Agricultura | Variedades locales que son una joya

Tesoros únicos de las huertas norteñas

Tenerife conserva decenas de productos

que solo se cultivan en las fincas del Norte

Tesoros únicos de  las huertas norteñas

Tesoros únicos de las huertas norteñas / Raúl Sánchez

Las huertas norteñas atesoran productos únicos: cebollas de Guayonge, Masca o Carrizales; duraznos rambleros, millo de El Tanque, ciruelas de La Orotava, manzanas del Valle o lentejas de Teno.

Cebollas de Guayonge (Masca, Carrizal Alto y Carrizal Bajo), lentejas de Teno, duraznos rambleros, ciruelas de La Orotava, millo villero y millo de El Tanque, manzanas pajarita del Valle de La Orotava, batatas ventureras de Masca, castañas culochico de Santa Úrsula y La Victoria... Las huertas y fincas del norte de Tenerife esconden auténticos tesoros culinarios y de biodiversidad agrícola. Una riqueza desconocida para la gran mayoría de habitantes y visitantes de la isla. Un patrimonio natural conservado gracias al esfuerzo de generaciones de agricultores que han mantenido a salvo unas semillas únicas de lugares únicos.

Su conservación ahora está garantizada, aunque se terminaran perdiendo en el campo, gracias al trabajo científico del Centro de Conservación de la Biodiversidad Agrícola de Tenerife (CCBAT). Una entidad, creada en 2003, que depende del Servicio Técnico de Agricultura y Desarrollo Rural del Cabildo de Tenerife y que conserva en sus instalaciones miles semillas y plantas locales.

Muchas variedades antiguas se han perdido, pero las que se han salvado lo han hecho gracias al trabajo callado y anónimo de pequeños agricultores de rincones aislados y durante siglos olvidados. Es el caso de los caseríos de Masca, Carrizal Alto y Carrizal Bajo, en Buenavista del Norte. Tres pequeños núcleos de población donde apenas viven 116 personas. Allí se conservan al menos cuatro variedades singulares: las cebollas de Masca y Carrizal Alto y Bajo, y la batata venturera. No muy lejos de allí se plantan los últimas huertas de lentejas de Teno.

«La que más futuro tiene»

El barrio de Guayonge, en Tacoronte, es el hogar de la joya de la corona de las variedades tinerfeñas, con permiso de las papas bonitas. Para el director del CCBAT, Domingo Ríos, esta es «una de las cebollas más dulces del mundo». Comercialmente funciona y muchos las consideran una exquisitez, lo que garantiza su conservación. «Podría ser la que más futuro tiene, siempre que se respete el calendario. Son productos de primavera-verano y no se pueden sacar de ahí», advierte Ríos. Las cebollas de Masca y de Los Carrizales se mantienen también como un producto buscado, aunque a una escala menor. La superficie de cultivo «al menos se mantiene».

En toda Canarias hay unas 167 variedades de millo diferentes, entre las que se encuentran el millo de El Tanque, con una notable variedad de colores en el grano de las diferentes piñas, y el millo villero, muy productivo y por ello bastante apreciado por los agricultores. Aunque se hibrida con facilidad y eso complica el mantenimiento de la variedad original.

Legumbres en retroceso

El cultivo de las legumbres está en franco retroceso, pero el noroeste de Tenerife aún atesora variedades como la citada lenteja de Teno. Domingo Ríos indica que «es similar de la de Lanzarote y aún se cultiva en Teno, de forma poco extensiva, ya que es necesario recogerla a mano». Algún restaurante de la zona la ofrece puntualmente en su menú.

La batata venturera es típica de Masca y no se cultiva fuera del Parque Rural de Teno. «Es blanca y exquisita», advierte Ríos, pero sólo se cultiva a pequeña escala.

La manzana pajarita, que se recupera en el Valle de La Orotava, «es muy buena, pero tiene problemas de conservación, lo que complica su salida comercial. Es habitualmente un cultivo de borde de huerta que se aprovecha para el consumo familiar». El durazno ramblero, originario de la zona costera del municipio de San Juan de la Rambla, es otra fruta muy apreciada que se mantiene en pequeñas explotaciones de «no más de cien árboles». La mayor parte de la producción está en La Rambla, Santa Catalina e Icod de los Vinos.

Hay alrededor de 31 variedades de castañas en Tenerife, de las que al menos tres están en proceso de registro. Una de ellas es la castaña culochico, habitual de Santa Úrsula y La Victoria de Acentejo. «El 95% de los castañeros de la isla están entre La Esperanza e Icod el Alto, en la mayoría de los casos con un cierto grado de abandono por tratarse de cultivos de borde de huerta, en muchos casos afectados por problemas de propiedad, hijuelas, etc.», reconoce Ríos. Este experto pone el foco en una nueva amenaza para las castañas en Tenerife: la avispilla. Un insecto que desde hace un año se investiga por sus efectos negativos en los castañeros de la ladera oeste del Valle de La Orotava, en el municipio de Los Realejos. Frenar la proliferación de esta plaga es un objetivo clave para el futuro de la castaña en la isla.

Las papas bonitas

Las primeras papas de Europa se empezaron a cultivar de forma continuada en Icod el Alto, en Los Realejos, hace más de cuatro siglos. Llegaron de la zona andina de Perú y Bolivia, se aclimataron y evolucionaron. La Denominación de Origen Protegida de las Papas Antiguas de Canarias protege un total de 29 variedades de papas genéticamente singulares, de las que al menos 13 se cultivan de forma habitual en este rincón del Norte tinerfeño. Se trata de la azucena blanca, la azucena negra, la peluca blanca, la peluca negra, la peluca roja o rosada, la bonita negra, la bonita blanca, la bonita colorada, la bonita ojo de perdiz, la colorada de baga, la borralla o melonera, la borralla roja o la terrenta. Exquisiteces que sufren desde hace años los efectos del temido bicho de la papa, la Tecia solanivora o polilla guatemalteca, capaz de arrasar con más del 50% de las cosechas.

El trabajo de catalogación y conservación de las semillas de papas bonitas ha sido un éxito y «cada año se cultivan entre 500 y 600 hectáreas» que mantienen estos productos tradicionales también en los platos de los consumidores, según señala Ríos.

50 variedades de batatas

En toda la isla, el CCBAT tiene estudiadas unas 50 variedades locales diferentes de batatas, de las que más de 20 se cultivan en el Parque Rural de Anaga, como la Rajadilla de Anaga. También hay unas 13 variedades de judías; cinco especies de pimientas, como la de campana, la cuerno de cabra, la corazón de paloma o la pinga de gato; cinco de cebollas; seis de ajos...

Es una variedad riquísima que en Tenerife incluye también higos, trigos, almendras, ciruelas, peras, millos, arvejas, chícharos, chochos, garbanzos, habas, bubangos cumplidos o redondos, calabazas de rueda o de violín, coles o tomates simplemente únicos.

Suscríbete para seguir leyendo