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Ver galería >Cohetes hechos con botellas de plástico que salen disparados hasta el techo de las carpas y cartas que se sostienen en el aire por el simple contacto con un vaso de agua. No es magia, es ciencia. Y la ciencia «¡está loca!», como gritaron decenas de niños este domingo en el casco histórico de La Orotava durante la XX Feria de la Ciencia. El encuentro con el conocimiento mantuvo el éxito de años anteriores porque supo conservar su esencia: despertar en los más pequeños el gusanillo por el razonamiento y la observación.
E. D.
Cohetes hechos con botellas de plástico que salen disparados hasta el techo de las carpas y cartas que se sostienen en el aire por el simple contacto con un vaso de agua. No es magia, es ciencia. Y la ciencia «¡está loca!», como gritaron decenas de niños este domingo en el casco histórico de La Orotava durante la XX Feria de la Ciencia. El encuentro con el conocimiento mantuvo el éxito de años anteriores porque supo conservar su esencia: despertar en los más pequeños el gusanillo por el razonamiento y la observación.
E. D.
Cohetes hechos con botellas de plástico que salen disparados hasta el techo de las carpas y cartas que se sostienen en el aire por el simple contacto con un vaso de agua. No es magia, es ciencia. Y la ciencia «¡está loca!», como gritaron decenas de niños este domingo en el casco histórico de La Orotava durante la XX Feria de la Ciencia. El encuentro con el conocimiento mantuvo el éxito de años anteriores porque supo conservar su esencia: despertar en los más pequeños el gusanillo por el razonamiento y la observación.
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Cohetes hechos con botellas de plástico que salen disparados hasta el techo de las carpas y cartas que se sostienen en el aire por el simple contacto con un vaso de agua. No es magia, es ciencia. Y la ciencia «¡está loca!», como gritaron decenas de niños este domingo en el casco histórico de La Orotava durante la XX Feria de la Ciencia. El encuentro con el conocimiento mantuvo el éxito de años anteriores porque supo conservar su esencia: despertar en los más pequeños el gusanillo por el razonamiento y la observación.
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Cohetes hechos con botellas de plástico que salen disparados hasta el techo de las carpas y cartas que se sostienen en el aire por el simple contacto con un vaso de agua. No es magia, es ciencia. Y la ciencia «¡está loca!», como gritaron decenas de niños este domingo en el casco histórico de La Orotava durante la XX Feria de la Ciencia. El encuentro con el conocimiento mantuvo el éxito de años anteriores porque supo conservar su esencia: despertar en los más pequeños el gusanillo por el razonamiento y la observación.
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Cohetes hechos con botellas de plástico que salen disparados hasta el techo de las carpas y cartas que se sostienen en el aire por el simple contacto con un vaso de agua. No es magia, es ciencia. Y la ciencia «¡está loca!», como gritaron decenas de niños este domingo en el casco histórico de La Orotava durante la XX Feria de la Ciencia. El encuentro con el conocimiento mantuvo el éxito de años anteriores porque supo conservar su esencia: despertar en los más pequeños el gusanillo por el razonamiento y la observación.
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Cohetes hechos con botellas de plástico que salen disparados hasta el techo de las carpas y cartas que se sostienen en el aire por el simple contacto con un vaso de agua. No es magia, es ciencia. Y la ciencia «¡está loca!», como gritaron decenas de niños este domingo en el casco histórico de La Orotava durante la XX Feria de la Ciencia. El encuentro con el conocimiento mantuvo el éxito de años anteriores porque supo conservar su esencia: despertar en los más pequeños el gusanillo por el razonamiento y la observación.
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Cohetes hechos con botellas de plástico que salen disparados hasta el techo de las carpas y cartas que se sostienen en el aire por el simple contacto con un vaso de agua. No es magia, es ciencia. Y la ciencia «¡está loca!», como gritaron decenas de niños este domingo en el casco histórico de La Orotava durante la XX Feria de la Ciencia. El encuentro con el conocimiento mantuvo el éxito de años anteriores porque supo conservar su esencia: despertar en los más pequeños el gusanillo por el razonamiento y la observación.
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