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Una imagen de Antonio Taño, la mejor foto del concurso ‘Almendros en Flor’

El aficionado, que siempre lleva a su fiel compañera la cámara, admite que la instantánea no fue buscada: «Me ayudó el momento, ese ambiente cargado de nubes y matices»

Explosión de color, fotografía ganadora del certamen, se tomó en la zona de Montañas Negras, en Santiago del Teide. ANTONIO TAÑO

El ganador de la XXV edición del concurso de fotografía Almendros en Flor, que organiza el Ayuntamiento de Santiago del Teide, sostiene que cuando captó aquella imagen, titulada Explosión de color, «de ningún modo estaba pensando en el concurso».

Antonio David Taño Felipe se considera, ante todo, un «fotógrafo aficionado», una persona que, movida por este hobby –que para él representa una auténtica pasión–, a cualquier lugar al que va siempre lleva encima una cámara. «Mi fiel compañera», afirma, en este caso una Canon 70D.

Al certamen presentó dos imágenes, como permiten las bases, y la que resultó galardonada la tomó en la zona volcánica conocida como Montañas Negras. «Formo parte de un grupo de senderismo y salimos a patear desde Montaña de la Cruz a Montaña Bilma».

Ahora bien, lejos de adornarse con explicaciones técnicas y sesudas sobre el encuadre perfecto, la búsqueda de la precisa intensidad de luz, el necesario tiempo de espera para captar el instante, la orientación, los ángulos, etc., Antonio David Taño admite, con total sinceridad, que la imagen «no fue buscada». Sí reconoce que «ayudó el momento», ese ambiente plomizo, cargado de nubes y matices, en lugar del azul que suele reinar en esas alturas.

Con todo, ciertamente se adivinan en su instantánea conocimientos teóricos y también un buen manejo, tanto desde el punto de vista técnico como compositivo. Pero lo cierto es que es en el silencio del estudio donde se culmina todo el proceso creativo. «El trabajo de la imagen con photoshop resulta fundamental».

Antonio David Taño Felipe nació en el municipio palmero de El Paso el 13 de julio de 1961. Cursó Náutica en la Universidad de La Laguna (ULL) y al finalizar sus estudios estuvo tres años enrolado. «De la mar ya queda poco», dice en un suspiro. Entendió que aquella vida no estaba hecha para él y aprovechó la explosión de júbilo que vivió el país en el año 1992, con las Olimpiadas de Barcelona y la Expo de Sevilla, para presentarse a unas oposiciones que se habían convocado en Telefónica. Logró la plaza y ahora, treinta años después, aguarda por un plan de desvinculación que le procure tiempo y libertad personal.

La naturaleza es una de sus pasiones. Así, armado con el ojo de su cámara, ha aprendido a a ser paciente; a madrugar, por mucho que cueste, y a pasar frío o calor para aprovechar ese fugaz instante de luz de los amaneceres y los atardeceres de las Islas. Su trabajo se puede consultar y admirar en el blog tanofotografia.wordpress.com.

El volcán, deseo y dolor

Confiesa que, como canario y palmero, ya desde pequeño sentía atracción por la naturaleza y el poderío de los volcanes. Y no esconde que una de sus máximas ilusiones siempre fue la de captar con su cámara una erupción. Eso, aunque con sólo 9 años vivió, desde la lejanía, el estallido del Teneguía, en Fuencaliente, aquel octubre de 1971. En su interior bullía el deseo de que aquel fenómeno volviera a repetirse. «Y al final se vino a dar, pero en el peor lugar y de la peor manera posible», comenta, a propósito de la localización de la boca eruptiva en la zona de Cabeza de Vaca, en El Paso, de donde precisamente es natural. «Muchos de mis familiares se vieron afectados desde el primer día», subraya con tono apenado. Ahora bien, no puede sustraerse al hecho de que «una erupción es un auténtico espectáculo», aunque mientras tomaba imágenes se le venían a la cabeza «el enorme drama social y el desastre que se estaba viviendo».

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