Clamor portuense para recuperar Playa Jardín y acabar con los vertidos

Miles de personas se manifiestan por las calles del Puerto de la Cruz, desde Martiánez hasta Punta Brava, en protesta por la crisis medioambiental

Manifestación por el cierre de Playa Jardín

María Pisaca

Puerto de la Cruz

El Puerto de la Cruz no solo es peculiar por ser un puerto sin puerto –el municipio acumula décadas de promesas incumplidas y planificaciones frustradas, con lo que a estas alturas de la película ni los más jóvenes del lugar confían en ver hacerse realidad esa gran infraestructura marítima llamada a revitalizar la comarca norte–, sino que ahora es también singular por tener una playa que ya no es playa.

Hace más de ocho meses que la mala calidad del agua de Playa Jardín –resulta hoy irónico el nombre con que en su día se rebautizó el conjunto que integran Playa Chica, junto a la Punta de la Salema, Punta Brava, Galán y más allá la Playa del Castillo– obligó al cierre de la principal zona de baño de la ciudad turística por antonomasia.

Los vertidos contaminantes han dejado a los portuenses sin uno de sus grandes lugares de esparcimiento –máxime ahora cuando ya ha entrado la primavera y las temperaturas empiezan a repuntar–, han menoscabado la imagen del destino, han puesto en solfa la gestión de las instituciones y, cómo no, han llevado a los vecinos al hartazgo. No extraña así que más de 2.000 personas se manifestasen este domingo por las calles del Puerto, en bulliciosa procesión desde la Playa de Martiánez, en un extremo del municipio, hasta el barrio de Punta Brava, en el otro extremo, en protesta por una crisis medioambiental que ha dejado al aire las costuras de la Administración pública. No en vano, un informe oficial del Consejo Insular de Aguas, institución dependiente del Cabildo de Tenerife, ya había alertado en 2022 sobre los vertidos contaminantes que dos años y medio después –en julio de 2024– desembocaron en el cierre de Playa Jardín.

Manifestación de este domingo contra los vertidos en Playa Jardín

«Quiero volver a bañarme en Playa Jardín». «Tenerife nos duele y se defiende». «Los vecinos no somos los culpables». «El mar es vida, no es un vertedero». Son solo algunos de los muchos carteles que pudieron leerse en la manifestación. Entre los turistas había quienes asistían a la multitudinaria protesta con rostro de incredulidad y quienes lo hacían con un ademán de abierto apoyo a los manifestantes. Los primeros eran los recién llegados, muchos de los cuales aún desconocían que este año no van a poder darse un chapuzón en Playa Jardín –la grandísima mayoría de los visitantes del Puerto de la Cruz son repetidores–, y los segundos, los que jaleaban la protesta, eran los que ya llevan días o incluso semanas en su destino preferido sin, efectivamente, poder bañarse en la playa de arena negra. «Es un cachondeo, un auténtico cachondeo... Sabían todos desde hace años, el Ayuntamiento, el Cabildo, el Gobierno..., todos, la mierda que se estaba echando al mar, y ninguno hizo nada», se quejaba Conchi, vecina de Punta Brava –el barrio que está en el límite oeste de Playa Jardín, al este de la cual se encuentra el Castillo de San Felipe–, mientras la muchedumbre discurría por la calle Mequinez, en pleno corazón de la ciudad, donde los bares y cafeterías incluso tuvieron que retirar las mesas ante una afluencia que estuvo por encima de las previsiones.

De hecho, no solo vecinos, asociaciones y plataformas ciudadanas del Puerto de la Cruz formaron parte de la manifestación, sino que también lo hicieron colectivos de otros puntos de Tenerife, como Salvar La Tejita, que debe su nombre a la playa homónima ubicada en la localidad de El Médano. El caso es que la protesta trascendió del ámbito estrictamente municipal, con lo que de algún modo se convirtió en una especie de marcha en defensa de la protección del litoral isleño. Dentro del mismo Puerto de la Cruz, los problemas medioambientales relacionados con los vertidos de aguas fecales no se circunscriben ya a Playa Jardín, sino que la contaminación también ha estado a punto de superar los límites digamos admisibles en la Playa de San Telmo, situada en el paseo del mismo nombre, y en el entorno de las piscinas del Lago Martiánez, tal como ha puesto de manifiesto un análisis de la firma especializada Elittoral, una investigación que informa del «hallazgo de contaminación fecal en el punto MM8, ubicado en una zona influenciada por el aliviadero de la estación de bombeo de San Telmo y en las proximidades del complejo turístico Lago Martiánez».

«Va a llegar el verano y no vamos a poder bañarnos, ya lo verás», se lamentaba este domingo otra vecina que reside en uno de los edificios más nuevos de la calle Mequinez, que explicaba cómo el paseo hasta la Playa del Castillo –la más oriental del conjunto de Playa Jardín– y el bañito mañanero antes del almuerzo son su rutina estival desde que ella y su marido se jubilaron hace ya algunos años. «No me gusta bañarme en el muelle, y para tirar hasta Martiánez, me quedo en casa», apuntaba. En todo caso, desde el Ayuntamiento vienen insistiendo en que Playa Jardín estará reabierta para cuando llegue el verano.

Múltiples deficiencias

Stop Vertidos al Mar es la plataforma ciudadana que convocó la manifestación que tuvo lugar este domingo por las calles del Puerto de la Cruz en protesta por los vertidos contaminantes al litoral de la ciudad turística.

Playa Jardín se cerró al baño en julio de 2024 tras detectarse niveles de contaminación fecal en sus aguas que pondrían en riesgo la salud de los bañistas. La depuradora, el emisario, la red de saneamiento y tres aliviaderos son las distintas fuentes de los vertidos residuales. Las deficiencias que sacó a la luz una investigación de la firma especializada Elittoral son múltiples.

Lo peor, con todo, es que los descubrimientos de Elittoral en realidad no fueron tal cosa, ya que se conocía la situación desde 2022, cuando un informe del Consejo Insular de Aguas ya advirtió del grave problema que se estaba generando con las fuentes contaminantes de Playa Jardín.

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