Descubre el castillo abandonado en Tenerife que perteneció a un genio de la pintura: historia y proyectos futuros

Castillo de Guayonje, en Tacoronte de Acentejo

Castillo de Guayonje, en Tacoronte de Acentejo / ED

Santa Cruz de Tenerife

Entre todo lo que hay que ver en el municipio canario de Tacoronte hay un inmueble semi desconocido que es uno de los mayores valores patrimoniales de Tenerife por su valor histórico y cultural. En costa de Acentejo, en el norte de la isla, se halla una antigua y espectacular casona en estado de abandono, una finca que impulsó un próspero terrateniente tacorontero, padre de uno de los pintores más relevantes del surrealismo. Por ello, en su honor y en alusión a la torre que corona el inmueble, ha pasado a la historia como el castillo de Óscar Domínguez, aunque también se le conoce como el castillete de Guayonje.

La parcela de más de 10.000 metros cuadrados se encuentra entre los barrancos de San Jerónimo y Guayonje, sobre la Playa del Camello, un espectacular frente litoral que llega a alcanzar los 275 metros de altitud jalonado de islotes y bajas. En la actualidad su único paso está en el tramo litoral que parte del paseo de la Playa de La Arena, aunque está deteriorado y tiene un riesgo alto de desprendimientos. Hace años existía un antiguo sendero directo al castillete, pero la erosión y el paso del tiempo lo han hecho impracticable.

La historia

A principios del siglo XX, Antonio Domínguez de Mesa, padre del recordado artista, mandó edificar un pequeño castillo (en puridad no debería ser considerado como tal) de aire romántico en su finca platanera del barranco de Guayonje. Una construcción de piedra coronada por almenas y acompañada de un ingenioso teleférico que salvaba el acantilado para sacar la fruta hacia la parte alta de la costa.

Sus laderas fuertemente abancaladas históricamente se destinaron al cultivo de la platanera. Posteriormente, la explotación agraria evolucionó hacia variedades subtropicales, principalmente aguacate, aunque hoy la actividad es residual, en gran parte por haberse hecho impracticable el antiguo camino que enlazaba el castillete con la parte alta del acantilado.

El castillo fue escenario de los veranos del joven Óscar Domínguez. El entorno agreste de la costa norte y las formas abruptas del acantilado dejaron una impronta que sus biógrafos consideran clave en la iconografía posterior del artista, tal y como subrayó la conferencia "Óscar Domínguez y Tacoronte" organizada por TEA Tenerife Espacio de las Artes en octubre de 2024. 

Hoy la llamada la finca permanece vallada. La torre se mantiene en pie, pero las dependencias abiertas al mar están parcialmente derrumbadas. Un informe municipal de 2023 alerta de que el inmueble, pese a su valor testimonial, no figura en ningún catálogo de protección patrimonial.  

Desde hace años el Ayuntamiento de Tacoronte negocia con los propietarios la cesión del castillo dentro del Plan Especial del Paisaje Protegido Costa de Acentejo. La propuesta pasa por restaurar el edificio y la finca para usos culturales y conectar la zona con el antiguo camping de Mesa del Mar a través de un paseo marítimo. 

Propuestas de uso

Dos propuestas son las que se barajan principalmente, aparte de la opción de no hacer nada, mantener la actividad agraria y mantener el castillete tal y como está.

Por un lado se plantea rehabilitar el castillete como albergue o mirador, reconviertiendo parte de la parcela en huertos ecológicos. Para ello sería necesario rehabilitar y prolongar el sendero seguro, lo mismo que habría que hacer para la segunda opción, la de restaurar el castillete como espacio expositivo y cultural con bar-cafetería, conservando bancales y arbolado y creando rutas temáticas y miradores.

El Plan Especial del Paisaje Protegido Costa de Acentejo diagnostica el conjunto como un espacio de alto interés cultural y paisajístico, pero señala la necesidad de consolidar taludes y rehabilitar el castillete antes de plantear usos sociales o turísticos.

Con todo, el valor patrimonial del castillete es el eje de todas las actuaciones, puesto que se trata del único legado arquitectónico de Óscar Domínguez en la costa.

Domínguez y Tacoronte

Óscar Domínguez, uno de los grandes nombres del surrealismo español, es el ciudadano más ilustre de Tacoronte. Allí, entre dragos centenarios, barrancos vertiginosos y playas de arena negra, pasó buena parte de su infancia y adolescencia, forjando un imaginario que más tarde afloraría en lienzos como Paisaje de Canarias o Recuerdo de mi isla.

Su iconografía (dragos retorcidos, rocas magmáticas y mares inquietos) remite a su entorno isleño. Biógrafos y críticos coinciden en que la "fisicidad" de Tacoronte ofreció al artista un catálogo natural de formas automáticas antes de conocer a Breton o Ernst en París. El propio Domínguez reconocía que su padre le “enseñó a pintar” copiando los tonos volcánicos de la costa y las sombras cambiantes de los barrancos, tal vez en ese castillete que aun se encuentra a la espera de recuperar todo el esplendor de su pasado.

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