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El campo tinerfeño | Encuentro con las costumbres en Icod el Alto

La siega tradicional vuelve a las medianías de oro de Los Realejos

Cientos de personas participan en una actividad que rescata toda la riqueza de la recogida de los cereales al estilo de antaño

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XVII Encuentro de Siega Tradicional en Icod el Alto, en el municipio de Los Realejos Daniel Millet

A sus 77 años, Eufemiana Hernández tiene una maña especial para hacer los mollos o manojos de cereales. «Los juntamos para luego separar las espigas de la paja. Así toda una vida dedicada al campo», cuenta esta mujer de Icod el Alto que presume de tener en su finca papas bonitas, trigo, millo y tres cabras para hacer queso. La experiencia de la dureza del campo también surca las manos de Vicente Suárez, un hombre de 83 años que como Eufemiana ha pasado toda su vida en estas tierras realejeras que son el granero de Tenerife. «La juventud ya no quiere estos trabajos. Las tradiciones se pierden; es una pena».

Eufemiana y Vicente son dos de los segadores que participaron este domingo al mediodía en la 17ª edición del Encuentro de Siega Tradicional Diego Pérez, iniciativa impulsada desde el Ayuntamiento de Los Realejos y la Asociación del Cereal de Tenerife (Acete), con el apoyo del Cabildo y la Fundación Tenerife Rural, además del Club Deportivo Asociación Ecuestre La Trilla, para promocional el cereal, un producto básico de la dieta canaria, y rememorar las prácticas ancestrales vinculadas a su cultivo.

En fila y bajo un sol de justicia, que abrillanta el Teide arriba, el mar abajo y otras fincas doradas en estas medianías, decenas de segadores –veteranos y no tan veteranos– recogen el trigo de la especie barbilla en una finca de Icod el Alto al estilo de toda la vida. Después se suben los mollos a los lomos de las mulas, en medio de la neblina que genera la tierra seca del verano, y llega el esperado momento de la cabrilla. No, no es un pescado; son las tradicionales cabrillas basadas en una cuchara de gofio mezclada con un buen sorbo de vino, el Red Bull de la gente del campo tinerfeño.

La siega tradicional vuelve a las medianías de oro de Los Realejos

Alexis Hernández, concejal de Agricultura de Los Realejos, está contento porque ha venido mucha gente este año. Lo asegura mientras un grupo de una treintena de personas aparece por la finca. Son los participantes de un pateo organizado en el marco de la siega para que los tinerfeños conozcan estas tierras de oro del Norte. De hecho, Hernández cuenta que Icod el Alto se llamaba Icod del Trigo. «Aquí se lleva toda la vida alternando las cosechas de cereal, papas bonitas y chochos, un sistema que ayuda a luchar contra las plagas», detalla el concejal.

No solo es la calidad del cereal, con el que se hace el mejor gofio. Alexis Hernández cuenta que también es la cantidad: «Aquí se produce la mitad del cereal de Tenerife». Este año, sin embargo, no está en su mejor momento. La sequía ha hecho mucho daño. Lo corrobora Isabel Cabrera, presidenta de la asociación de cerealeros de Tenerife (Acete), presente en la siega. «Aquí en esta zona se producen unos 40.000 kilos al año pero este año no llegaremos ni a 20.000».

La siega tradicional vuelve a las medianías de oro de Los Realejos

Isabel Cabrera mira con admiración el esfuerzo de los organizadores de esta actividad. «Es muy bonito ver cómo se preservan tradiciones tan ligadas a nuestra historia y a nuestra idiosincrasia», cuenta. Muy cerca está otro admirador de estas iniciativas, Valentín González, consejero delegado de Sector Primario del Cabildo de Tenerife. «La siega es un rescate etnográfico muy importante. Veo, además, que cada año viene más gente joven. Es decisivo para que vean lo importante que es el campo y les resulte atractivo. Es la mejor forma de pasar el testigo, aunque está resultando difícil», admite el consejero.

Aprovechando que durante este fin de semana se llevó a cabo un nuevo encuentro de cochineros de Icod el Alto y la localidad grancanaria de Ingenio en Los Realejos, durante la comida campestre final de la siega –gofio amasado, plátano, papas arrugadas, cebolla, pescado y vino– se unieron estos colectivos. El cochinero es un oficio que se ha perdido, hombres que recorrían la isla durante días –hasta dos y tres semanas– vendiendo los lechones que cargaban. En Icod el Alto hay incluso un monumento a los cochineros frente a la parroquia de Nuestra Señora del Buen Viaje: un ganadero sobre la mula que lleva a los lados las raposas o cestas de castaño donde carga los lechones. Eran otros tiempos.

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