La alegría inundó el aula. Con caras de ilusión y máxima expectación, los alumnos de sexto han podido tocar con sus manos los anhelados instrumentos de viento. Por fin, después de un parón de casi dos años por la pandemia del coronavirus, el Colegio Alemán, ubicado en Tabaiba Alta, retoma las tradicionales clases de instrumentos de viento, con una metodología tan sorprendente como eficaz.

En este centro, los alumnos de quinto y sexto pueden alquilar un instrumento de viento que les acompaña durante dos años en las clases de música, que se convierten en una auténtica orquesta sinfónica. No hace falta tener conocimientos previos. El objetivo es que cada niño tenga la posibilidad de familiarizarse con un instrumento y de valorar la música como parte de su vida. La trompeta, el trombón, la flauta travesera, el clarinete y el saxofón se convierten así en aliados de la formación integral de los jóvenes, puesto que la música es esencial para el desarrollo personal de los adolescentes y, además, cumple una importante misión social.

Esta metodología, tan cercana a la experimentación y al descubrimiento, es propia de este Colegio Alemán (reconocido oficialmente por las autoridades germanas), que centra la enseñanza en la motivación del alumno para que aprenda de manera cada vez más autónoma y para que –guiado por los profesores– descubra y desarrolle sus propios talentos.

La pandemia ha supuesto un importante reto educativo en todo el mundo. En este centro educativo, la digitalización ha permitido el trabajo cooperativo e innovador que las medidas de higiene habían restringido. Gracias a las tabletas y las pizarras electrónicas, los alumnos del Colegio Alemán tienen una nueva vía para explorar y expresar sus ideas, también en el ámbito de la música. Por ejemplo, la utilización de aplicaciones musicales con fines pedagógicos facilita que los alumnos compongan sus propias canciones e incluso permitió la creación de una orquesta digital en los meses de confinamiento estricto.

Afortunadamente, el coronavirus no ha acabado con la ilusión de los alumnos. A partir de ahora, en las clases de música se oye un «¡todos afuera!», porque es en el exterior, con aire fresco y mucha distancia, donde los jóvenes artistas aprenden a tocar las primera notas en «su» instrumento.