A más de 60.000 personas asciende la participación en la primera Bajada del Socorro pospandemia, según las estimaciones oficiales. Esa masiva afluencia se registró desde primera hora de la mañana y su aglomeración en la plaza de San Pedro dificultó la partida de la imagen. Un retraso que se repitió a la entrada de la Virgen del Socorro a la ermita del caserío, que se registró a las 12:12 horas.

Güímar celebró la primera Bajada del Socorro posapandemia, que congregó a más de 60.000 peregrinos en una jornada sin incidencias reseñables y en la que sobresalió el civismo. La imagen de la Virgen recorrió el Camino del Socorro en medio del perenne olor a albahaca, el folclore y las canciones populares de las parrandas, carrozas, papas arrugadas, mojo, carne y vino. Fueron cinco horas de recorrido que culminaron a las 12:12, con la entrada de la Alcaldesa Honoraria y Perpetua en su ermita del caserío.

A las siete de la mañana el gentío copaba la plaza de San Pedro, las calles San Pedro Arriba y San Pedro Abajo, rumbo al Camino del Socorro. La imagen abandonó el templo –tras la misa de Peregrinos oficiada por el obispo, Bernardo Álvarez–, pasadas las siete y cuarto (quince minutos de retraso). Sonó el pasodoble Al Socorro –compuesto en 1909 por el músico aragonés Miguel Castillo Alfonso y al que puso letra Pedro Guerra (el fallecido alcalde güimarero y primer presidente del Parlamento de Canarias)– y el ritmo de la procesión y la romería se tornó lento.

El Calvario esperó dos horas para encontrarse con la Virgen –que esta vez lució su manto azul, donado en 1985 por Nicolás Barrera y elaborado en Madrid por unas monjas de Las Adoratrices–, que llegaba en procesión para comenzar, entonces, la Bajada del Socorro, la más antigua de Canarias. Ayer cumplió 379 años. La del Socorro no es como cualquier otra romería. Si alguien se despista en la víspera de su festividad, seguro que lo encuentra aquí.

Entre esos más de 60.000 (hay quienes aseguran que había hasta 20.000 más) estaban no solo el alcalde, Gustavo Pérez, y la Corporación local, sino el presidente del Cabildo, Pedro Martín; su socio de gobierno, Enrique Arriaga; el líder de la oposición insular, Carlos Alonso; el alcalde de Arafo, Juan Ramón Martín; un séquito de concejales, parlamentarios regionales y hasta el presidente del Gobierno canario, Ángel Víctor Torres, que se incorporó al útimo tramo del Camino del Socorro. «La bajada del Socorro es una fiesta ejemplar, llena de tradiciones. Nuestro mejor patrimonio es lo que hacen las familias de Güímar, que cuidan y miman nuestras señas de identidad generación tras generación. Y lo hacen con un respeto que nos da la seguridad de no tener ninguna incidencia reseñable». Palabras con las que el alcalde del municipio, Gustavo Pérez, resalta el esfuerzo del güimarero y la entrega de este pueblo que sitúa la devoción por la Virgen del Socorro por encima de cualquier otro concepto religioso.

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Bajada de El Socorro (Güímar) Andrés Gutiérrez

Sin incidentes, con «respeto escrupuloso» a las medidas de seguridad –solo una persona logró subir y bajar Montaña Grande, perseguido por dos agentes de la Policía Autonómica–, Güímar fue el punto de encuentro de peregrinos llegados del resto de la Isla, de Gran Canaria, El Hierro y La Palma, incluida la alcaldesa de Los Llanos de Aridane, Noelia García. El gentío fue tal que mientras se celebraba la misa de Recibimiento en la ermita, los peregrinos abarrotaban los últimos dos kilómetros del Camino.

«Esto es impresionante. No me canso de venir cuando puedo, porque esta romería no es como las demás». Tiene 50 años y asegura que hace 30 que no falla. Luis Javier García llega de Valsequillo (Gran Canaria) acompañado de José Antonio Díaz (51 años), de Santiago del Teide, quien aseguraba que «el 7 de septiembre no trabajo porque esta Bajada me recuerda a mis padres, que me traían cuando era niño. Es mi forma de homenajearlos cada año».

Entrar a cualquier casa del Camino y del caserío, compartir un vaso de vino y un pincho de carne... Cualquiera de los romeros destacaba la hospitalidad de los güimareros. Hasta el presidente del Cabildo, Pedro Martín, vivía ayer «disfrutando de una experiencia y una romería distinta a otras». Por cierto, en sus declaraciones no descartó promover el copatronazgo de la Virgen del Socorro para la Isla. «Hace muchos años venía con mis abuelos, ahora traigo a mi familia».

Lorena Ruiz (41 años) se desplazó desde Frontera (El Hierro), donde está pasando unos días de descanso. Reside en La Palma, «pero el 7 de septiembre somos güimareros por la Virgen del Socorro». Se reconoce religiosa «a mi modo, como casi todo el mundo». Lo mismo que Ramón Martín, un chicharrero de 24 años que acude al Socorro «porque me gusta esta fiesta. Nos juntamos unos cuantos y venimos a disfrutar. El ambiente es sano». Ángel Víctor Torres, como presidente de Canarias, hizo una pequeña parte del recorrido e invitó «a vivir la tradición con mayor intensidad, porque hoy (por ayer) se hace después de estar venciendo poco a poco a la pandemia». Destacó la diversa procedencia de los romeros y el calor de un día que ayudó al éxito de participación, a pesar de ser miércoles.

Casi al caer la tarde, la Virgen procesionó hasta la Cruz de Tea y presidió la ceremonia de los guanches, que simboliza el encuentro de la imagen con los aborígenes en la playa de Chimisay (hoy, El Socorro). A las nueve de la noche, la misma por los difuntos dio paso a la procesión de Las Candelas. Hoy, festivo en Güímar, la Virgen retorna a la iglesia de San Pedro después de la misa de acción de gracias (17:00 horas). La subida por el Camino del Socorro volverá a contar con miles de peregrinos, sobre todo güimareros. Con almendras traídas de La Palma jugarán a pares o nones y María de los Ángeles Pérez, vecina de El Puertito, limpiará el rostro de la imagen en su tradicional parada en La Tahona. Una verbena, tras el recibimiento en el templo, cerrará el programa de hoy.