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Incendio en Tenerife

La catástrofe de las colmenas

Tenerife pierde, como consecuencia del fuego en los montes de la Isla, uno de cada cuatro panales de abejas

El sector isleño de la miel queda «tocado de muerte»

La catástrofe de las colmenas | EL DÍA

La Isla sufre todavía un enorme incendio, aún sin extinguir, que comenzó el pasado 15 de agosto en los montes de Arafo y Candelaria para extenderse por el norte e incluso entrar en el Parque Nacional del Teide. Impresiona ver lo que se ha quemado, pero toddavía más comprobar cómo los efectos en lo que no se aprecia, caso de colmenas, abejas y apicultura, pueden marcar el futuro de la biodiversidad en Tenerife.   

Tenerife ha perdido en apenas 15 días una de cada cuatro colmenas. Es el efecto, directo y brutal, del incendio iniciado el pasado 15 de agosto que afectó de lleno a la apicultura al cebarse con las zonas altas de la Isla, sobre todo en el norte, donde se ubica el centro de este subsector ganadero –hasta el 80%, según los productores–. Un ámbito fundamental para mantener el ecosistema, debido al valor de las abejas como grandes polinizadoras, que queda ahora «tocado de muerte», según los afectados.

Valentín González, consejero de Sector Primario en el Cabildo tinerfeño, lamentó el daño sufrido e indicó al respecto que «la línea de producción se ha visto muy afectada con la desaparición de más de 3.500 colmenas de las 16.000 totales en la Isla». A eso hay que añadir la pérdida de la retama y los castaños, que cierran el circulo del ecosistema propio de las abejas. Esa afección especial al ámbito apícola es el motivo de la convocatoria, la próxima semana, con carácter de urgencia, de la Mesa Insular de la Apicultura. «Para valorar las actuaciones de forma conjunta con el sector», apunta González.

Pablo Pestano Gabino es el presidente de la Asociación de Apicultores de Tenerife (Apiten). Califica de «desastre» lo ocurrido y recuerda que afecta tanto al norte como al sur. Lo dice con conocimiento de causa quien tiene colmenas en los altos de su Arafo natal, precisamente donde comenzó todo, la noche de aquel aciago 15 de agosto. Pestano aclara que «todavía estamos en periodo de evaluación porque incluso hay zonas donde no hemos podido acceder aún». Califica al fuego de «caprichoso», ya que «en apenas 50 metros hay dos colmenas arrasadas y una intacta».

Ratifica la afección, de una u otra manera, al 80% tanto a las colmenas como en la cadena de la biodiversidad en la que las abejas «son fundamentales». Tanto como para que Albert Einstein dijera que «si desapareciesen las abejas, a la humanidad le quedarían cuatro años de existencia». Ahonda en la idea: «El 70% de los alimentos, incluidos los de ganado, dependen de la polinización de estos insectos».

Pestano insiste en no querer ser alarmista pero «el efecto del incendio se va a notar muy negativamente en el sector y en el medio natural de Tenerife, en general». Subraya: «Hay una crisis mundial de polinizadores y en la Isla la abeja melífera es un ejemplo para que nuestra miel tenga un nivel espectacular». Pestano sentencia con otra frase: «Los estadounidense dicen que por cada dólar que recibe un apicultor genera cien en el sector primario.

«Tenemos un problema»

Pestano concluye: «Tenemos un problema a medio y largo plazo con la flora en la Isla. Porque no solo se ha perdido pinar sino que se ha quemado de todo. Por ejemplo, el tajinaste o la retama del Teide, especies claves en el ecosistema cuyo eje a las abejas». Corrobora lo anterior Juan Jesús Ramos de la Asociación de Apicultores de Norte de Tenerife cuyos socios gestionan 5.500 colmenas. Coincide en que la catástrofe puede ser aún peor cuando se comprueben los efectos totales del fuego. No solo se han quemado las colmenas sino los centros de fecundación . «Si no hay flores tampoco hay abejas», apunta. Espera que se agilicen las ayudas y mira al cielo para que el invierno traiga una lluvia beneficiosa en la etapa del florecimiento.

El informe técnico de «impacto y evaluación de daños sufridos por el subsector apícola insular a consecuencia del gran incendio» establece que «probablemente resulte muy afectado». De manera directa, por la combustión de las colmenas, de las abejas en su interior y de sus reservas de miel. Más aún dentro del calendario habitual de producción de miel en la trashumancia del Teide, en busca de mieles de cumbre (retama del Teide y Malpica principalmente) y de Castaño, en las zona de la medianía norte. De forma indirecta, al destruirse ecosistemas que son el sustento de las abejas en ese calendario natural de producción de miel, entre ellos los retamares de cumbre, tanto del Parque del Teide, como de zonas colindantes, o los castañeros centenarios, que no se regenerarán o tardarán tiempo en volver a ser productivos y aprovechables para las abejas.

En el Teide fueron 31 los apiarios afectados. En los colmenares de Cerrillar, Morra Blanca, Llano de Maja, El Roquito, Llano del Chupadero, Llano La Rosa, Montaña Limón Mochilla, Asientos y Morra Blanca. En las zonas de medianía norte (castañeros) las pérdidas son numerosas en el Sauzal, La Victoria, La Matanza, y en La Orotava, así como en el Valle de Güímar, origen del incendio.

El conjunto de colmenas incineradas totalmente se estima entre 2.500 y 3.500. Ardieron con caja, colonia de abejas, panales y reservas de miel. Además hay un número muy importante sin quemarse, pero les afectó el calor, y las abejas han huido, o murieron, con lo que difícilmente serán viables esas colonias y las cajas han sido dañadas parcialmente.

La valoración de las pérdidas directas del subsector apícola pueden moverse entre 937.500 y 1.312.500 euros. No se incluye el lucro cesante en la actividad de las próximas campañas, al tener que regenerar las colmenas.

Pérdidas en los ecosistemas

José Alberto Delgado es, además de biólogo, jefe de Biodiversidad del Cabildo de Tenerife. Subraya que «en este incendio se produce una importante pérdida de biodiversidad agrícola que genera a su vez un potencial importante de biodiversidad silvestre». Hace referencia en concreto a «la pérdida de cultivos agroforestales que constituían economías de subsistencia a las poblaciones residentes y contribuían enormemente al orgullo de sus pueblos como ha sido el deterioro del Castañar de Arafo». Delgado expone que «el ciudadano que decide prender fuego a un sistema natural debe tener en cuenta que el efecto va mucho más allá del deterioro visible de la cubierta arbórea, que podría regenerarse en el futuro». Concluye que «va a desatar un deterioro que a largo plazo puede ser localmente irreversible para determinadas especies que pierden los nutrientes necesarios para su supervivencia y son ocupadas por otras más resistentes». En Arafo hay afectaciones graves en zonas donde domina el castaño como Lomo del Agua o Golgo.

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