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Relevo en Capitanía

José Manuel Padilla Barrera E. D.

El teniente general Alejandro Escámez Fernández ya no es el general jefe del Mando de Canarias, ya no es nuestro capitán general. El Consejo de Ministros del pasado día 18 lo ha cesado en el cargo para a renglón seguido nombrarle segundo jefe de Estado Mayor del Ejército de Tierra (2º JEME). Le ha faltado un día para haber sido un año capitán general de Canarias, porque fue nombrado como tal, siendo todavía general de división, el 19 de octubre de 2021.

La toma de posesión tuvo lugar 10 días después en un acto interno porque la pandemia apretaba. No puedo hablar en su nombre pero estoy convencido de que ha aceptado ese destino por razón de obediencia. Lo decía Pedro Calderón de la Barca en sus famosos versos: «Aquí la más principal hazaña es obedecer y el modo como ha de ser es ni pedir ni rehusar». Puedo asegurar que no lo ha pedido, ha sido una decisión de la ministra de Defensa en la reorganización de la cúpula de mandos del Ejército de Tierra, reorganización obligada por el pase a la reserva del teniente general Carlos Palacios Zaforteza, curiosamente también su antecesor aquí en Canarias. Tampoco lo ha rehusado, y conociendo la personalidad del general Escámez puedo afirmar que el próximo jueves estará en su despacho del Palacio de Buenavista poniendo todo su entusiasmo en sus nuevas y apasionantes obligaciones.

Iba a escribir que le avala una excepcional hoja de servicios, pero suprimo el adjetivo porque en estas últimas generaciones de altos mandos de la milicia sus expedientes parecen clonados: todos tienen infinidad de cursos nacionales y extranjeros, todos dominan varios idiomas, todos han participado en misiones en el exterior y todos tienen multitud de condecoraciones, es difícil encontrar excepciones.

Carsten W. Lauritsen El teniente general Alejandro Escámez, durante su toma de posesión en octubre del año pasado.

El general Escámez comenzó su carrera militar en la Isla como teniente del Regimiento de Infantería Tenerife Número 49 allá por el año 1985. Quizás hubiera podido terminarla aquí, pero no cabe la menor duda de que el cambio ha sido para mejor.

A pesar de que su mando ha abarcado, aparte de nuestro archipiélago, Baleares, Ceuta y Melilla, lo que le ha obligado a viajar con mucha frecuencia, desde que llegó ha desarrollado una gran actividad de integración de las fuerzas armadas en la sociedad civil. Para ello estableció que una vez al mes se haga un izado de bandera en la plaza de Weyler, justo enfrente del Palacio de Capitanía, a las que se invita a participar a entidades e instituciones, a las que terminado el acto se les lleva a una visita guiada a la joya que alberga el palacio, su Salón del Trono.

Tuve el honor de estar presente en una de ellas, como miembro del Real Casino, y fue algo inolvidable. Igualmente abrió las puertas de edificios e instalaciones militares para que pudieran ser visitados por los ciudadanos. Hace muy poco , a instancias suyas, como final de la Fiesta Nacional de España, se celebró una multitudinaria jura de bandera para personal civil en Santa Cruz de Tenerife que resultó un acto de exaltación patriótica por parte de la sociedad chicharrera.

Los dos conciertos de la Unidad de Música del Mando de Canarias, que con ese motivo se celebraron en el Real Casino y teatro Guimerá fueron buena muestra de la unión entre la ciudadanía y sus fuerzas armadas, justo lo que el general Escámez ha pretendido.

No puedo pasar por alto la consideración, el respeto y el cariño que ha dispensado a ese grupo de militares retirados, al que me honro en pertenecer, que se conoce con la peculiar denominación de club de los usados. Siempre que sus obligaciones se lo han permitido ha asistido, integrándose como uno más, en las comidas mensuales que se han celebrado durante su estancia entre nosotros.

Ha sido muy poco el tiempo que el general Alejandro Gonzalo Escámez Fernández, que ese es su nombre completo, ha estado entre nosotros, pero ha sido más que suficiente para conocer su capacidad de mando, su caballerosidad y su buen hacer, lo que no ha hecho más que mantener muy alto el prestigio de la institución que representa.

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