José Hernández Martín acumula y comparte cien años de vida y de experiencias entre los siglos XX y XXI, siempre marcadas por el trabajo continuo en el campo y la pelea diaria por mantener a flote una familia de cuatro hermanos que se quedaron demasiado pronto sin padre ni madre. Todo un ejemplo de sabiduría popular, socarronería, esfuerzo y fortaleza que enorgullece a sus vecinos tanqueros.
En el año 1923, Juan de la Cierva realiza el primer vuelo en autogiro, se disuelve el Imperio Otomano y surge Turquía, en Nueva York aparece el primer número de la revista Time, Lenin abandona el poder en la URSS, Primo de Rivera da un golpe de estado en España, se corren por primera vez las 24 horas de Le Mans, muere el ingeniero Gustave Eiffel en París y nacen la cantante de ópera María Callas y José Hernández Martín, un vecino de El Tanque que acaba de cumplir 100 años de vida. Un siglo con una guerra civil, una guerra mundial y una dictadura de 40 años en España que para este tanquero se ha pasado siempre entre las faenas propias de la agricultura y el cuidado de la familia. Don José usa sombrero y aún se mueve ligero, con la ayuda de dos bastones, y es capaz de responder a una entrevista que forma parte de un homenaje que recientemente le rindió el ayuntamiento de su pueblo. La cabeza a veces no le deja recordar todo, pero tiene historias sencillas que aún comparte con quien las quiere escuchar.
«Cien años se puede decir ya», responde como si cumplir un siglo fuera cualquier cosa. Recuerda que en casa tenían «tres vacas y un caballo» y que la vida suya fue «siempre trabajar» en el campo. Perdió a su madre primero y, poco después, a su padre, así que quedaron cuatro hermanos huérfanos y solos, de los que «el más chico tenía poco, como un año o año y medio». Eso les obligó a trabajar aún más duro «en la agricultura para poder mantener a la familia y también con la ayuda de algunos que nos ayudaban un poco. Hambre no pasamos, pero penas sí», recuerda este hombre centenario.
Cuando se le cuestiona sobre el secreto de su longevidad, tira de socarronería y humor: «¿La suerte para llegar aquí? Pues será el vino, para uno guarecerse, pero trabajé bastante y pasé bastantes penas con la familia y con todo».
El amor le llegó de pronto cuando un día vio venir a una vecina junto a la que más tarde sería su mujer, ya fallecida. «Ella me dijo: búscate una mujer, una chica, y yo le dije, si las chicas no me quieren a mí... Y ella va y me dice: las chicas si te quieren, lo que pasa es que tú no las quieres a ellas». Siguieron de paseo los tres hasta que José se armó de valor y se lanzó a la piscina. Fue extremadamente directo, enamoró lo justo y le dijo a la que sería su mujer: «¿Qué es lo que pasa? ¿Hacemos un trato? ¿Nos casamos los dos? Así fue, agarramos y nos casamos, y luego me fui al cuartel, casado ya».
Don José sonríe y reflexiona sobre el pasado, el presente y el futuro: «Hoy estoy aquí, porque mañana no sé cómo será, porque la vida está muy cambiada. Antes se vivía de una forma y ahora de otra». Y cuenta su día a día, siempre con la ayuda de su familia: «Yo me levanto, me baño o me ayudan a bañarme, me ponen la ropa, me dan el desayuno y me quedo aquí. Cojo mis bastones y me doy un paseo, no muy largo. Ese es todo el trabajo ahora». A los 100 años, valora sobre todo la armonía familiar y la tranquilidad de querer y sentirse querido: «Me llevo bien con todos mis hijos y con todos mis nietos, que para mí son de lo mejor que tengo en esta vida».
La alcaldesa tanquera, Esther Morales, también visitó a José Hernández Martín en su casa el pasado 19 de marzo para entregarle un presente y reconoció que «hay tanto que aprender de personas como él, de su sabiduría y de su fortaleza, porque son un ejemplo de vida. Son 100 cumpleaños y tantas vivencias, experiencias, recuerdos que ya son historia de nuestro municipio».