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In memoriam

Jesús Mesa: su sabiduría y su vida por el agua de Canarias

Jesús Mesa recibe el título de Hijo Ilustre de Tenerife en 2014 de manos del entonces presidente insular, Carlos Alonso. El Día

El pasado miércoles 20 de octubre murió César-Jesús Mesa Hernández, una persona singular y excepcional, cuya trayectoria procede conocer y difundir como referente de varias generaciones. Con datos de su familia, amigos y vivencias propias hemos reconstruido esta semblanza biográfica.

Nació en Arafo el 31 de mayo de 1922 –en poco más de 7 meses hubiese cumplido 100 años–, hizo los estudios primarios en su pueblo y realizó la prueba de ingreso para la Enseñanza Secundaria, conforme a la normativa del Ministerio de Instrucción Pública de la República, en junio de 1936. Pero el 18 de julio se inició la Guerra Civil que afectó a toda su familia, de sensibilidad republicana; así se frustró su previsto ingreso en el bachillerato.

Durante la guerra y posguerra, en los ratos libres que le dejaba el trabajo del campo –que realizó desde los 14 años en los terrenos de sus padres– lee cuanto encuentra. Entre los pocos libros que tenía a su alcance estaba un Código Civil, sin tapas ni índice, de un pariente cura que hubo en la familia. Al no tener índice tenía que leer y releer para encontrar lo que le interesaba. Y con su buena memoria recordaba literalmente bastantes artículos. Sigue leyendo geografía, historia, filosofía, poesía clásica y literatura narrativa, de la que le interesaba la que fuera verosímil, y menos la fantástica. La biblioteca que lentamente se fue haciendo refleja estos gustos. También tenía interés por la historia política, de la que nació su deseo de participación activa en la sociedad, si bien su ideal de la política -ausente de demagogia y altruista- no encajaba bien con los tiempos que le tocó vivir, poco adecuados a su ideal de democracia. Se consideraba un político frustrado.

Hizo el servicio militar, durante la segunda Guerra Mundial, en el parque de artillería como cabo comandante de los polvorines de Arafo y Güímar. Después inicia la labor de investigación, perforación y alumbramiento de aguas subterráneas de galerías y luego de pozos. La necesidad práctica le lleva a interesarse por la hidrogeología y el derecho, de forma autodidacta, pero de las que resultó ser un verdadero erudito.

Desde un entorno rural y campesino conectó con el agua, especialmente con las aguas subterráneas de Tenerife, aunque luego extendió su análisis y conocimiento a otras islas, especialmente La Palma. Participó, se integró y dirigió el mundo asociativo de los usuarios del agua –inicialmente agricultores– a través de las Comunidades de Agua. Fue secretario y presidente de muchas de ellas, hasta coronar sus actuaciones en la Cámara Insular de Aguas, entidad de la que fue cofundador –en la década de los ochenta del pasado siglo– y luego presidente hasta tiempos recientes, en que por razones de salud y edad hubo de renunciar.

Uno de los rasgos capitales de Jesús Mesa es la conciliación, el diálogo y la intermediación

Uno de los rasgos capitales de Jesús Mesa es la conciliación, el diálogo y la intermediación; apoyándose en sólidas argumentaciones, impregnadas de empatía, paciencia y también firmeza, todo ello articulado desde una gran inteligencia combinada con una cercanía emocional. Aunque esta línea de acción la extendía a todo cuanto se desarrollaba en su entorno, fue más ostensible en lo concerniente a las aguas subterráneas. Tanto en el funcionamiento interno de las comunidades como en las relaciones entre éstas, promoviendo objetivos comunes y la fusión de ellas frente a los desacuerdos en las diferencias mutuas. Este proceso de crecimiento piramidal de objetivos cristalizó en la Cámara de Aguas.

Pero este recorrido hubo de ser paralelo al legislativo especial canario, cuyo origen (Real Orden de 1924) es casi coetáneo con Jesús Mesa. En este período se evidenciaron las diferencias entre los aprovechamientos de aguas subterráneas en Canarias y el resto de España, por lo que sucesivamente se van dictando normas que racionalizan las formas de proceder en Canarias, con predominio de la iniciativa privada en todas las acciones. Pero en 1985 se cambia la legislación nacional declarando las aguas no alumbradas de carácter público y dejando a la nueva legislación canaria la forma de articularlo. El conflicto se desató con la primera Ley de Aguas de Canarias de 1987. Se abrió un período convulso, con una gran manifestación pública en contra del contenido de la nueva norma y con la caída del gobierno canario que la promovió. Los hechos posteriores, con resoluciones judiciales, obligaron al logro de un equilibrio social y político, como fue la Ley de Aguas de Canarias de 1990, que fue aprobada por unanimidad y aún prevalece, tras más de 30 años. Pues bien, en ese quinquenio fue decisiva la dirección conciliadora, pero firme, que llevó Jesús Mesa, ya investido como presidente de la Cámara Insular de Aguas de Tenerife, de la que fueron testigos los sucesivos directores generales de aguas (Adolfo Hoyos y Emilio Alsina, ambos ingenieros de caminos) y juristas de prestigio (Alejandro Nieto, Juan-Miguel De la Cuétara y Martín Orozco).

Un bloque normativo capital de la Ley de Aguas de 1990 fue la creación en cada isla de un Consejo Insular de Aguas. Institución singular prototipo de una Administración pública participada por los propios usuarios, con cuotas igualitarias en los órganos colegiados directivos. El acierto de esta estructura ha quedado de manifiesto en su funcionamiento exitoso durante unos 25 años; cada asunto ha sido analizado y debatido en detalle y prácticamente todos los acuerdos se han conformado por unanimidad. En ello siempre fue importante ese espíritu conciliador de Jesús Mesa. Su presencia animosa y afectuosa era muy valorada por todo el personal –casi un centenar– del organismo.

Ese espíritu impregnado de racionalidad y sentido común rebasó hacia el exterior el ámbito de Canarias. Primero fue elegido vocal de la Federación Nacional de Comunidades de Regantes y luego vicepresidente. En el desarrollo de las estructuras participativas de los usuarios en el nuevo marco nacional, fue elegido representante canario en el Consejo Nacional del Agua, miembro de su comisión de reglamentos y finalmente miembro de la Comisión Permanente, que preceptivamente informa todos los asuntos capitales del agua a escala nacional. Jesús Mesa dejó ahí también una impronta especial que aún recuerdan sus compañeros de entonces –incluidos los sucesivos Ministros presidentes– en este órgano.

Las actuaciones de Jesús Mesa no sólo tuvieron las proyecciones insular y nacional precitadas, sino que también se extendieron al ámbito municipal. En la empresa pública Emmasa fue miembro de su consejo de administración en tres períodos. Su labor tanto municipal como insular llevaron al Ayuntamiento de Santa Cruz a otorgarle el reconocimiento correspondiente con la entrega del premio La Aguadora. Siempre fue muy modesto en estas acciones como refleja su discurso de respuesta a ese homenaje, del que conservo copia.

Pero quizá la faceta menos conocida de Jesús Mesa es la científico técnica en geología e hidrogeología. Su conocimiento técnico, autodidacta pero resultado de un continuado estudio y análisis de estas materias, asombraba a verdaderos expertos (por ejemplo los doctores Custodio, Llamas, Heras, Sauquillo, López García…). También a los locales (Telesforo Bravo, Juan Coello, José-Manuel Navarro, Carlos Bencomo, Enrique Amigó …). Con mi compañero Adolfo Hoyos –tristemente fallecido hace unos meses– fui testigo de debates de alto nivel técnico con los directores y coordinadores del SPA-15 y Mac-21 (Sáenz de Oiza y Jiménez). Escuchaba, meditaba, razonaba, argumentaba y concluía como un verdadero experto.

Ya en un entorno más restringido y personal, ha sido el principal referente de mi vida profesional vinculada al agua. Su fraternal relación con mi padre me permitió ser testigo excepcional de exposiciones en su oficina técnica (Gimeno, Díez de la Fuente, Angulo, Moisés, …) y recibir sus consejos (durante las casi cinco décadas en que pude compartir esa proximidad), siempre equilibrados y acertados.

El 21 de julio de 2014, el Cabildo Insular de Tenerife acordó conceder el título de Hijo Ilustre de la Isla a Jesús Mesa Hernández. En el emotivo acto celebrado en el salón de plenos, ya con 92 años, contestó –con su habitual modestia– sintiéndose sorprendido por dicho reconocimiento. Su pueblo natal, Arafo, también le otorgó el título de Hijo Predilecto.

Aunque ya eran patentes sus limitaciones de movilidad, mantuvo durante algunos años más su actividad en los órganos colegiados del Consejo Insular de Aguas, hasta tiempos recientes en que lo sustituyó Felipe González Domínguez, su colaborador y amigo durante décadas, como presidente de la Cámara Insular de Aguas.

Descanse en paz. Nuestro pésame a su familia (Celsa, María y sobrinos y nietos) y a toda la isla de Tenerife. Recordemos su trayectoria y aprendamos de ella. En nombre de un innumerable grupo de amigos y discípulos de Jesús Mesa.

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