Un viaje en el tiempo hasta los años 40 y 50 del pasado siglo XX. Arona en Tradiciones protagonizó ayer uno de los momentos más especiales de las fiestas mayores del municipio en honor del Santísimo Cristo de la Salud y Nuestra Señora del Rosario, en el que vecinos y visitantes disfrutan en primera persona de cómo era la vida unas cuantas generaciones atrás.

Viaje en el tiempo a la Arona de mitad del siglo pasado

Desde primera hora, las calles del casco histórico se llenaron de visitantes, tanto residentes como turistas. Según aseguró la segunda teniente de alcalde y concejala de Turismo del Ayuntamiento de Arona, Dácil León, «en esta edición del Día de Las Tradiciones de Arona se ha batido el récord de asistencia». La actividad se compaginó con la celebración del Día del Mayor, cuyos asistentes disfrutaron con la recreación de la Arona de su infancia. Además, enriquecieron la experiencia de los asistentes al Día de las Tradiciones con sus explicaciones de cómo se vivía y cómo funcionaban enseres y herramientas.

Fue protagonista la arquitectura y también lo fueron las personas. «Porque Arona en Tradiciones es el mejor vehículo para celebrar el Día Internacional de las Personas de Edad, un encuentro en el que se tiene presente cada año el respeto y el agradecimiento a las personas que, gracias a su experiencia y vivencias, trasladan conocimiento y enseñanza de generación en generación», destacaron desde el Ayuntamiento.

Como si de un gran plató de Hollywood se tratase, Arona Casco se engalanó para disfrutar de cómo era la vida 80 años atrás con rutas teatralizadas y representaciones de oficios tradicionales, recreaciones de escenas cotidianas de mediados del siglo XX, folclore, bailes, artesanía, talleres, exhibiciones, fotografías y pintura, sin olvidar de la gastronomía aronera por medio de degustaciones gratuitas de productos típicos.

Cientos de personas ataviadas con ropa de época y un amplio despliegue de útiles, herramientas, enseres, mobiliario y menaje de nuestro ayer, ayudaron a revivir con realismo a las marchantas de pescado, los quehaceres en empaquetados de tomates, moliendas de gofio, labores de costura y la elaboración de calados y rosetas, entre otros oficios y tareas.

«Es un orgullo comprobar cómo abuelos, hijos y nietos se paran ante las distintas representaciones y ante las recreaciones que llenan las esquinas del casco histórico para compartir vivencias», recalcó Dácil León.