Tenerife ya dispone de dos herramientas vitales para el futuro del agua en la Isla. Son el Plan de Gestión del Riesgo por Inundación, que fija las pautas para minimizar el impacto de su peor amenaza natural; y el Plan Hidrológico Insular, que apuesta por el agua desalada y regenerada para suplir la pérdida de recursos naturales como consecuencia, entre otros factores, de la sobreexplotación del acuífero y las sequías por el cambio climático.
El Boletín Oficial de Canarias publicó ayer ambos planes, aprobados de forma definitiva el pasado día 18 por el Gobierno regional para los próximos cuatro años. De este modo se avanza en el cumplimiento de una directiva del Parlamento Europeo que insta a cada Isla a cumplir los plazos para evitar sanciones generales al Archipiélago por no tener actualizados estos documentos hídricos, según informó el Ejecutivo canario.
El Plan Especial de Gestión del Riesgo por Inundación fija las pautas para abordar un fenómeno natural adverso por el que las aseguradoras tuvieron que pagar más de 91 millones de euros, solo en propiedades privadas afectadas, entre los años 2011 y 2017. El documento establece que Tenerife tiene 43 zonas con alto riesgo de crecidas de agua, 8 en los barrancos y 35 en la costa. Son diez zonas más que en el anterior plan. Prevé inversiones en estos puntos que ascienden a 67,7 millones de euros para reducir los posibles daños que puedan causar nuevas inundaciones. Santa Cruz de Tenerife encabeza la lista de municipios con más puntos afectados por las escorrentías en la Isla, así como el de compensaciones del Consorcio de Seguros desde 1994 a 2017.
Los puntos de máximo peligro en los barrancos van del de Santos en la capital tinerfeña al de San Felipe, en Puerto de la Cruz. Respecto a las zonas de riesgo en la costa, también se distribuyen por toda la geografía tinerfeña. Destacan la zona de San Andrés-Barranco de las Huertas y el Roque de las Bodegas en Santa Cruz, la Punta del Hidalgo (La Laguna), el Puertito de Güímar, El Médano (Granadilla de Abona) o Palm-Mar (Arona), donde se produjeron graves inundaciones a finales de enero de 2022.
Mientras, el Plan Hidrológico apuesta por las desaladoras y depuradoras de aguas residuales para compensar el descenso de agua en los acuíferos de la Isla. Y es que el documento subraya la sobreexplotación que han sufrido los acuíferos de Tenerife, el paulatino descenso del agua subterránea disponible, la merma de su calidad en varias zonas y la urgencia de regenerar y desalar más agua en el futuro para reequilibrar el sistema de abastecimiento de agua potable y de riego para una Isla con casi un millón de habitantes.
«La explotación de los recursos subterráneos ha derivado en el mal estado de las masas de agua subterráneas a consecuencia de la salinización o de los descensos de los niveles, que desembocan en el mal estado cuantitativo de las cuatro masas de agua subterráneas de la Isla», concluye el Plan Hidrológico. Las aguas subterráneas obtenidas en las galerías, pozos y nacientes aún representan el 78% del total de recursos disponibles en Tenerife, detalla el documento.
Según estos datos, «se ha reducido sensiblemente la extracción de aguas subterráneas, especialmente la captada a través de galerías, el aporte de recursos subterráneos continúa disminuyendo. Entre 1985 y 2016, el caudal conjunto aportado por galerías, pozos y manantiales se ha reducido en un 30%, pasando de 212 hectómetros cúbicos por año a tan sólo 150 hectómetros cúbicos por año».
Este plan advierte de que «en Tenerife, las aguas subterráneas que tradicionalmente han nutrido las redes de suministro han mermado sus capacidades tanto cuantitativas como cualitativas, en forma de descensos piezométricos (niveles del agua) y salinización de acuíferos». «Para racionalizar la explotación del acuífero, los sistemas hidráulicos han incorporado nuevos recursos no convencionales, de tal manera que en Tenerife el 16% del agua puesta a disposición del consumo tiene un origen en la producción industrial a través de la desalación del agua y el restante 6% proviene de la reutilización», añade. La previsión es que la extracción de acuíferos subterráneos continúe bajando mientras sube la producción de agua desalada y regenerada, gracias a las depuradoras que están en marcha o planificadas.
Estos planes llegan en un momento de emergencia hídrica por la sequía que sufre Tenerife desde marzo, en el año con temperaturas más altas de la historia de España desde que se tienen registros meteorológicos hace 70 años. La Isla ha apostado por desplegar más desaladoras portátiles en diferentes puntos de la Isla para garantizar el riego del campo con agua regenerada y procedente del mar.
La falta de precipitaciones ha vaciado las balsas de Tenerife que surten al sector primario hasta dejarlas en mínimos históricos. Los 23 depósitos que gestiona Balten se encontraban, según los últimos datos oficiales de finales de agosto, a un 12,2% de volumen sobre su capacidad. Es el peor dato en una década y el tercero peor de este siglo XXI.