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Granadilla de Abona

El BIC de Los Llanos de Ifara protege uno de los yacimientos más ricos de la Isla

El espacio posee una importante estación de grabados, así como cuevas sepulcrales y cabañas

Grabados guanches en los yacimientos de Los Llanos de Ifara, en Granadilla de Abona. E. D.

El Gobierno canario acaba de proteger uno de los lugares con más interés arqueológico de Tenerife. Los Llanos de Ifara, en Granadilla de Bona y recién declarado Bien de Interés Cultural (BIC), reúne importantes restos entre la época de los guanches y la posterior a la conquista por parte de los castellanos. En total, este espacio entre la Montaña de los Riscos y la Montaña de Ifara acoge 24 yacimientos y 38 paneles de manifestaciones rupestres, lo que lo convierte en una área de gran importancia para la arqueológica aborigen por la existencia de dispersiones de material arqueológico en superficie, los fondos de cabaña, las cabañas, las manifestaciones rupestres y las cuevas sepulcrales. Visto como conjunto, es muy representativo del poblamiento en superficie característico del sur de Tenerife y de su organización socioeconómica.

En la cima de Montaña de Ifara se localiza un paradero pastoril con material arqueológico de superficie –fragmentos líticos de basalto y obsidiana– y algunos restos cerámicos, mientras en las proximidades se ubica una pequeña estación de cazoletas y canales, que responde a la tipología característica de estas manifestaciones rupestres. Esto apunta el expediente de declaración de BIC de Los Llanos de Ifara. Añade que en el sector oriental, entre las laderas del edificio volcánico de Ifara y el barranco de Tagoro, se reparten varios yacimientos distribuidos irregularmente.

El yacimiento con mayor valor se sitúa sobre un lomo de suave topografía –en el lugar conocido como Las Rosas–, ocupando una extensión de 400 metros cuadrados e integrado por un conjunto de estructuras de piedra seca, posiblemente cabañas (en número de seis), reutilizadas en época histórica. Algunas de ellas presentan muros medianeros, apreciándose una inmensa cantidad de material aborigen (lítico, cerámico, malacofauna, etc.) distribuido en toda su superficie. El yacimiento se completa con 38 paneles con grabados rupestres, que se integran en los muros y paramentos de algunas construcciones o en afloramientos rocosos naturales. La técnica de ejecución predominante es la incisión, siendo más raras la abrasión, picado y rayado. Los motivos representados se clasifican en dos grandes grupos: geométricos lineales y geométricos de tendencia oval y rectangular.

Algunos puntos acumulan una gran cantidad de restos guanches, como cerámicas

La declaración de BIC permitirá teóricamente reforzar la conservación de todo el espacio. La delimitación propuesta para esta zona arqueológica obedece de hecho a la necesidad de establecer un ámbito de protección que garantice la conservación de los diferentes yacimientos arqueológicos y elementos de interés etnográfico que albergan. Al tratarse de enclaves rupestres que abarcan desde el período prehistórico hasta fechas posteriores a la conquista «resulta esencial mantener intacto el entorno natural de los yacimientos, no sólo para lograr una percepción visual, sino para conservar el ambiente físico-natural en cuyo contexto se ocupó el territorio», apunta el expediente.

En el entorno de la Montaña de los Riscos se documentan más restos, entre los que destacan los paraderos pastoriles de la cima de dicho cono volcánico y que vuelven a repetirse en la ladera meridional del edificio. En esta zona se aprecia, asimismo, un conjunto de cabañas de piedra seca reutilizadas, con material aborigen asociado. En las faldas de la montaña se ubica un grupo de cuevas excavadas dotadas de muros de cerramiento exterior.

En la zona alta del Llano de Ifara se localizan asimismo dos yacimientos: el primero corresponde a una estructura de piedra seca –tipo cabaña– con abundante material arqueológico asociado, mientras el segundo consiste en una cazoleta de morfología rectangular con un canal de desagüe labrado en la toba. Algunas cuevas fueron ocupadas como cuarterías de jornaleros que trabajaban en las fincas de tomates hasta la década de los setenta del siglo pasado.

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