eldia.es

eldia.es

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Semana Santa en tenerife | Santa Cruz

San Andrés celebra su 275 aniversario con la restauración del Cristo del Cegato

La talla, que data de 1882, es obra del ebanista Francisco Marrero Gabrili, vecino del pueblo

20

Rehabilitación del Cristo Cegato de San Andrés María Pisaca

La iglesia de San Andrés, coincidiendo con el 275 aniversario de puesta en marcha como parroquia, ha culminado la restauración del Cristo Crucificado, conocido popularmente como El Cegato, que fue elaborado en madera de naranjo por el ebanista y carpintero Francisco Marrero Gabrili, vecino del pueblo, que residió en la calle Sacramento.

El origen de esta imagen se remonta a 1882 y se le reconoce como el Cristo del Cegato por la falta de vista que padecía su autor, por lo que se considera su hechura como un hecho milagroso dadas las circunstancias de su autor. Bajo los pies, en un pequeño relicario atornillado a la cruz –pendiente de colocar–, se conserva la puntilla con la que fue realizada la imagen y la cartela en la que se puede leer: «Este crucifijo fue esculturado con esta puntilla por D. Francisco Marrero Gabrili y pintado y regalado por el mismo autor. Año 1882».

El párroco de San Andrés desde septiembre de 2016, Federico Armas Díaz, recuerda que esta escultura estuvo colocada inicialmente en el baptisterio hasta que en la década de los años setenta pasó a presidir el altar mayor, coincidiendo con las obras de restauración.

Dado el estado de deterioro, el padre Kike, como se le conoce familiarmente al presbítero, impulsó el proceso de restauración, una labor minuciosa realizada por Pablo Cristóbal Torres Luis.

En la memora descriptiva realizada por el restaurador se hace constar que la talla corresponde al siglo XIX y se encuentra en la escuela canaria, realizada en madera, policromada y lienzo encolados que en el momento de estudiar su estado presentaba repintes localizados que desvirtuaban la estética de la obra al varias estos de cromatismo.

La preocupación por el patrimonio histórico llevó la párroco de San Andrés a impulsar la restauración que, según el informe elaborado por Pablo Cristóbal Torres, presentaba un estado de conservación que no era bueno. «El deterioro que aparece en la obra es consecuencia del envejecimiento natural de los materiales que la componente, además de su mal uso, asociado todo ello a una falta de mantenimiento y control ambiental estable. Estos factores han ocasionado pérdida de las propiedades de los materiales, así como movimiento en el soporte, afectado a estratos superiores».

Motiva la intervención «un gran ataque de insectos xilófagos que provocaron grandes oquedades en algunas partes de la imagen y su debilitamiento, ocasionando faltas de estabilidad en el soporte. También presenta grietas en la unión de los ensambles, pérdida de volumen en la mano derecha; craqueladuras, desgastes, roces y faltas de la policromía generalizadas. Además, se observa repintes en las zonas que se han visto afectadas por el ataque de insectos xilófagos y han sido intervenidas».

Cristo de Viernes Santo

El Cristo del Cegato vino a sustituir a otro anterior, de menor tamaño y cuya elaboración se remonta al siglo XVII, que aún se conserva y procesiona como Cristo Difunto en las celebraciones de los Viernes Santo.

Junto a Pablo Cristóbal Torres, también integra el equipo de restauradores Leticia Perera –que forman Estudio 5 Conservación y Restauración–, que acometen una intervención para aunar la dimensión artística, estética, histórica, simbólica y religiosa, según hacen constar en la memoria.

En el análisis realizado se advierte de grietas y fisuras, en especial, en la unión de los brazos al torso, así como pérdidas de volúmenes en el mechón de pelo derecho y la mano izquierda, además de las que se encuentran ocultas por los empastes de las intervenciones anteriores. Además, presenta falta de adherencia al soporte principalmente en los brazos y en las piernas, además de crestas y craqueladuras.

En cuanto a daños mecánicos, soporta pérdidas de estratos localizados principalmente en los brazos y en las piernas, así como falta de adherencia entre la capa policroma y la capa de preparación. También se advierten de daños en las piernas causados principalmente por la exposición de la imagen a las manifestaciones de devoción popular. Hasta tal punto fue el deterioro que provocó su restauración que en el informe se hace constar la pérdida de todos los dedos de la mano derecha, así como algunos dedos del pie.

No se trata de la primera vez que se somete a una intervención de supuesta mejora al Cristo del Cegato, si bien los autores de la última restauración hacen constar que la imagen presenta numerosas intervenciones anteriores que «consistieron en rellenar y modelar las pérdidas de volúmenes ocasionadas por el debilitación y oquedades, efecto de la acción de la termita». «Estas intervenciones, aunque realizadas con materiales de escasa calidad y con técnica no ortodoxa, siempre tuvieron en cuenta la salvaguarda de la obra», teniendo como objetivo prioritario conservar la obra.

Los expertos reparan en la intervención realizada a mediados del siglo XX para intentar tratar las pérdidas de volumen ocasionado por las termitas, lo que supuso el relleno de oquedades y su posterior aparejado y repintado que alternó en gran medida la morfología de la obra, según consta en el estudio realizado.

Qué se mejoró

Tras un estudio radiográfico, que permitió conocer la estructura interna de la obra, se determinó el tipo de soporte. Las radiografías permitieron descubrir que varias piezas estaban unidas con clavos, especialmente en la zona del torso y la cabeza. También se tomó una micromuestra del torso para determinar las características técnicas, bajo la premisa de «conocer para restaurar».

Pablo Cristóbal Torres y Leticia Perera González aportan también una visión más filosófica a la intervención al precisa que «no debemos de olvidar que las obras de arte no sólo son materia y técnica, sino también manifestaciones del quehacer del ser humano, convirtiéndose en un documento valioso para la historia, independientemente de su calidad estética». A partir de ahí se traza la hoja de ruta que permita salvar al Cristo del Cegato de un importante deterioro. Tras los estudios, se procedió a la desinsectación y consolidación del soporte, eliminación de intervenciones anteriores que no cumplían su función o dañan la obra, para acometer encolados y refuerzos mecánicos, restauración volumétrica, supresión de barnices oxidados que daban una apariencia verdosa por la oxidación más los repintados. También estucado y desestucado de las lagunas para nivelar la pérdida de la capa polícroma, reintegración cromática con técnica discernible, utilizando acuarelas y pigmentos al barniz y protección final, más la restauración de la cruz.

Precisamente sobre la cruz se advierte que no es la original; la actual es de pino y se encuentra en buenas condiciones.

Facing.

Dado el lamentable estado de la imagen se realiza un facing completo facilitando de esta forma la manipulación y su traslado para realizar el estudio radiográfico y así proceder a empapelar toda la superficie con papel seda y cola orgánica.

Fijación de la capa polícroma.

Para fijar los estratos afectados y garantizar la estabilidad en la obra, se utiliza cola orgánica por inyección e impregnación.

Eliminación de intervenciones anteriores.

Una vez colocada la capa polícroma, se procede a eliminar todas las intervenciones anteriores a las que fue sometida, como rellenos realizados con papel, yeso, pasta...

Consolidación del soporte.

Los estudios radiográficos permiten comprobar grandes galerías provocadas por insectos, por lo que se rellenan las oquedades causadas por los insectos a base de resina epoxídica añadiendo como carga serrín aplicado por inyección.

Limpieza.

Se procede a eliminar la suciedad superficial, barnices oxidados y repintes optando por una limpieza de carácter selectivo, desde los repintes a los reestucados, los barnices oxidados y goterones de cera.

Reintegración volumétrica.

Al término de la limpieza, se procede a la reposición de los volúmenes perdidos limitándose a las faltas. Los dedos de la mano derecha y los dedos de los pies se reintegran con resina, mientras que en algunas oquedades se usa incluso trozos de madera de cedro, modelándose volumétricamente.

Encolados y refuerzos.

Los dedos de la mano derecha y los dedos de los pies se encolan con resina, reforzándose con alambre de acero inoxidable.

Estucados.

Se aplica el estuco realizado sobre las lagunas donde había falta de la capa de preparación, así como reintegraciones volumétricas.

Reintegración cromátrica.

El uso de las técnicas del puntillismo y el estarcido permiten restablecer los elementos sangrantes originales que partían de una macha de color rojizo a la que se fueron superponiendo veladuras que emulaban la sangre, hasta lograr un resultado que rescata del deterioro la imagen, al mismo tiempo que da esplendor casi de fábrica al Cristo del Cegato.

Compartir el artículo

stats