El ingenio azucarero de los Soler, en Vilaflor

La continuidad de la primera investigación arqueológica que se realiza en Tenerife a

un ingenio está pendiente de la autorización de la Dirección General de Patrimonio

Parte del muro de la estructura principal del ingenio azucarero de los Soler

Parte del muro de la estructura principal del ingenio azucarero de los Soler / El Día

Los arqueólogos Sergio Pou y Enrique Fernández lideran la investigación para la localización y estudio de los vestigios de las instalaciones que en el siglo XVI emplearon los fundadores de Vilaflor para la molienda y el procesamiento de la caña de azúcar, un producto de lujo en la época. Se trata del primer proyecto investigador de este tipo de instalaciones que se realiza en Tenerife.

Un equipo de la empresa de gestión patrimonial Serventía espera la autorización de la Dirección General de Patrimonio del Gobierno de Canarias para emprender la cuarta campaña arqueológica del ingenio azucarero de Soler, en Vilaflor. El licenciado en Historia y el especialista en arqueología Sergio Pou y Enrique Fernández iniciaron este proyecto en 2019, al que restan varios periodos de excavación para completar la primera investigación arqueológica de un ingenio en Tenerife.

El ingenio azucarero de los Soler

El ingenio azucarero de los Soler / J. A. Medina

De la existencia de este ingenio azucarero hay referencias en el inventario de Vilaflor que elaboró el Cabildo de Tenerife. Su responsable, Miguel Martín, hizo constar existencia de ruinas, recipientes cerámicos y otros elementos. Además, el cronista oficial del municipio, el juez Nelson Díaz Frías, también transmitió su convicción de que los fundadores de Vilaflor de Chasna, la familia Soler, dispusieron de esa industria en el siglo XVI, apunta Sergio Pou.

El ingenio azucarero de los Soler

El ingenio azucarero de los Soler / J. A. Medina

Aunque suelen estar a una altura media de 300 metros sobre el nivel del mar, este ingenio se ubica a mil, en suelo de titularidad privada, que autoriza esta iniciativa. «Lo construyeron a esta altura porque aquí estaba la madera que hacía falta para la combustión, construir canales y la noria, entre otras cosas; porque es donde estaba el agua que precisaba para su funcionamiento (procede del Barranco de Chasna) y para evitar la acción de los piratas», explica Pou.

En este proyecto se estudiarán los distintos departamentos del ingenio azucarero, como el molino, la casa de calderas, la casa de purgar, el empaquetado y el sistema de caminos y puerto.

Localización.

El trabajo comenzó con la localización. Para ello los arqueólogos utilizaron la referencia toponímica, que apuntaba a tres nombres como indicios: Barranquillo del Ingenio, Llanos del Ingenio y Hornitos del Ingenio. Otra pista fueron los documentos de los Soler, entre los que existe una carta remitida al rey en 1602 que incluye la referencia a «un estanque que estaba por encima de donde se encontraba el antiguo ingenio». Ese estanque existe. El equipo de investigación localizó en sus inmediaciones las ruinas de un muro en forma de L, un horno de tejas, un camino real empedrado y «un montón de restos cerámicos desconocidos». Hoy ya saben que proceden de hormas, unos conos cuya boca tiene un centímetro y su base oscila entre 30 y 40.

El cañaveral.

Sergio Pou expone que en Las Zocas –hoy, localidad de San Miguel de Abona– se encontraba el cañaveral del que se surtió el ingenio a través de cinco kilómetros de camino real, que los conectó de forma directa. Allí, la caña, ya cortada, se introducía en el molino cuya rueda de madera circular accionaba el agua para machacar la caña, que producía el sirope que era transportado a unas grandes calderas de bronce, donde se espesaba tras tres cocciones. De ahí pasaba a unas tinajas y de aquí, a las hormas, donde se secaba dando lugar a lo que se denominó pan de azúcar o rapadura. Pasados 15 días, se extraía el pan de azúcar íntegro, por lo que se opta por romper las hormas, que son los restos localizados. «El 60% de las hormas que utilizaron eran de elaboración portuguesa, de Aveiro; el 40% restantes eran canarias», expone Sergio Pou en base al resultado del análisis de tales restos.

El final.

La producción de azúcar de este ingenio de los Soler se exportaba a Amberes, Londres, Roma o Sevilla. Con la crisis del azúcar, sustituida por la que se producía en América a precios que rompieron el mercado, se dejó de utilizar el lugar, hasta que, al parecer, se convirtió en almacén de teja, ya que el horno emplazado en este entorno siguió produciendo tras el cese de la actividad azucarera.

El licenciado en Historia por la Universidad de La Laguna y especialista en arqueología Sergio Pou resalta la relevancia del ingenio azucarero de Soler, en Vilaflor de Chasna. En la cuarta campaña de investigación, que permanece a la espera de la autorización del Gobierno de Canarias, el equipo contempla analizar las cenizas del área de combustión. «Creemos que los resultados que se obtengan nos permitirá localizar el molino del ingenio», sostiene Pou.

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