El turrón da paso al zurrón: la primera romería del año en Tenerife se llena de niños y turistas

Las carretas toman el casco histórico de Arona en un recorrido de ambiente familiar en el que no faltaron los huevos duros ni el gofio

Los vestidos tradicionales, las carretas y la parranda fueron un atractivo más para un gran número de ingleses, alemanes e italianos

Clara Morell

Clara Morell

Santa Cruz de Tenerife

Todavía con el regustillo del turrón en la boca dado lo reciente que están las fechas navideñas, el casco histórico de Arona acogió ayer la celebración de la primera romería del año en Tenerife. El recorrido en honor a San Antonio Abad, que incluía el paso por las calles El Calvario, Domínguez Alfonso, La Luna y Duque de la Torre, no defraudó a nadie: ni a los locales, que disfrutaron con la comida que ofrecieron las carretas, ni a los turistas, que se vieron envueltos con asombro en el espíritu del folclore. En total, más de mil personas siguieron de cerca un paseo romero tranquilo, respetuoso con la vestimenta y aconsejado para los más pequeños.

El punto de encuentro para el disfrute de la jornada de fiesta fue la Parroquia de San Antonio Abad. Este entorno tiene una gran importancia en la historia del municipio, pues en el año 1625 se asentaron en la zona los primeros pobladores, llegando a fundar la Ermita, hecho que marcó la historia del poblamiento de Arona. Es decir, hace 399 años que lo que hoy se conoce como Arona empezó a tomar forma.

En esa emblemática iglesia tuvo lugar, a las 11:00 horas, la Santa Misa, que fue cantada por la Parranda Chasnera y presidida por los miembros de la Corporación, con la alcaldesa Fátima Lemes al frente; quienes estuvieron acompañados por la Romera Mayor de las Fiestas, Sheila Chávez Santos; y autoridades y vecinos del municipio que no dejaron un asiento libre. Terminada la celebración litúrgica a cargo de Padre Arnovio, la imagen de San Antonio Abad fue sacada a hombros a la Plaza del Santísimo Cristo, donde la multitud que no pudo entrar a la parroquia aplaudió, vitoreó e hizo sus peticiones al Santo.

Tras la emotiva eucaristía, el protagonismo pasó a la Agrupación de Bailarines Herreños de Tenerife. Pedro Hormiga, uno de sus integrantes, contó que este es el tercer año que acompañan a la imagen del santo al compás de la música interpretada por el pito, los grandes tambores y las chácaras. «A esta romería es a la que se viene con más ganas, ya que es la primera del año», aseguró Hormiga. Su agrupación, compuesta por en torno a 40 personas originarias de distintos puntos de Tenerife, ensaya cada viernes y no suele perderse ningún paseo romero. Además, acuden siempre a las distintas fiestas populares que se celebran a lo largo del año en la Isla del Meridiano.

Los giros y saltos de estos bailarines se sucedieron ante la atenta mirada de Yolima Rodríguez, una venezolana octogenaria que, a pesar de solo llevar un año residiendo en la Isla, ha tenido tiempo para empaparse de la tradición y hasta explicar a los numerosos turistas que había a su alrededor –en un perfecto inglés– en qué consistía el paseo. «Es una ofrenda a San Antonio Abad, que es una figura que estos vecinos veneran», les contó. 

Entre explicación y explicación, Rodríguez sacó tiempo para saludar a la alcaldesa de Arona, a quien conoció por cuestiones de azar en otra fiesta: «Yo vivo en Las Galletas y suelo acudir mucho al teatro. Un día se elegía a la Reina de Las Fiestas 2023 y, como nadie se presentó, me eligieron a mí», contó divertida. En realidad, toda su historia con Tenerife es fruto de la casualidad, pues nunca debió venir a la Isla: «Mis hijas, que vivían aquí, se fueron a Alemania, pero yo tuve un problema con mi documentación. Al final decidí venir aquí sin familia ni compañía. No solo no me arrepiento de aterrizar en Tenerife, sino que espero que no se arregle el fallo documental y así tener excusa para quedarme».

En el entorno de la iglesia se encontraban también Manuel Pérez y José Martero, dos tinerfeños del área metropolitana que llevan más de 30 años acudiendo a distintas fiestas y romerías. Ataviados con el traje típico y con un bastón de cintas de colores y flores, se encargaron de la ofrenda a San Antonio Abad. «A esta romería en concreto es el segundo año que venimos, pero para mí es de las mejores, no solo porque es la primera sino por el ambiente familiar que hay, pues está llena de niños. También hay mucho turista, pero son respetuosos con la tradición», apuntó Martero.

Ganadería

Vacas, cabras, caballos y hasta un burro bajaron entonces las inclinadas calles del casco histórico de Arona. Del pastoreo se encargó Yeray Hernández, un joven de 33 años que lleva desde los 14 dedicado al oficio. Desde Valle Tabares, en La Laguna, se trajo a 27 cabras muy bien educadas y que incluso se paraban para dejarse fotografiar. «Me gusta esta romería porque no hace mucho calor, que es algo que en las fiestas del verano se lleva peor», reflexionó.

Carretas

Se comprobó ayer que no se ha perdido en Arona la buena costumbre de entregar comida a los asistentes desde las carretas. Huevos duros, plátanos, gofio, higos, bocadillos de chorizo, tomates e incluso vino fueron pasando de unas manos a otras a gran velocidad. Y si alguien se quedaba con hambre podía acudir a la degustación gratuita que a las 14:30 tuvo lugar en la Plaza del Santísimo Cristo de la Salud, donde también estaba la muestra de artesanía.

Los turistas, sin embargo, parecían más cómodos en los ventorrillos, donde los platos de carne de fiesta eran víctimas de combinaciones arriesgadas. «Lo quiero con mayonesa», chapurreaba en español un extranjero que parecía no haber probado nunca los placeres del adobo. 

Tras finalizar el paseo, tocaba bendecir al ganado para, un poco más tarde, sobre las 15:30 horas, unirse a la verbena. La popular orquesta gomera Wamampy fue la encargada de abrir los bailes y la agrupación Nueva Línea de dar el cierre a una jornada festiva que acabó como empezó: con guaguas llenas de turistas bajando desde el casco histórico hasta la costa tras haberse empapado de la cultura canaria.

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