeña más

Rebeca Quintero

— Migrante ecuatoriana en Adeje

Manuel se presenta: «Soy de Cabo Verde y llegué a Tenerife por un programa de estudio Erasmus para hacer una investigación sobre la migración». Explica que «me interesa mucho estudiar la africana y principalmente la ruta canaria». Aquí encontró un mundo de novedades, gente y lugares: «Participé en el pateo por La Laguna en mayo –donde se conocieron los cuatro– y lo compartí con personas de varias nacionalidades en una visión multicultural que me encanta».

Tavares insiste en «las muchas similitudes entre Canarias y Cabo Verde». Destaca «la amabilidad» porque «en mi país tenemos una palabra, morabeza, para definir la hospitalidad y aquí también la tienen». Lo dice quien ha vivido en Portugal y en Francia «donde el trato es muy diferente». Argumenta: «Aquí como allí hay más humanidad y creo que tiene que ver con que somos isleños». Subraya otras similitudes como las plantas, el clima o el gofio «que en Cabo Verde llamamos kamoka». Manuel descarta ideas preconcebidas como que había muchos inmigrantes africanos en Canarias cuando «hay más migración americana» dice.

También negro y africano es el maliense Abdoulaye Sidibé, simplemente Abdu. Llegó en patera el pasado febrero a El Hierro y reside en el campamento de Las Raíces. A sus 23 años tiene claro, en contra de la idea generalizada entre sus compañeros de viaje, que quiere quedarse en la Isla y ser traductor. Es lo que hace hoy en su cada vez mejor español. Tiene muy claro que es «el canario de Las Raíces» porque Abdu se identifica en apenas unos meses en Tenerife como «más canario que el gofio». Relata con una mirada fija que parece devolverle a su tierra los cuatro días de navegación sin agua ni comida hasta que la patera llegó a La Restinga el 14 de febrero. Tras el protocolo fue trasladado a Las Raíces y hasta hoy. En unos días viajará a Madrid para «resolver papeles» como tantos africanos. Lo ayudan a explicarse Aidé y Alberto, sus ángeles de la guardia de la Asociación Númida.

El problema es el desconocimiento y la clave es la inclusión porque toda persona tiene algo que aportar

J. F. Corridan

— Canario-irlandés, técnico de OBITEN

Jonathan apunta la importancia en alza del senderismo como opción de encuentro, «ya que el montañismo cuenta con más de cien asociaciones en Tenerife, es el deporte federado número uno entre las mujeres y el segundo en el caso de los hombres después del fútbol». Ahí ponen el foco las actividades de Obiten porque «tampoco se necesitan grandes recursos y puede ser intergeneracional porque también es uno de los objetivos mezclar persona de diferentes edades».

La interacción resume el éxito de los pateos. Rebeca cumplió el tercero y lo valora como «muy importante» porque «comparto, conozco y sobre todo cambio mi ritmo de vida; me siento a gusto con gente de diferentes lugares del mundo y es una experiencia muy bonita».

El diálogo fluye y Jonathan detalla su herencia irlandesa: «Mi madre, aunque lleva más años viviendo en Tenerife que allí, organiza siempre una fiesta de San Patricio (patrón de Irlanda) en el sur. Me siento tinerfeño y canario, pero siento dentro la tradición de San Patricio». Recalca que «cada año es un acontecimiento y algo importante para mí porque es el momento de estar con mis amigos de la comunidad irlandesa y, cómo no, tomarme una pinta de cerveza en honor del santo».

Conciencia común

Manuel vuelve al pateo de mayo: «Tomé conciencia de que tenemos algo en común con personas de países diferentes y culturas de las que podemos aprender». Recuerda la visita a Cabo Verde de una familia gomera que se comunicaba a través del silbo y le impactó. También apunta a la percusión como nexo entre África y Canarias lo que corrobora la ecuatoriana Rebeca respecto a América. La comida, los ritmos musicales, las costumbres similares.... Un punto de encuentro y de conexión. También de emociones por compartir experiencias y sentimientos. «Un momento de felicidad» asegura Rebeca.

Soy el canario del campamento y quiero quedarme en la Isla para trabajar como traductor

Abdu Sidibé

— Joven de Mali que llegó en patera a las Islas

La ecuatoriana de Cuenca relata que «antes de venir veía en la televisión imágenes de La Orotava que me recordaban mucho a mi ciudad». Pero «llegué al sur y no paré de preguntar dónde estaba la ciudad porque el paisaje era muy árido. Me dijeron que me callara un poquito. En La Laguna he vuelto al recuerdo de Cuenca, aunque me he adaptado ya a Adeje».

Abdu puede optar a la condición de asilado político por la situación en Mali, pero no se plantea salir. Cuando venía en la patera con 145 personas tenía una idea en la cabeza y «Tenerife ha respondido a mis expectativas». Ahonda en la idea: «Me gusta su cultura, quiero practicarla y aprovecharla». A todas partes va con un cuaderno donde apunta los canarismos que descubre. Abdu es uno más en Númida, donde busca actividades mientras aprende español y ejerce de traductor. Un puente con sus compañeros de viaje en el sentido literal y figurado. Le gusta caminar y conocer gente, así que el pateo para él fue «algo maravilloso»..

Coincidencia casi unánime en que existen actitudes racistas y xenófobas en la Isla, pero no están enraizados en esta sociedad. Incluso, Abdu apunta que «hay más racismo en mi país o entre otras comunidades y etnias». Rebeca opina: «A mí nunca me han dicho nada a la cara. Pero cuando llegamos a Adeje, los pequeños, sobre todo la niña, tuvieron algún problema en la escuela. Entonces no había tantos extranjeros como ahora en el sur donde conviven cien nacionalidades diferentes. Le dije a la niña que su suerte era tener varios lugares en el mundo: Ecuador, España, Tenerife, Canarias y León por su padre. Concluye: «He escuchado cosas feas, existía ese racismo hace 36 años y aún existe hoy».

Jonathan valora: «Dependiendo del lugar del que se viene y del color de la piel porque hay categorías y niveles». Aporta la influencia– los demás asienten– de la ignorancia y el desconocimiento del otro. Insiste en «unir a personas distintas para que compartan actividades y comprueben lo que tienen en común».

Si tienes un nivel social o mucho dinero en la cuenta da igual que seas blanco, negro o amarillo

Manuel Tavares

— Estudiante de Erasmus de Cabo Verde

Manuel, en su cálido portuñol, habla de estereotipos. Por ejemplo con los chicos que llegan en patera tras jugarse la vida en la mar. Porque, explica «muchos vienen de una situación más boyante en su país que algunos de nosotros aquí». Pese a ello, apunta el caboverdiano hay comentarios como qué inteligente y qué educado es este chico, no como yo pensaba, qué normal... Lo llamo racismo cordial y se da también en mi país. Le pasa a los africanos y a los que llegan de Latinoamérica como los venezolanos».

También es una cuestión de clase social y económica porque «el estigma es que los chicos que llegan en patera son pobres y vienen a robar». Concluye: «Abdu y yo somos negros y africanos, pero él llegó en patera y yo no. Hay grados pero si tienes dinero da igual que seas negro, blanco o amarillo».

Jonathan propone «usar inclusión más que integración como objetivo porque el de fuera tiene muchas cosas que aportar». Resume: «Cuando nos conocemos se rompen estereotipos y barreras porque al final todo lo que queremos es vivir en paz y libertad, pagar nuestras facturas y criar a nuestros hijos».

El ‘pateo’ por la vieja Laguna que los unió

Los protagonistas de esta historia coinciden en calificar de «extraordinario» el momento en que se conocieron con la ciudad de La Laguna como escenario. Ocurrió hace un mes pero tienen muy presente aquel día en comunidad. El IV Pateo Intercultural del Observatorio de la Inmigración de Tenerife (OBITen) recorrió la historia migratoria de la Ciudad de los Adelantados y, además, dio la bienvenida a Tenerife al proyecto ContraMapas, una iniciativa que recorre las ocho islas. El Día Internacional por la Convivencia en Paz (16 de mayo), Aguere acogió esta caminata abierta al público que combinó naturaleza, historia, cultura y diversidad con el apoyo del Cabildo, la Fundación General de la ULL y la Asociación Númida . Durante tres horas esta peculiar caravana caminó varios kilómetros desde las instalaciones del Servicio de Deportes de la ULL, frente a la parada del tranvía de Padre Anchieta, hasta culminar la ruta en el Centro Ciudadano de Las Madres, en San Benito. Allí se desarrolló un diálogo abierto entre actividades culturales. El paseo llevó por puntos emblemáticos del casco histórico como el Jardín Canario del Campus Central, la Plaza del Adelantado, la Plaza de la Junta Suprema, la Ermita de San Diego del Monte o el Mirador de La Vega. El pateo cubrió con creces las 50 plazas ofertadas porque se logró el objetivo de la convivencia en igualdad entre personas recién llegadas a la Isla y residentes. En total, once nacionalidades se sumaron a la española con participantes de Irlanda, Costa de Marfil, Ecuador, Burkina Faso, Mali, Reino Unido, Gambia, Senegal o Rusia. Se cumplieron principios como la interacción, el reconocimiento de la diversidad cultural y el derecho a la igualdad. Rebeca, Jonathan, Abdu y Manuel recuerdan la jornada festiva con cariño y emoción.

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