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Desapariciones en la Isla | Los afectados exigen mejoras en los protocolos y una unidad de búsqueda

Las familias de los desaparecidos en Tenerife piden una unidad específica para la búsqueda

El colectivo SOS plantea la creación de un equipo multidisciplinar que dé una respuesta inmediata

Un perro del Grupo Canino de Salvamento de Protección Civil del Ayuntamiento de La Laguna, en plena búsqueda.

Las familias de personas desaparecidas en Tenerife solicitan una unidad específica para la búsqueda. No solo en el ámbito policial, sino con un sentido multidisciplinar que debería incluir expertos en emergencias, sanitarios, psicólogos y otros profesionales. Es una reivindicación de máxima actualidad en la Isla por dos razones. Por una parte, Canarias, sin que exista un motivo claro, encabeza las desapariciones en el Estado. Y, por otro lado, hay un repunte de casos denunciados en los dos últimos meses. Algunos con fatales consecuencias como el del joven Nacho Palmero Hijar, cuyos restos aparecieron en el monte de Las Mercedes hace unos días. Otros casos están en pleno proceso, como el de la tacorontera Celia Rodríguez. La reivindicación de los familiares es apoyada por la asociación SOS Desaparecidos, la única en España que atiende estos sucesos.

El coordinador de SOS Desaparecidos en Tenerife es Santiago Carlos Martín, quien subraya que «las familias se sienten abandonadas». En el caso de Celia, por ejemplo, destaca «la iniciativa popular para buscarla en Candelaria esta semana», pero aclara que «los vecinos apenas cuentan con organización ni experiencia». O también está el caso de la madre de Nacho Palmero, que tuvo que montar una búsqueda con sus propios medios ante la falta de una unidad que se encargara de esa ardua tarea.

Una carencia social.

El colectivo nace en 2010 y Santiago Carlos se incorpora unos años después. Ha estado siempre vinculado a la Protección Civil y es Jefe de voluntarios del municipio de Santa Cruz de Tenerife desde el pasado abril en una segunda etapa. Martín valora: «Esto es voluntario, altruista y gratuito» para todo aquel que sufra la desaparición de un familiar o allegado. El colectivo lo forman 40 personas por toda la geografía española y algún país europeo, Tiempo, esfuerzo y recursos que aportan ellos mismos.

Cifras en aumento.

Desde su experiencia señala que «hay muchos desaparecidos en Canarias y la cifra ha aumentado tras la pandemia. Estamos a la cabeza del país y no tenemos claro porqué. Tal vez la orografía o la estructura social influyan, pero no se sabe». Calcula que actualmente puede haber más de 200 personas desparecidas en Canarias. Ellos trabajan con 42 casos activos en esta provincia y 24 en la de Las Palmas.

Santiago valora: «Hay tres grandes grupos de desaparecidos». Se refiere a quienes tienen una enfermedad mental y deciden desaparecer o su cabeza los hace desaparecer. En ambos casos es voluntario. Luego están los adolescentes que, interpreta, «tal vez sean los que nos hagan liderar el ranquin de comunidades autónomas porque son muchos». Están los que se fugan de centros y los que participan de un fenómeno reciente, el postureo en redes que les lleva desaparecer en varias ocasiones. Por último, los que desaparecen por la acción de terceras personas. Apostilla Martín que «hay casos en todo el año pero han aumentado por la pandemia que ha dejado a muchas personas tocadas. Influyen mucho los problemas económicos o de pareja».

Aclara el coordinador de SOS Desaparecidos que «no hay límite temporal para denunciar. Los tiempos los tiene que marcar la familia, no la administración o la policía. Hay una espera prudente pero las primeras horas son las más importantes para poder localizar a una persona desaparecida». Moverse rápido. Pero el problema, apunta Santiago, es que «la mayoría no están asesorados, les falta información y quien los guíe a quien los pueda ayudar». Entiende que «desde el momento de la denuncia en comisaría tendría que existir esa orientación y auxilio como, por ejemplo, el de SOS Desparecidos».

Los familiares se quejan de que carecen de apoyo emocional e institucional durante el proceso. Pero tampoco lo reciben quienes recuperan a sus familiares o el propio desparecido cuando «les haría mucha falta», señala Santiago.

A Carlos le marcó el caso de las niñas Anna y Olivia que se llevó su padre, Tomás Gimeno y supuestamente asesinó. Lo recuerda: «Me pareció increíble que ocurriera aquí. Me impactó el desenlace pero todavía más que en un océano enorme se encontrara como un milagro la prueba de que había acabado con la vida de las niñas».

Geolocalización.

La más acuciante de las medidas solicitadas por el colectivo es la geolocalización. Lo valora Santiago Carlos: «Uno de los grandes problemas es que muchas veces la Policía tarda en geolocalizar los teléfonos del desaparecido por trámites burocráticos que hacen de barrera». Explica: «Entendemos que el derecho a la vida es el generador de todos los demás y por lo tanto que la protección de datos o la intimidad no existen sin éste principal que tiene que prevalecer».

Añade Martín: «En ocasiones, cuando la investigación ha conseguido geolocalizar, no se encuentra una persona sino un cuerpo o, en el mejor de los casos, alguien que se ha movido de sitio». Valora: «El tiempo en una desaparición es importante y el proceso demasiado complejo, lo cual hace perder muchos días. Y son personas vulnerables: ancianos, menores, con problemas cognitivos, de salud mental o con antecedentes de suicidio. Hablamos de salvar vidas».

Incapacitación temporal.

Una nueva disyuntiva: el derecho a la vida frente a otros como la libertad. Por ejemplo, relata el coordinador que «cuando desaparece una persona en tratamiento psiquiátrico, deja de tomar la medicación, no nota que estén perturbadas sus capacidades y no se puede retenerla». Al no existir esa incapacitación judicial se producen situaciones de grave peligro. De nuevo la burocracia que siempre parece planear en estas situaciones. Siempre se plantean incapacidades temporales. Cuando, por ejemplo, alguien ingrese en un hospital con un intento de suicidio «habría que comunicarlo de oficio y que actúe la Fiscalía para que otra persona ejerza de tutor de forma temporal y se adopten medidas cautelares». 

Formación y sensibilización.

Joaquín Amills es el presidente nacional de SOS Desaparecidos. Considera «clave» la buena relación y el contacto entre los cuerpos de seguridad y los familiares. La empatía como impulso. Información y cariño. Amills valora: «Llama la atención en Canarias el número e incremento de personas desaparecidas y los muchos casos sin resolver tratándose de islas». Propone unir la formación con la sensibilización en cada caso. Insiste en que en el Archipiélago «hay menos medios y recursos que en la península y para cambiar eso tenemos que trabajar todos: instituciones gubernamentales y políticas, entidades y nosotros», Varios factores en su opinión dificultan las búsquedas. La complicada y abrupta orografía, llena de cuevas y barrancos, o la mezcla en el mismo espacio de núcleos urbanos, semiurbanos y rurales. Reconoce que en la península los de ayuda externos pueden desplazarse de forma más rápìda. Tanto unidades policiales (la K9 canina, drones...) como voluntarios. Da un ejemplo: «Si hay un desaparecido en Sevilla puede llega ayuda desde otras provincias andaluzas o incluso de Ceuta». Amills cree que «sería interesante recuperar los cursos de formación que tuvimos que parar por el covid, gratuitos y de tres días, en Tenerife». «Terminarían con la práctica después de unir a policías, emergencias, organismos y administraciones; no pueden tirar cada uno por su lado», apostilla.

Casuística.

Además de los casos que siguen abiertos en la Isla, algunos no han acabado bien. Recientemente, los de Ignacio Palmero, Juan Pedro Alemán o Manuel Álvarez, de 44, residente en Valleseco. Y hace unos meses el de un padre, Elio, y su hija, María de los Ángeles, cuyo coche se precipitó por un barranco. Pero, al otro lado de la balanza, en pocos días se han resuelto las desapariciones de Francisco Ortega Lara, cuyos apellidos le dieron una gran repercusión mediática por coincidir con los de la víctima del secuestro más largo de la historia de ETA, el de Soraya Esteve, en La Laguna, o el de Gabriel Ayoze Pérez, en El Rosario. El más reciente, el pasado miércoles, cuando José Guzmán, 95 años y de Santa Cruz, apareció en Fasnia.

SOS Desaparecidos pide a las personas que puedan aportar cualquier información sobre los desaparecidos en Tenerife que se dirijan a los teléfonos 642 650 775 y 649 952 957 o a la dirección de correo electrónico sosdesaparecidos@sosdesaparecidos.es.

Los desaparecidos más recientes 

Los cinco casos más urgentes. Los perfiles de las últimas cinco personas desaparecidas a día de hoy en Tenerife –cada jornada hay nuevos casos– responden a los habituales. Tres menores, entre ellas la niña Alena Prieto, que al parecer está con su madre en Suiza a raíz de problemas de pareja acaecidos en Güímar. La que lleva más tiempo, desde marzo, es la adolescente búlgara Viktoriya Georgieva y completa el trío Yasnely, residente en La Orotava. El alemán Oliver Heise y la vecina de Tacoronte Celia Rodríguez cierran el círculo. Por ahora.

Los desaparecidos de larga duración 

Se los tragó la tierra. De Antonio Pacheco, 25 años ya sin dar señales de vida, a Amos Quijada que desapareció en enero de 2020. Es el espectro temporal de las desapariciones en Tenerife. De Norte, como José, en Palo Blanco, a Sur, caso de Carmelo que salió a comprar una mañana en Adeje hace casi seis años y nunca regresó. El del palmero Alejandro Martín Pérez es un perfil diferente porque se le ha buscado también en esta Isla gracias a la perseverancia de su madre. No son los únicos, pero sí tal vez los más relevantes.

Un testimonio muy sentido desde la óptica de las familias

Pilar Hijar es hermana de Lola, la madre de Ignacio Palmero, el último fallecido en la Isla tras su desaparición. El testimonio de la tía en redes sociales expresa el sentir de la familia. Critica «la mala actuación de las personas encargadas de gestionar el caso». Por otra parte, agradece a SOS Desaparecidos «la atención y los esfuerzos en este año de angustia (Nacho desapareció el julio de 2021)». Añade: «Una asociación sin ánimo de lucro que no recibe subvención alguna y cuyos miembros han trabajado duro y dedicado todos sus esfuerzos a esto, pese a las limitaciones por falta de medios y de autorizaciones oficiales». Acaba con un «gracias por la humanidad mostrada». La relación con Lola Hijar, residente en San Andrés y Sauces (La Palma), ha sido constante e intensa. Los restos de Nacho se localizaron el pasado lunes después de que unos jóvenes encontraran sus pertenencias el día 16 en el monte de Las Mercedes. «Tal vez la batida tendría que haber llegado antes», concluye Pilar. |

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