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Arafo

Los araferos celebrarán una romería y bajada extraordinaria de San Agustín

Será el 6 de agosto a partir de las 17:00 horas, desde la Gruta del Barranco de Añavingo hasta la Iglesia de San Juan Degollado | La pandemia impidió su desarrollo el año pasado

Bajada de San Agustín, en Arafo, por el Barranco de Añavingo. E. D.

A las 17:00 horas del próximo 6 de agosto comenzará la bajada extraordinaria de San Agustín, que partirá desde la gruta en el Barranco de Añavingo y llegará a la Iglesia de San Juan Degollado, en el casco urbano, donde permanecerá hasta el 4 de septiembre. Esta celebración de periodicidad cuatrienal debió tener lugar el año pasado, pero fue suspendida a causa de la pandemia. El mismo motivo por el que los araferos no disfrutan de su romería desde 2019.

La bajada y romería retornará manteniendo la costumbre de instalar los puestos tradicionales de comida, donde la comisión organizadora «brindará con vino y sardinas a los asistentes»; con la misa de campaña que se celebra en Los Lavaderos y con la verbena de fin de fiesta en la Plaza de San Juan.

Transcurridos dos años de restricciones, las fiestas patronales volverán a las calles, plazas, sociedades privadas y los hogares de la Villa de Arafo. La Comunidad de Aguas propietaria de la imagen, la comisión de Fiestas de San Agustín, la parroquia y el Ayuntamiento apuestan por devolver la normalidad a las fiestas locales.

«La romería es, en primer lugar, agradecimiento a San Agustín por lo que somos hoy en día, pero también es pueblo, ejemplifica lo que somos», resume el alcalde arafero, Juan Ramón Martín. «Nuestra forma de ser e idiosincrasia queda reflejada fielmente ese día en una manifestación popular en un lugar muy especial para nosotros, porque Arafo posee muchos valores y en La Bajada de San Agustín los pone de manifiesto», sostiene el regidor. «No se trata de una romería al uso, es una fiesta popular extraordinaria en la que participa todo un pueblo que cada cuatro años recibe a quien quiera o a quien necesite acercarse a San Agustín».

Hace tres siglos.

El origen de esta celebración data del siglo XVIII. Juan Hernández Santiago, vecino del municipio, pidió el traslado de la imagen de San Agustín al Barranco de Añavingo con la esperanza de que el santo intercediera en la recuperación del naciente de agua, esencial para los araferos, tras el desprendimiento que lo dejó sepultado cinco años antes, en torno a 1745 ó 1746. «Y se obró el milagro, haciendo que el futuro de Arafo, abocado a la desaparición por no tener cómo subsistir, cambiara radicalmente y añadiera a sus muchas cualidades las de ser un pueblo agradecido y responsable, abierto y jovial, preocupado por avanzar, respetuoso, generoso...», según resume la historia. El alcalde establece que la bajada de San Agustín es «una manifestación popular que los araferos celebramos cada cuatro años con el fin de venerar al santo que hizo posible el resurgir de este pueblo».

La Comunidad de Regantes Añavingo tiene a su cargo la custodia de la imagen en su estancia habitual y mantener la vereda y el lugar en las mejores condiciones, en colaboración con el Ayuntamiento y voluntarios. Nicolás Santana, su presidente, destaca la parte emotiva de quienes acuden al barranco al encuentro del santo.

La organización.

La Comisión de Fiestas comienza a recoger donativos con mucha antelación; el Ayuntamiento colabora con los recursos humanos, logísticos, de seguridad, ornamentales y administrativos y la Iglesia gestiona el programa religioso. «La gente colabora con mucho fervor y participa demostrando la calidad humana de los araferos, pueblo al que le gusta dar y ayudar. San Agustín no solo es una fiesta, sino una devoción», añadió Daniel Sosa, presidente de la comisión.

«La historia de Arafo no se entiende sin el milagro, un componente religioso de varios siglos que tiene, además, un matiz social, agrícola y de vinculación de un pueblo con la Iglesia», apostilla Simón Herrera García, párroco de San Juan Degollado.

La imagen bajaba de cuatro en cuatro años hasta que se produjo un paréntesis a causa de la suma de condicionantes externos. Pero en 1976, la Comisión actual se organiza y, con la autorización de la Comunidad de Regantes, procede a regular su periodicidad de manera ininterrumpida hasta el aplazamiento registrado el año pasado debido al covid-19.

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